Por JUAN ALBERTO FUENZALIDA Instituto de Der. de personas mayores.
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Por JUAN ALBERTO FUENZALIDA Instituto de Der. de personas mayores.
La Ley 27.360 aprueba la Convención Interamericana sobre Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, que tiene como objetivo promover, proteger y asegurar el reconocimiento y el pleno goce y ejercicio en condición de igualdad de todos los derechos humanos y libertades, favorables de la persona mayor, a fin de contribuir a su inclusión, integración y participación en la sociedad.
A través de esta actividad itinerante, se busca informar, sensibilizar y, lo más importante, concientizar a la población en general y en particular a nuestro querido Jujuy sobre este flagelo, por así llamarlo, que es el abuso y maltrato, en todas sus formas, riesgos y posteriores consecuencias en su salud.
El mundo expresa su oposición a todo tipo de sufrimientos infligidos a estas personas. Con estas bases y desde el puesto de trabajo de cada uno, debemos dar a conocer, ampliar y difundir este nuevo paradigma que es el derecho que tienen las personas mayores.
Es una problemática humana, intergeneracional, integral y multidisciplinaria, no es que se esté haciendo o poniendo en práctica una política partidaria, ni tampoco usamos a nuestros mayores, lo que buscamos con este espacio es hacer visible lo invisible.
Ser una persona mayor no es ser una cosa, se sigue siendo un ser humano, sujeto de derecho. La existencia de la persona humana comienza con la concepción y termina con la muerte (Código Civil y Comercial de la Nación Ley 26.994 art.19 y art.93).
El proceso de envejecimiento es inexorable e irreversible, a su vez es la etapa más importante de nuestro andar terrenal, es por eso que exigimos que seamos tratados dignamente.
Tampoco es sinónimo de enfermedad, simplemente ya sea por una dificultad física o cognitiva, quedan expuestas por la dependencia a sufrir abusos o malos trato, al hablar de estos vocablos el más cruel y terrible de los casos es el privarles el contacto con sus descendientes, los nietos. Seguramente, y sin temor a equivocarme, toca las fibras más íntimas de todo ser humano, como poder verlos, tocarlos, besarlos y abrazarlos. En síntesis, disfrutarlos a pleno.
Quien podría asegurar que no sea el último deseo del abuelo/a. Debemos tratar de escuchar, acompañar, de ver cómo contener ante esta situación. Tenemos la obligación moral de denunciar estos aberrantes hechos contra estas personas indefensas, vulnerables y casi en la mayoría dependientes, que se encuentran institucionalizados y aun en otros casos más graves que se desarrollan dentro del seno familiar.
Hay que tener en cuenta que el abandono es la falta de acción deliberada o no, para atender de manera integral las necesidades de una persona mayor, que ponga en peligro su vida o su integridad física, psíquica o moral.
El maltrato es la acción de omisión único o repetidamente contra una persona mayor que produce daño a su integridad física, psico y moral, que vulnera el goce o ejercicio de sus derechos. Generalmente ocurre en una relación de confianza.
La negligencia es el error involuntario, la falta deliberada, descuido, omisión, desamparo e indefensión que le causa daño a la persona mayor, discriminación por edad en la vejez, es decir, cualquier distinción exclusión o restricción basada a la edad.
Como conclusión, al hablar de sus derechos, por ejemplo a tener una vida plena, que por su edad no sea discriminado, que tenga acceso a un trato humano y a envejecer en su hogar, junto a sus seres queridos, lo ideal es el "Trátame bien", puesto que mañana todos seremos mayores, es una cuestión de tiempo, en esa dirección nos dirigimos todos.