Por JULIO CERRIZUELA
inicia sesión o regístrate.
Por JULIO CERRIZUELA
Que los artistas son dueños de una sensibilidad especial, no sería noticia. Que se conmueven con momentos cotidianos, tampoco. Pero, que usen su arte para hacer realidades sueños de miles de niños en todo el mundo, es una historia que debe ser contada.
Cuando llegó a la Argentina para exponer en Recoleta, allá por el 2000, la holandesa Hetty van der Linden era una destacada pintora, que había llevado su arte a New York, Madrid, Croacia. Luego de la exposición en el coqueto barrio, e invitada por la mágica noche porteña, la artista se fue caminando. Y fue allí que se topó con niños durmiendo en la calle, caminando quizás sin rumbo, comiendo lo que quedaba en los cestos de basura.
Había vendido esa noche cuatro o cinco cuadros y fue desde esa visión, que el dinero y su arte, le empezaron a pesar. No podía concebir que su trabajo solo le sirviera para ganar dinero.
Fue así que nació "Paint a Future", una fundación que convoca a pintores de todo el mundo a trabajar por los sueños de niños, familias e instituciones de todo el mundo.
Este colorido colectivo solidario está en todos los continentes. Tiene que ver con pobreza, diversidad, pueblos indígenas de Sudamérica, de Taiwán, discriminación, explotación de niños y tantos otros temas que movilizan la conciencia social de sus integrantes.
La holandesa volvería muchas veces más a la Argentina. Para entonces, ya había formado una red de amigos que la llevarían a pintar, dar talleres y a brindar ayuda a, por ejemplo, Gualeguaychú.
Sería en vano buscar explicación a la casualidad. Fue producto de esta o del destino que un amigo la invitó a cenar y esa noche conoció a un radioaficionado, amigo de ese amigo, que vivía en Jujuy y que mediante su equipamiento escuchó que a una escuela se le había volado el techo y necesitaba ayuda. Por supuesto que la pintora no dudó y decidió ser ella la que encabece la acción solidaria.
Montañas de sueños que besan el cielo comenzarían a tener pinceladas de esperanza, con la visita de Van der Linden y su equipo de acuarelas guardianas.
La fundación, en Jujuy, ayudó en la construcción del nuevo edificio de la escuela "Hellen Keller", le compró un bandoneón y le restauró otro a Daniel Vedia, compró un macho de llama reproductor para la comunidad de Rachaite y sigue estando presente, con muchas acciones que trascienden hasta las mismas letras que las cuentan.
El referente local
Cuando Hetty van der Linden llegó a Jujuy, se acercó a solicitar ayuda logística en la Secretaría de Cultura. Allí se encontraba montada una muestra de talentos locales, en la cual exponía un joven e incipiente artista de nombre Alejandro Teves.
Corría 2008 y el jujeño fue invitado a participar de la fundación. "Fue en un encuentro internacional en Florianópolis, Brasil. Era para ayudar a unos chicos de Chaco y para el techo de una escuela de El Durazno, Tilcara", recordó el pintor en diálogo con El Tribuno de Jujuy.
Teves brindó detalles del modo de trabajo de "Paint a Future" y contó que los artistas se reúnen en hoteles, se pinta y una parte de la producción es donada a la fundación, luego esos cuadros se venden y lo recaudado se usa para cumplir los sueños de los niños, aunque también ayudan a escuelas, organizaciones y otras causas que los movilizan.
La holandesa, alma mater de este movimiento, define a Teves como "alguien muy especial, la persona con menos ego y que más hace para la humanidad".
Muchas son las bondades artísticas y personales del pintor que sostienen estos dichos. Como pintor, es excelente y vendió muchos cuadros, tantos que se pudieron construir casas en Chaco. Es dúctil, al punto de dar talleres para niños con VIH en Sudáfrica. Sencillo, como para ingresar a una favela y salir escoltado, luego dormir en un hotel cinco estrellas y más tarde pintar en la selva de Madagascar.
"El arte no es solo para galerías, también tiene esa función social", afirmó Teves, sobre el rol que asumió al integrar este colectivo solidario.
Sobre la forma de trabajo que tienen, el pintor expresó con orgullo que "esto es directo; hace falta una casa, se venden cuadros y se hace la casa. Se le cambia las condiciones de vida a la gente de inmediato. No hay burocracia de notas, bajadas de fondos, presupuestos. En dos semanas está el resultado. Le damos al arte una fuerza que perdió con el mercado, que lo inclinó a lo comercial".
Con el pincel como varita mágica, van por el mundo preguntándoles a los niños sobre sus sueños, sobre los que nadie indaga, porque se cree que no tienen futuro.
La holandesa y el argentino también sueñan. Y si reciben una hoja en blanco para dibujar sus sueños, ella pintaría cien cuadros que aún restan por vender y a más artistas sumándose a la causa. En tanto él, pintaría a sus seres amados, a sus hijos, futuros nietos, a él y a su familia bajo un techo, en una circunstancia de felicidad.