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Un oficio que también permite ayudar a quienes no tienen voz

Lunes, 07 de junio de 2021 01:02

La solidaridad no conoce fronteras, profesión, nivel social ni alguna actividad. Se la ofrece a través de pequeños y grandes gestos. Para los periodistas puede ser una valiosa herramienta. Este valor está más presente de lo que pensamos y hacemos diariamente.

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La solidaridad no conoce fronteras, profesión, nivel social ni alguna actividad. Se la ofrece a través de pequeños y grandes gestos. Para los periodistas puede ser una valiosa herramienta. Este valor está más presente de lo que pensamos y hacemos diariamente.

Hoy, en el Día del Periodista, quiero recordar el rol que cumplimos a la hora de relatar historias, vivencias de todo tipo y de escuchar al otro. Somos un nexo para hacer llegar a nuestros lectores relatos de superación, de solidaridad, de derribar prejuicios, del cuidado del medio ambiente y hasta del amor por los animales. Lo cierto es que siempre hay que buscar un propósito en la vida, no sólo ejercer estrictamente el periodismo, sino también encontrar un objetivo para aprovechar este hermoso oficio y hacer algún aporte más a la comunidad. En mi caso, me incliné por lo que es la protección de los animales. Sin convertirme en una rescatista, me considero una colaboradora de la causa, a la que se dedican todas aquellas personas que aportan su tiempo para generar conciencia en torno a los cuidados que necesitan sobre todo las mascotas.

En este fascinante camino que me tocó atravesar, de la mano de los rescatistas, difundiendo tanto en las páginas del diario papel y de la versión digital, quiero rescatar en esta oportunidad la historia que me llegó muy de cerca de Aquiles y Chimuelito.

Para la mitología griega, Aquiles fue el principal héroe de Troya y el más fuerte, rápido y bello guerrero de la Iliada de Homero. Esto valida el nombre del valiente cachorrito que nació solo con dos patas traseras. Quizás, quienes lo vean dirán que es un perrito que nació sin suerte, pero nada se asemeja a esa visión, y es porque su forma de moverse y vivir es digna de admiración. Además de encontrar un nuevo hogar en barrio Cuyaya, todos los días de su vida, tiene a quien ladrar y con quien sentirse incluido. Mientras tanto, Chimuelito nació ciego de un ojo y hasta el día de hoy lucha por salvar el otro. Siendo tan pequeñito, con tres meses de edad, es un sobreviviente de una camada de diez perritos.

Pese a su discapacidad, una familia lo adoptó y le brinda todo el amor que se merece. Con estas breves historias, quiero decir que algo hermoso que tiene el periodismo es que te da la posibilidad de poder colaborar en estos casos y que lleguen a un final feliz. Y como mencioné al principio, no hay impedimentos cuando uno quiere sumarse a alguna causa solidaria.