Comenzó a cantar a los seis años, cuando la profesora de música Gaby Altamirano (hija del recordado folclorista Negro Altamirano), la puso en un escenario de su Colegio (Santa Bárbara). Ellos le enseñaron la primera canción, “Doña Ubenza”, y desde entonces Milagros “Mili” Fassola, no deja de cantar. Hoy está estudiando Composición Musical en la Universidad Nacional de Salta.
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Comenzó a cantar a los seis años, cuando la profesora de música Gaby Altamirano (hija del recordado folclorista Negro Altamirano), la puso en un escenario de su Colegio (Santa Bárbara). Ellos le enseñaron la primera canción, “Doña Ubenza”, y desde entonces Milagros “Mili” Fassola, no deja de cantar. Hoy está estudiando Composición Musical en la Universidad Nacional de Salta.
La joven jujeña se encuentra preparando profesionalmente un proyecto que la acompaña desde niña. Cantó en su colegio, en los Festivales del Día de la Madre de Barrio Cuyaya, en algunos medios, y el Coro de Alicia Macagno, pero su escenario, el primero que eligió y que aprecia, es el de la peatonal. En alguna oportunidad, cuenta, cantó en el espectáculo muestra de fin de año, de la Asociación Sol y Arte, que dirigía el “Negro” Altamirano.
Cuando estaba en cuarto año de la secundaria, el canto dejó de ser un juego y comenzó a profesionalizarse. Hoy está convencida de que su camino es la música, y por eso está estudiando Composición Musical a nivel universitario, y aprendió a tocar la guitarra y el ukelele (que se compró cuando cumplió quince años) para acompañarse. Canto estudió con el profesor Marcelo González, que durante algún tiempo la acompañó en la guitarra para que se presente en distintos medios de Jujuy.
“Ahora soy más consiente de mi canto, sé que hay técnicas, y que se puede mejorar”, dice, muy aspi‑ rante, la joven que tomó clases en este tiempo con la profesora de canto Eleodora Gaudeli de Salta, y ahora continúa con los docentes de la universidad. Y con respecto a la composición, se está abriendo puertas, sumando a temas del folclore que va incluyendo en su repertorio integrado por zambas y chacareras. “Había ideas que tenía en la cabeza y no sabía ponerlas en el piano”, cuenta, “y en la universidad descubrí un mundo enorme dentro de la música. Tengo más herramientas, y co‑ mencé a componer”, comenta.