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Una invasión como si fuera la Segunda Guerra Mundial

Viernes, 30 de diciembre de 2022 01:01

El 24 de febrero, el presidente ruso Vladimir Putin ordena invadir Ucrania, sin embargo, en los días previos, aseguraba que sólo se trataba de ejercicios militares.

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El 24 de febrero, el presidente ruso Vladimir Putin ordena invadir Ucrania, sin embargo, en los días previos, aseguraba que sólo se trataba de ejercicios militares.

Esa fue la primera de un rosario de falacias por parte del Kremlin en la voz tanto del presidente ruso como de su ministro de Seguridad, Serguéi Shoigú, exmilitar soviético, amigo y confidente de Putin y responsable de planificar la invasión.

En esos días de febrero, el mundo no terminaba su esfuerzo por deshacerse de un mal biológico que entraba en otro originado por ese virus que tiene cura, la ambición, la maldad y las ansias de poder.

A partir de ese momento, se abre otra crisis que ya se venía venir, la lucha de Oriente contra Occidente, la lucha por la supremacía económica con Rusia y China por un lado y Estados Unidos por otro.

Ucrania en el medio, un lugar central tanto geográfica como simbólicamente, un territorio donde se disputan la tiranía con la democracia.

Más de cien mil soldados y cientos y cientos de tanques invadían Ucrania desde el este y el norte, con ayuda de Bielorrusia, aliado incondicional del gobierno de Putin.

Para Occidente, la invasión es sólo un primer paso e inmediatamente los países de la Otan se ponen del lado del invadido. Este posicionamiento es lo que Rusia esperaba, para poder lanzar una drástica amenaza, el uso de armas nucleares. "Estamos dispuestos a emplear todos los medios", decía Putin.

Millones de ucranianos se ven desplazados, huyen de los territorios invadidos del este y también de la capital, Kiev, rumbo a los países amigos. Miles y miles de familias que tienen los medios se van a Polonia y a gran parte de Europa.

El avance del ejército ruso ciudad por ciudad y pueblo por pueblo del Donbass, ese territorio del este donde anidan separatistas rusos, no sólo deja destrucción de instalaciones sino lo peor de lo peor que muestra esta guerra que lleva diez meses: los crímenes humanitarios.

Ucrania registra 54.607 crímenes de guerra de Rusia. Hace unos días, el Parlamento ucraniano ha ofrecido un informe desde que comenzó la invasión. Hasta 54.607 crímenes de guerra lleva cometidos Rusia desde el 24 de febrero. Entre ellos, destaca la muerte de 450 niños y otros 863 heridos.

Pero Putin sigue afirmando que los objetivos de los bombardeos es infraestructura militar, las imágenes en fotografías y videos, como así también los informes de medios de comunicación y ongs humanitarias muestran edificios de viviendas destruidos, centros comerciales, escuelas y hospitales despedazados.

Los bombardeos desde el aire, con misiles teledirigidos y drones kamikazes proporcionados por Irán comenzaron cuando Rusia se vio superado por tierra, después de haber perdido cientos de tanques y decenas de miles de soldados, algunos de los cuales desertaron.

Putin, que dice querer "desnazificar" Ucrania, se ve aislado diplomáticamente. La Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos imponen sanciones económicas a Moscú que endurecen sucesivamente y entregan armas a Ucrania, que además obtiene el estatus de candidato a la Unión Europea. Los testimonios se multiplican contra el ejército ruso, acusándolo de asesinatos de civiles, torturas y violaciones.

Las tropas rusas renuncian al inicio de la invasión a rodear la capital, Kiev, donde el presidente ucraniano Volodimir Zelenski se dirige a diario a los dirigentes mundiales para pedirles apoyo económico y militar.

La guerra desata el miedo a una crisis alimentaria mundial, por el bloqueo marítimo impuesto por Rusia en el mar Negro.

En julio, un acuerdo permite a Ucrania retomar sus abundantes exportaciones de cereales.

En septiembre, Putin decreta la movilización de unos 300.000 reservistas y firma la anexión de cuatro territorios ucranianos total o parcialmente ocupados, tras unos "referendos" denunciados por la comunidad internacional. Al mismo tiempo, el ejército ruso suma un revés detrás de otro en el terreno. Tras el abandono de la región de Járkov, Moscú ordena a inicios de noviembre la retirada de sus fuerzas de Jerson, en el sur de Ucrania. Rusia lanza cientos de ataques de castigo contra la red energética ucraniana, y deja a millones de ucranianos en la oscuridad en la antesala del invierno.

La ayuda internacional no se hace esperar para que el gobierno de Zelensky pueda hacer frente al nuevo objetivo de Rusia, hacer que la gente se muera de frío destruyendo las centrales generadoras, salvo Zaporiyia, esa central nuclear que tiene tomada desde el inicio de la guerra y que es una de las más grandes de Europa.

Todo indica que la guerra durará mucho más.