De cerca, son algo más que piezas artesanales. Su textura suave, prolijamente delicada y casi frágil, crea un estallido de color postcapullo traslúcido que evoca una lógica presencia abombada, llamativa a la atención por su diseño, que tiene como propósito ser un objeto distinto.
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De cerca, son algo más que piezas artesanales. Su textura suave, prolijamente delicada y casi frágil, crea un estallido de color postcapullo traslúcido que evoca una lógica presencia abombada, llamativa a la atención por su diseño, que tiene como propósito ser un objeto distinto.
A primera vista, todas estas características conviven juntas y en armonía, fascinando las miradas de quienes las observan con una curiosidad inevitable.
Mientras rojos, amarillos, naranjas, violetas y azules se unifican con una simpleza digna de admirarse en estas pequeñas esferas, otros en color blanco -casi transparentes- esperan en una cajita para ser futuros aros, collares o broches, que ya tienen ese don de ser únicos en el Mercado Artesanal de Jujuy (justo ubicado a lado del Teatro Mitre).
La exclusividad de estas piezas es posible gracias a los Bombyx mori o gusanos de seda, que son los creadores de todas estas bellezas, fruto de su labor sin cesar, en horas activas.
Este proyecto cobró vuelo propio dos década atrás y fue una primera experiencia muy especial que demostró que todo tiene su tiempo y que el respeto por el proceso debe ser permanente.
"Es un trabajo a conciencia y para hacerlo de la mejor manera, le prestamos toda la atención", comentó Liliana Torres, artesana y tejedora carmense que conecta muchos saberes y manifiesta la preservación en cada uno de los detalles a la hora de poner manos a obra, o mejor dicho, manos a la producción de seda que más que un trabajo, para ella es un placer.
Chales, chalinas, blusas de hilo rústico, chalecos y bufandas, entre puntos algo complejos y otros no tanto, aparecen luego de una labor ardua con una fuerte personalidad, acompañados de una bijouterie con elegancia, sobriedad y sofisticación que se producen en su taller de Mariano Moreno 509, en el barrio Parque Las Maderas de El Carmen.
"Criar gusanos en el hogar, fue una locura, pero es muy atractivo. Ellos fueron la terapia para mi mamá. Porque hubo un tiempo en el que ella reclamaba tanta atención que no sabía cómo sacarla de su mundo. Entonces un día de tormenta, ella empezó a preocuparse por los gusanos y empezó a tomarles cariño, a cuidarlos, ellos de devolvieron a la vida. A partir de allí se olvidó de sus problemas y empezó a verse útil para hacer otras cosas. También vinieron un tiempo chicos discapacitados que llegaron para conocerlos y aprender de ellos", recordó a modo de anécdota Liliana.
Sueños de Seda denominó este emprendimiento que abarca la parte viva del gusano, desde su nacimiento hasta cuando se desarrollan y que corresponde a un aprendizaje acerca de toda la parte biológica de este gusanito que se alimenta de la hoja de mora.
"La sericicultura me enseña todo el tiempo, gracias a la familia Arce conocí los procesos y con mi familia, nos decidimos a seguir, no con fines comerciales sino más que nada, para saber", contó la artesana.
A partir de ese momento, todo fue a base de prueba y error, ya que en esa época no había tanta información como hoy.
En el medio de la euforia con el tema de la seda, Liliana conoció al "bichito". Un primer impacto que la alejó de los prejuicios y la motivó a seguir en este camino, indagando sobre algo que jamás había imaginado. Con el transcurso de los años, logró entender que hay muchas etapas para cuidar del Bombyx mori y que en cada una de ellas se debe manejar con movimientos milimétricos. Cuando el criadero comenzó a tomar forma, Liliana se dio cuenta de que era todo lo que había esperado. Como en todos los órdenes de la vida, donde se tiene que aprender desde abajo, para tener un buen cimiento y lograr un producto final de excelencia.
Entonces, todo parte de hacer una buena selección de la alimentación para el gusanito. Se trata de una actividad muy loable y sin tiempo para distracciones, por la gran paciencia con la que se tiene que desarrollar.
"La verdad que lo principal es el amor, el cariño y la dedicación, porque si no hay esa motivación, no se puede seguir. Se necesita ser constante para seguir aprendiendo".
El cuidado en el detalle para un criadero saludable
Los Bombyx mori son totalmente dependientes del cuidado humano, sí o sí se deben mantener bajo techo, con un clima templado y una humedad relativamente favorable de 20 a 25 grados, por ser muy delicados. Generalmente se los cría una vez que incuban los huevos, después van reteniendo más lugar en cada muda (cambio) porque ellos se desarrollan de 25 a 30 días como máximo, en ese tiempo ellos tienen cinco mudas y en cada una, duplican su tamaño por lo que también aumentan su alimentación.
A partir de allí, se los cambia de lugar; desde una bandeja de madera más pequeña a una más grande, de 60 cm x 1,5 m. de largo y se los resguarda con una malla ubicada en la parte de la base. “Hay que cambiarlos cada tres días y cuidarlos porque se genera mucho residuo a su alrededor en la última etapa”, destacó la artesana. Es que tienen un crecimiento muy particular con precauciones específicas a tener en cuenta. Liliana llega a contener de 5000 a 7000 gusanos por cría y eso se puede repetir de tres a cuatro veces por temporada, esto no sucede todo el año, sino en momentos específicos”, destacó.
El arte puesto en acción
Cuando las mariposas emprenden su vuelo, los capullos van quedando abiertos y la artesana empieza su trabajo para llegar a la forma deseada. Termina de limpiar por dentro y llega el momento en el que empieza a hacer las piezas; en aros, collares y broches con los tintes naturales para darle una vida especial. La gama cromática es notable con tintes naturales que se extraen de hojas, cáscaras de cebolla, nogal y flores de las cortezas de los árboles. “Desde los capullos rotos se hace el hilo chappé de seda, que se hace es cocinando y desarmando los capullitos en agua con jabón”, aseguró.
La metamorfosis
En el transcurso de 25 a 30 días, las mariposas o gusanos de seda se desarrollan como orugas, a ese término ya hay adultos, que abandonan el alimento porque durante ese tiempo deben hacer una buena reserva para el resto de los días que les queda por vivir; por eso en este período, necesita alimentación en mucha cantidad. “Cuando ya abandonan la alimentación, ellos empiezan a buscar un lugar donde elaborar el capullo, que es producido de manera natural, luego se deben separar los gusanos que ya están listos para “encapullar”, inicia la etapa de “emboscamiento”, ahí deja de comer y es entonces cuando llega el momento en el que empieza a fabricar la seda”, describió Liliana.
En esta ocasión, el gusano se encierra en el mismo capullo y entra en una etapa de letargo inconsciente, se duerme por un período de 15 días para entrar a la metamorfosis y adentro del mismo, se forma en una crisálida y después al término de las dos semanas que son 14 o 15 días, sale convertido en una mariposa. Aquí es donde se cruza y en una semana más terminaría todo su ciclo. Un gusanito forma un capullo durante toda su vida.
Es sin dudas, un trabajo muy valioso que resume toma una vida de la que -en poco tiempose puede aprender mucho; como lo hicieron tiempo atrás, niños en edad escolar al visitar el taller donde se encuentran para adquirir más conocimiento sobre el bichito. “Por ejemplo, antes de la pandemia, los chicos de distintas escuelas llegaban para aprender sobre ellos. La parte más difícil de entender es la metamorfosis, porque no la pueden ver, pero cuando se les explica bien y ellos los ven en vivo y en directo, se les hace más fácil” dijo Liliana.