Ellas se animaron a hacer el esfuerzo y a encaminarse hacia un desafío hermoso. Les ha tocado vivir en el borde de la incertidumbre, pero eligieron la aventura y optaron por hacerle caso a las señales.
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Ellas se animaron a hacer el esfuerzo y a encaminarse hacia un desafío hermoso. Les ha tocado vivir en el borde de la incertidumbre, pero eligieron la aventura y optaron por hacerle caso a las señales.
Así comenzó a gestarse, este saber expuesto en el hacer que las agricultoras llamadas "Las Señoritas" logran sacar a la luz, día a día desde Uquía.
Las tramas de tierra recorren en hileras y -como escritas en un centro sagrado- reavivan en brillo de una vida antigua que hoy es vital para ofrecer alimentos únicos y las heroínas de la cosecha se activan y se vuelven a dar a conocer a través de un lugar místico con una energía poco común.
Ellas conviven en una naturaleza que se impone desde el cerro que observa todo, el de "Las Señoritas", donde se cuida y contempla un producto con una calidad única.
"Estamos orgullosas de lo que estamos logrando, vemos crecer las semillas, las cuidamos y logramos hortalizas y frutas libres de químicos", dijo Paola Pérez Parada; una de las fundadoras de este grupo familiar que lleva cinco años de permanencia con esta actividad en el corazón de la Quebrada.
La madre tierra expone a la agricultura como un gran emblema del trabajo que da la posibilidad de que en tiempo de recolección, las personas conecten con sabores, colores y todo lo que tiene que ver con la vida; y de esta manera ser una unidad, en la que todos somos naturaleza. "Es volver a nuestras raíces, a lo que nuestros abuelos realizaban. Lo que significa también volver a tener en cuenta este trabajo: empezamos a producir, pero el principio fue lento. Cuando empezó a crecer, ya teníamos las papas, continuamos con lechugas y surgió otra problemática al ver quiénes serían los destinatarios, a dónde la íbamos a venderlas, a qué otros productores, a qué precios. Empezamos a armar redes para abrir este emprendimiento sin intermediarios", relató.
Entonces el principal objetivo de trabajar con la tierra permite un crecimiento triunfal e interesante, al desmitificar la idea de que el progreso sólo se encuentra en la ciudad.
"Cuando nuestras abuelas, nuestras mamás, nos hacían la comida o entre las familias, hacían de todo, la selección de los ingredientes para la comida, se perdió; entonces queremos recuperar eso y que nuestros hijos también se vuelvan a encontrar", expresó la agricultora.
Así, "Las Señoritas" proponen que el alimento requiere de un cuidado óptimo con una identidad que no sea ajena, sino bien jujeña.
"Queremos saber qué comemos y cómo lo comemos, nosotros desde nuestro lugar de agricultoras intentamos recuperar esas tradiciones".
Y es que la producción andina, tiene una historia -nunca mejor dicho- rica; llena de sabores que fueron atravesando generación tras generación. Papas andinas en tres variedades, choclos amarillos y blancos, acelga de tallo largo y corto, lechuga crespa, mantecosa, morada, puerro, perejil, remolacha, cebolla de verdeo, espinaca, rúcula, ajo, arvejas y el producto agregado en ensalada, budines, aceites y pestos, forman parte del stock de productos que ahora planean empezar a deshidratar por abastecimiento ante el próximo frío.
El servicio que viene directo de la tierra a la casa, tiene una faceta tecnológica que puede descargarse a través de una aplicación con el fin de mejorar los hábitos de consumo.
"Cuando cosechamos, vamos a un centro de distribución a San Salvador y trabajamos con productos de estación que hacen que los consumidores los empiecen a incorporar. Son alimentos que al estar en la mesa que fortalecen el sistema inmunológico. La gente nos acepta, estamos seguros de que brindamos productos buenos, saludables", finalizó Paola, recordando para el final que la app es "Huerta ‘Las Señoritas’ - Productos Agroecológicos"; y que brindan un pedacito de saber con altas expectativas de formar parte de un rol importante en la alimentación general. Para "Las Señoritas" compartir este saber y trabajo, las fortalece cada vez más, no solo como agricultoras quebradeñas, sino como familia que, al mismo tiempo, propone un servicio natural destinado a la comunidad.