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El complicado brindis de la nueva transición

Viernes, 31 de diciembre de 2021 01:03

La arraigada costumbre de cada fin de año automáticamente nos lleva a decir "felicidades" y "ojalá que ´el que viene´ sea mejor". Valen los deseos. Vale siempre el esfuerzo por instalar la buena onda, contra viento y marea, contra toda desesperanza. Dicen que es la mejor manera de iniciar un cambio.

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La arraigada costumbre de cada fin de año automáticamente nos lleva a decir "felicidades" y "ojalá que ´el que viene´ sea mejor". Valen los deseos. Vale siempre el esfuerzo por instalar la buena onda, contra viento y marea, contra toda desesperanza. Dicen que es la mejor manera de iniciar un cambio.

Pero ¿lo entenderán todos igual, o serán más los que quieren que nada cambie? El anuario de la política en Jujuy indica que, al momento de los brindis, habrá que fijarse en las copas (reemplazando al humilde y cotidiano vaso) para ver si llegan vacías o rebosantes.

La copa de la Unión Cívica Radical, y personalmente la del gobernador Gerardo Morales, naturalmente estará casi hasta el borde de burbujas y felicidad. El GM ganó todo, adelantó las elecciones provinciales para junio y arrasó en las urnas. Calzó dieciocho diputados, que sumados al puñado de los socios del peronismo oficialista del vicegobernador Carlos Haquim, le dan la tranquilidad de una mayoría abrumadora para el próximo año.

Así la Legislatura más que una escribanía que dé fe y confirme los deseos del GM, ya es casi una jefatura de despacho donde los expedientes se sellan y firman sin mirar. Se lo ganaron en buena ley, son las virtudes (y los defectos) del sistema.

Afirmado en su victoria, el GM comenzó a subir la presión por su precandidatura presidencial, remarcó distancias del PRO, de Macri, de Larreta, de Vidal, de Carrió, pero abogando por consolidar la unidad y el crecimiento de Juntos por el Cambio. Parecía un oximorón. Todavía lo parece. Llegó el 25 de agosto: la felicidad del GM y su esposa María Eugenia Tulia Snopek alcanzó el summun: nació la esperada y bellísima Guadalupe.

Pocas horas después, el gobernador retomó con renovadas energías su gestión y encaró la elección de medio término a nivel nacional. Aquí se explica lo de la copa "casi" llena del GM. Porque a pesar de los esfuerzos de campaña, ganó, pero perdió. Renovó uno solo de los dos diputados nacionales que tenía. A pesar de los 195.000 votos, la ministra de Desarrollo Humano Natalia Sarapura quedó en su despacho provincial y solamente Gustavo Bouhid pudo ceñirse los laureles en la frente y pasar del Ministerio de Salud al Congreso. Después, el GM hizo lo de siempre: muy radical, muy amigo de sus amigos, realizó enroques en el gabinete, ni excomuniones ni los castigos políticos que muchos esperaban. Hábito que lentamente va recargando el debe el gobernador, ante los jujeños. Aun así, su copa de fin de año igualmente llega casi llena al brindis del exultante presidente de la UCR nacional.

Las copas del peronismo, según cómo se miren, están medio vacías o medio llenas. El PJ, comandado por Rubén Rivarola, debió enfrentar las elecciones, recibiendo los embates de dos frentes. El esperado, de los adversarios políticos; el indeseado y más doloroso, "de adentro". Prácticamente apostando a hacer perder al PJ (no podían no darse cuenta de sus actos), Carolina Moisés, José Luis Martiarena, Guillermo Sapag, Alejandra Cejas, José Balut y algunos otros, participaron obviamente sin alcanzar el piso del 5% del padrón, aunque lograron el objetivo de fijar postura y licuar la potencia del Frente de Todos.

Detrás de algunos de estos pequeños sectores, hubo un enorme perdedor: Alberto Fernández. El Presidente los recibió en Olivos, se sacó fotos, alentó, mandó videos de saludo y seguramente alguna otra "efectividad conducente", demostrando la pésima elección de sus favoritos.

De los cinco diputados que perdía, RR logró seis, salvó la ropa, y celebró un gran triunfo personal contra toda adversidad. En noviembre La Cámpora impuso en el primer lugar a la diputada provincial Leila Susana Chaher y relegó al segundo al multiganador y reelecto rector de la Unju, Rodolfo Tecchi. La disciplina partidaria a los grupos de pertenencia, hizo el resto. Con 102.600 votos, los jujeños abrieron a Leila la puerta de una carrera política de enorme proyección, en la medida de sus propias actitudes y aciertos futuros.

RR volvió a celebrar y llenó sus copas, hasta la mitad, sintiendo honradamente una vez más, que están un poquito más que medio llenas.

Las copas de la Izquierda son especiales: están medio vacías, y sus militantes todavía deben resolver si el sabor del brindis será dulzón y estimulante o amargo y decepcionante. En junio desaparecieron de la Legislatura. En noviembre, lograron hacer historia enviando un legislador nacional a la Cámara de Diputados. El emblemático Alejandro Vilca fue el elegido: coherencia, solidez ideológica y trabajo de hormiga, se complementaron con la rapiña (legítima) de votos al peronismo y al radicalismo para alcanzar 100.100 sufragios, respirar en la nuca del Frente de Todos, y en algún momento se vio segundo en el podio. Así la Izquierda, que ya en las provinciales había logrado mantener sus bancas municipales, llega con sus copas a la mitad y seguramente brindará por un futuro complicado, que le exigirá todavía muchísimo más esfuerzo, para no dejar de ser y estar.

Hay una isla en medio de la política jujeña: Perico. La intendencia está en manos del partido provincial VIA, que conduce el intendente Luciano Demarco, exfuncionario del Cambia Jujuy.

Llegó a las elecciones de junio con su candidato el periodista Diego Granda, pero no alcanzó al piso por poco. Después participó sin suerte en las elecciones de las nuevas comisiones municipales. Hoy, esa isla es objetivo de colonización tanto por parte del FdT/PJ como de FCJ.

Es obvio que la intransigencia deberá dejar lugar al pragmatismo, pero el intendente deberá acertar hacia dónde inclina el fiel de la balanza, porque dos años pasarán muy rápido y todo se arma para el 2023. Como sea, VIA brindará en su búnker, lleno de expectativas.

Con la pandemia, la inflación, los impuestos, la pobreza y la indigencia arreciando, vamos adelante, esperanzados en un acuerdo con el FMI, en que la gestión local arranque definitivamente con la nueva matriz productiva y que la nacional encuentre el rumbo del trabajo y el crecimiento.

Y que la dirigencia deje las rencillas, los insultos, las pijoterías de conventillo, y se concentre en aquel cambio que mencionaba al principio, en la innovación y la modernización de una provincia y un país que merezcan ser vividos. Con las copas medio llenas, ísalud, amigo lector, felicidades, y que el 2022 sea mejor que el que se va!