Un pueblo elige a sus próceres para verse reflejado en sus virtudes, tomando de ellos el heroísmo, la mesura, la creatividad, a la vez que cada pueblo tiene hombres representativos a su medida, aún en sus debilidades.
inicia sesión o regístrate.
Un pueblo elige a sus próceres para verse reflejado en sus virtudes, tomando de ellos el heroísmo, la mesura, la creatividad, a la vez que cada pueblo tiene hombres representativos a su medida, aún en sus debilidades.
De ellos aprendemos, pero también en ellos vemos nuestra propia incertidumbre.
Es probable que ya nadie los mirara salvo los turistas que preguntaban quiénes eran, y era un orgullo decir que en el centro de la plaza se alzaban los bustos de un poeta, de un coronel y de un pintor.
A Germán Choquevilca, Manuel Álvarez Prado y Medardo Pantoja se suma el de Antonino Peloc en la plaza de la iglesia, fragmento de los retratos que Soto Avendaño realizara para el Monumento de la Independencia.
Alguien solía relatar las historias del caudillo indígena que luchó contra las fuerzas realistas y la del patrón que ocupaba un cargo militar acorde a su tenencia, la del poeta que le cantó a la patria pero también a sus amores y dolores con cadencia modernista, aunque ya el modernismo hubiera caído en desuso, y del artista plástico que logró aunar las imágenes quebradeñas con las tendencias plásticas que en su tiempo eran actuales.
Como eco más lejano, podríamos agregar el busto del doctor Salvador Mazza a la entrada del hospital que lleva su nombre, y el de Eva Perón junto al río, pero avoquémonos a aquellos cuyos apellidos aún se repiten entre nuestras familias, que de alguna manera son como los retratos de los abuelos que colgamos en la sala, a quienes da alguna forma veneramos.
El arte, un reflejo
Ya desde mayo no hay turistas que pregunten quiénes son, y la plaza pasó a ser tan sólo un recorrido entre los barrios altos de Tilcara, el mercado y el cajero automático.
De todos modos, de tanto verlos capaz que nunca nos dedicamos a mirarlos en detalle, y si hoy nos detenemos en sus gestos puede ser que descubramos a Peloc mirando preocupado hacia el futuro, Choquevilca más bien triste, cansado, Álvarez Prado desafiante, Pantoja casi angustiado.
Podría decirse que sus expresiones reflejan las de ya casi siete meses de cuarentena, las de la falta de turismo, las de la incertidumbre.
El arte no hace sino reflejarnos y entonces tenemos derecho a suponer que los bustos que recuerdan a quienes rescatamos de nuestra historia, los próceres locales, de alguna manera sienten lo que nosotros sentimos.