De las paredes del salón de los Caprichosos, que es comparsa pero también Centro Cultural, cuelgan cuadros que hacen a los inicios de cada uno de los últimos carnavales. Es el comienzo de una suerte de muestra estable que irá creciendo con más obras, con banderas de los festejos, y que serán vistas por aquellos turistas que visiten el predio pero también, cuando regresen los bailes, por los alegres.
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De las paredes del salón de los Caprichosos, que es comparsa pero también Centro Cultural, cuelgan cuadros que hacen a los inicios de cada uno de los últimos carnavales. Es el comienzo de una suerte de muestra estable que irá creciendo con más obras, con banderas de los festejos, y que serán vistas por aquellos turistas que visiten el predio pero también, cuando regresen los bailes, por los alegres.
Se pueden recordar las noches que se perdían hasta la madrugada bajo ese techo, en la entrada misma de Tilcara, y hay algo que aúna el frenesí de la memoria con la presencia de las artes plásticas. Alguna vez se verán los cuadros al girar de una cumbia o de una cueca, en un diálogo que ya no será privativo de las salas de los museos. Esa es la magia de esta historia, de la que nos habla el "Cacho" Gayardo, cuyo nombre está íntimamente ligado al de Los Caprichosos.
Estamos junto a él y a Walter Apaza compartiendo alguno de los días posteriores al Jueves de Compadres, atípico como lo es todo en este carnaval, peculiar como lo es ver los cuadros colgados en el salón. Sus voces se superponen, tratando de afinar los recuerdos, y terminan por concordar que "Perfume de Carnaval" nació como una propuesta ofrecida por Ariel Cortez. "Son cinco años, porque el carnaval pasado no lo hicimos", concluye Apaza.
Gayardo recuerda que "Ariel me llama un día y me dice: ¿por qué no hacemos una actividad en Jujuy para recaudar fondos para los Capri? Sugiere que el miércoles, víspera del Jueves de Comadres, podemos hacer algo en la plaza de los Leones. Podrían venir ustedes a mostrar el carnaval, me dice. Hagamos una pintada, me dice. Hablamos con la muni, buscamos unos paneles, y ahí surge el nombre por la zamba".
Se golpearon puertas, se buscaron voluntades de otros artistas, se le pidió permiso a la gente del barrio y así fue naciendo, bautizada como "Bombuchada caprichosa, perfume de carnaval". Recibieron la colaboración del Gobierno de la Provincia, y Gayardo sigue recordando que "en aquel entonces eran ocho artistas, no éramos mucha gente. Por respeto, tenemos un lugar en la plaza donde pedimos permiso, hacemos una chayada, y llevamos a cabo la actividad".
"Llenábamos las bombas con témperas de varios colores, las explotábamos en los paneles, y se juntaba plata según la voluntad o se vendían los cuadros para beneficio de la comparsa, con un porcentaje para el artista. Y se pensó en extender la ayuda a otras instituciones".
Se fueron sumando más artistas, "y nos fue superando la gente que iba", dice Gayardo. "En cada panel había dos, tres, cuatro artistas y, de acuerdo a las manchas que quedaban, le daban una impronta, y las trajimos porque queremos que la Asociación sea otra alternativa para el turismo".
Nos habla del deseo de hacer turismo cultural, "y desde acá brindar talleres, charlas, mostrar videos de todo lo que hace al mundo cultural que tenemos en la Quebrada. Esa es la idea. Tenemos colgados diecinueve paneles de todos estos años, para lo que Gastón Verón nos colaboró con el transporte. Estamos gestionando el mantenimiento de los techos y pensamos en talleres de coplas, un museo del Carnaval, charlas sobre Semana Santa".