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Rol de docente y mujer en diversas instituciones

Una reconocida profesional recientemente jubilada de la Escuela de Comercio Nº 1 profesor "José Antonio Casas".

Martes, 08 de marzo de 2022 00:02

Con grata sorpresa recibí la invitación para escribir sobre mis experiencias desde el rol Docente y como Mujer en las diversas Instituciones educativas, públicas y privadas en las cuales a través de los años impartí enseñanzas tanto en Historia como en Educación Cívica (hoy denominada Construcción Ciudadana).

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Con grata sorpresa recibí la invitación para escribir sobre mis experiencias desde el rol Docente y como Mujer en las diversas Instituciones educativas, públicas y privadas en las cuales a través de los años impartí enseñanzas tanto en Historia como en Educación Cívica (hoy denominada Construcción Ciudadana).

Me gustaría referirme principalmente al espacio y muy buen trato siempre con respeto que fui recibiendo y obteniendo como "Mujer Docente" en todos los establecimientos donde trabajé, aclarando que en la mayoría predominábamos las mujeres. Relato desde una época en la cual no se hablaba de "igualdad de género" pero sí de "derechos humanos".

Inicialmente por tradición "debes pagar derecho de piso" es decir "hacete cargo de este acto", "redacta el discurso" o "sos la nueva jefa de área de Ciencias Sociales", también "te toca hacer la planificación y no te preocupes te ayudamos" (aunque después la ayuda sólo consistió en la firma), etc. Así empecé enfrentando nuevos desafíos, aprendiendo y tratando de cumplir con todo, llegando a horario, preparando las clases con cursos numerosos, volviendo al hogar con las evaluaciones que hay que corregir, postergando las tareas del hogar, desatendiendo muchas veces a la familia, trasnochando, o atenta a los feriados para tener un descanso (porque los sábados y domingos no alcanzan), o si los gremios del transporte o educativos declararon el paro y tienes la incertidumbre puesta en las noticias de último momento, entonces te preguntas ¿Qué hago, voy o no voy? (Si sos suplente: jodete, tenés que ir), ¿Cómo llego? (hace 30 años no había remises y tomar un taxi era caro; mi novio, ahora mi marido, me llevaba en su moto y sentadita de costado con falda y sandalias de taco aguja atravesábamos la ciudad y al fin llegaba al colegio que quedaba prácticamente en Tierra del Fuego; ahora me río, pero es cierto, lo primero que hacía era peinarme para ingresar y dar la clase).

En medio de todos eso de repente a los docentes nos notificaban que debíamos asistir de forma obligatoria, con suspensión de clases, a las fastidiosas reuniones institucionales (si no vas te descuentan y una falta si es injustificada influye negativamente en tu legajo), y ni les cuento si se enferman (tener que ir a justificar al Ministerio es otra historia).

Seguramente muchas mujeres docentes se verán reflejadas en mis expresiones y coincidirán que lo positivo de todo esto es que vas adquiriendo experiencia, conociendo colegas que te aconsejan: "ojo con la Junta, controlá que te califiquen bien", "hace más cursos así aumenta tu puntaje", "por la antigüedad vas a cobrar mejor", (mientras tanto hay que hacer malabarismo con el sueldo y tratar de tener más horas) pero sobre todo rescato además de las valiosas amistades que adquieres, el hecho de ir ganando tu lugarcito en el sistema educativo; también se va perdiendo el temor a las primeras clases frente a los alumnos, ya pasaste la prueba, organizas mejor los tiempos y puedes compartir minutos de la clase para hablarles de temas que no son específicos de tu espacio curricular, sino de la vida en general, de la información de los medios sobre acontecimientos diversos, de los valores, de la familia, etc. y escuchar sus inquietudes o dudas con total empatía como así también sentir la mayor satisfacción cuando ellos responden con el aprendizaje, y que te recuerden con el paso del tiempo, te saluden en la calle o que los encuentres trabajando en otras dependencias, que son profesionales, que formaron hogares y sus hijos fueron también mis alumnos, eso para mí es maravilloso.

Luego de varias suplencias, al fin llega la noticia de que sos "Titular", pero ahí no termina todo hay que seguir día a día con la mejor predisposición y por vocación dejando de lado cualquier problema, debes estar frente a tus alumnos y dar lo mejor, porque esa es la profesión elegida.

Así fui acumulando horas a través de los años y sin necesidad de seguir "corriendo" de un colegio a otro, fui concentrando mis horarios en un solo establecimiento del cual tuve el privilegio de redactar el Acuerdo Escolar de Convivencia, reglamento interno que destaca la educación en valores de la comunidad educativa de la prestigiosa Escuela de Comercio Nº 1 "Profesor José A. Casas" y en la cual con orgullo puedo decir que por mis aulas transcurrieron más de 20 generaciones de educandos "loritos" y de las últimas dos que me tocó en estos años de pandemia, lamento no haber tenido mayor cantidad de clases presenciales debido al sistema de virtualidad por el cual tuve que "reinventarme" para poder llegar a los alumnos y seguir transmitiendo los "saberes prioritarios" que significan en pocas palabras "enseñar menos".

Mas allá de todas esas experiencias vividas, desde mi rol, soy una persona agradecida a la vida por la educación que recibí de mis padres, por ejercer una carrera con vocación de servicio, un trabajo digno, por el apoyo incondicional de mi familia, por poder transmitir mis conocimientos y valores a los alumnos, por las valiosas amistades que aún conservo, y por el excelente trato que siempre recibí de directivos, preceptores (que son los pilares de toda escuela), padres, personal administrativo y ordenanzas.

Y ahora que llegué a la meta final con la "Jubilación" y esperando el merecido descanso que todos auguran, les digo que no es tan cierto, igualmente concluyo afirmando que después de 35 años de trabajo docente estoy como dice Víctor Heredia en su canción "Sobreviviendo".