Superman
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Superman
Cuando desenterraron al Diablito, el periodista gringo había desaparecido, pero pronto Pierro descubrió a ese hombre, con el traje de Superman, que saltaba para apoderarse del muñeco. No había caso, porque la comparsa ya había encarado para la ruta y el baile lo esquivaba. Superman estaba medio machadito, y será por eso que no alcanzaba a su objetivo.
Pierro concluyó de eso que no se trataría del verdadero, y cuando Teresa Mingui, la tamalera de la que Clark Kent se había prendado, lo reconoció pese a su traje de malla ajustada y capa, lo tomó del brazo y se sumaron a las hileras de danzantes. Pero su compañero no le sacaba los ojos al muñeco.
El comisario siguió caminando a la comparsa, y se reía sólo al verlo saltar echando mano de quien tuviera al Diablito en la suya, siempre en vano. Luego se fue para la seccional, convencido de que todo era un extraño cuento. Al otro día escuchó comentarios. Todos hablaban de ese turista ebrio que quería hacerse del símbolo del Carnaval.
Era motivo de bromas, porque parece que el gringo se tropezaba en sus intentos, y siempre la Teresa lo levantaba para seguir bailando. Dicen que las rodillas del disfraz le quedaron a la miseria, y pasaron los días. Ya en Cuaresma, Pierro se topó con la Teresa Mingui, que esbozaba una sonrisa sin razón.
¿Lo volvió a ver?, quiso saber y ella negó con la cabeza. Pero, ¿sabe una cosa? Le puedo asegurar que era Superman nomás, le dijo y el comisario nos confesó que nunca quiso indagar cómo lo supo. Esa es la historia, nos dijo Pierro.
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