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Toda una vida dedicada a la fabricación de calzado

A los 23 años Horacio López comenzó a trabajar como zapatero, un oficio que le brindó grandes satisfacciones.
Domingo, 07 de noviembre de 2021 01:00

La reciente celebración del Día del Zapatero permitió conocer a Horacio López, quien acompañado de varios colegas llegó hasta la Catedral Basílica para agradecer a su santo patrono, San Crispín, por los favores recibidos.

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La reciente celebración del Día del Zapatero permitió conocer a Horacio López, quien acompañado de varios colegas llegó hasta la Catedral Basílica para agradecer a su santo patrono, San Crispín, por los favores recibidos.

La sencilla como sentida celebración se realiza cada año para pedir por el eterno descanso de todos aquellos zapateros que hoy están en el reino de los cielos.

EN LA MÁQUINA DE COSER / ELABORANDO LAS PIEZAS DE LOS DIFERENTES ZAPATOS, BOTAS Y SANDALIAS QUE FABRICA HACE AÑOS.

"Esta es una especial celebración, ya que cuando me inicié en este oficio jamás pensé que esta celebración estaría junto a mi cumpleaños, que es el 26 de octubre, y se realiza un día después".

Entre el pan y los zapatos

"Cuando tenía 23 años, el amor golpeó a mi puerta y fue cuando comencé con esta noble profesión, ya que mi suegro, Germán García Guzmán, tenía una fábrica de calzado en la avenida El Éxodo, ingresando a trabajar con él en horas de la tarde, ya que por ese entonces trabajaba a la noche en la panadería del Hogar de Ancianos San Antonio, que estaba dirigida por la madre superiora Rafaela", recordó Horacio López al iniciar el diálogo con El Tribuno de Jujuy.

Con emoción mencionó que su suegro era quien fabricaba en aquella época los borceguíes para la Policía de la Provincia y también los zapatos para los cadetes de la escuela que funcionaba en lo que es el Cabildo, frente a la plaza Belgrano.

TALLER / DONDE EL ARTESANO DESARROLLA SU TRABAJO.

Casi al pasar y con simpatía y sencillez, afirmó que por esa época pudo conocer a Guillermo Corro, "el que fue ministro y jefe de policía", comentó con una sonrisa.

"El 11 de noviembre de 1993 falleció mi suegro, quedé por un tiempo a cargo de la fábrica, pero al no ser mía la entregué a los hermanos de mi señora y mi suegra, que se hicieron cargo", aclaró.

Inicio de un duro camino

Convencido de que había adquirido los conocimientos suficientes como para iniciarse solo, Horacio López trabajó un tiempo en una empresa de la ciudad de Palpalá, logrando juntar el dinero suficiente para adquirir la maquinaria necesaria y todos los elementos para montar su propio taller, en un local que estaba ubicado cerca de una estación de servicio sobre avenida El Éxodo. "Es que la gente ya me conocía y de a poco comencé a recuperar la clientela", apuntó.

Consultado sobre quién fue su maestro e inspirador, con profunda emoción y respeto habló de su suegro: "Él fue quien me enseñó todos los secretos de esta profesión, y además quien me transmitió la pasión y el amor por el cuero", indicó para quedarse por unos segundos callado, tal vez recordando aquellas épocas de aprendiz cuando sus sueños caminaban de la mano de su familia.

Aclaró que "siento un profundo respeto y admiración por el maestro José Alberto Jurado, quien tiene el título de ‘aparador’, que es quien me enseñó todo tipo de costura para todo los calzados, mientras mi suegro me enseñó a cortar, armar y darle la terminación".

Importantes clientes

Al momento de las anécdotas, indicó que su pasión por el calzado es tan grande que "cuando conozco a una persona, lo primero que hago es mirarle el calzado", y ni siquiera el barbijo logra ocultar una pícara sonrisa.

Horacio López afirmó tener como su mejor cliente al boxeador jujeño "Chingolito" Ibáñez, a quien le fabrica tres pares de botas por año, quien además es su amigo desde la niñez.

"Un día entró a mi taller Oscar Esperanza Palavecino, cuando era chofer de La Veloz, pero ya cantaba, aunque no era famoso, y le arreglé un par de botas", señaló orgulloso.

"Por aquel entonces funcionada un hotel en la esquina de Pérez de Uriondo y Éxodo y estaba de moda la cumbia, y ahí llegaban cantantes que recién se iniciaban", relató Horacio Pérez. "Fue cuando conocí y le arreglé los zapatos a Karina la Princesita, al Polaco, a integrantes del Grupo Ráfaga, es que mi local estaba en diagonal sobre la avenida y la gente del hotel los enviaba".

Además de lamentarse de no tener fotos de aquellos tiempos, agregó que "también venían motoqueros brasileños a quien les arreglaba las botas".

La pandemia lo obligó a retornar a su primer oficio y pudo subsistir vendiendo bollos a domicilio, y con la simpleza y humildad pidió incluir en la nota a sus hijos Ileana Fernanda, médica, y Matías Enzo López García, estudiante de cine, quienes le dieron el nombre al taller de un orgulloso papá Fer-Mati.