"No quiero ir más a la escuela. Me tratan de gorda chancha. íDios, llevame al cielo!". Estas son algunas de las desgarradoras palabras que expresó entre llantos una niña a través de un video, tras relatar el bullying que sufrió en su escuela. El reciente caso de la alumna de tan solo 6 años de edad, de Mendoza, es el reflejo de que el bullying sigue afectando a la infancia. A muchos les cuesta expresar el calvario que están experimentando y es por eso que El Tribuno de Jujuy dialogó con la abogada y técnica en Niñez, Adolescencia y Familia, Daniela Camino Pelagatti, para conocer de qué manera los padres deben actuar en caso de que sus hijos estén atravesando por este flagelo, o sean quienes lo estén provocando.
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"No quiero ir más a la escuela. Me tratan de gorda chancha. íDios, llevame al cielo!". Estas son algunas de las desgarradoras palabras que expresó entre llantos una niña a través de un video, tras relatar el bullying que sufrió en su escuela. El reciente caso de la alumna de tan solo 6 años de edad, de Mendoza, es el reflejo de que el bullying sigue afectando a la infancia. A muchos les cuesta expresar el calvario que están experimentando y es por eso que El Tribuno de Jujuy dialogó con la abogada y técnica en Niñez, Adolescencia y Familia, Daniela Camino Pelagatti, para conocer de qué manera los padres deben actuar en caso de que sus hijos estén atravesando por este flagelo, o sean quienes lo estén provocando.
Cuando hablamos de bullying, ¿a qué hacemos referencia?
Hablamos de una relación asimétrica de poder, donde hay una víctima y un victimario, en la cual se ejerce agresión para tener ese poder sobre la persona. ¿Y qué implica esa agresión?, amenaza, violencia física o violencia verbal. Eso causa una angustia en la víctima, afectando su equilibrio emocional. Las consecuencias son depresión, ansiedad, tener pensamientos suicidas, desórdenes alimentarios, aislamiento, soledad, entre otras.
¿Por qué motivo ejercen bullying los niños hacia otros?
Cuando se trata de niños hay que mirar hacia arriba y ver qué pasa con los padres o cuidadores. Sobre todo, qué está sucediendo en la casa. Me parece que es algo más inconsciente, una forma de relacionarse mal aprendida. Por lo general quienes ejercen este tipo de violencia, es porque son víctimas directas como indirectas. Es decir que presencian cierto grado de violencia y esa forma de relacionarse en sus hogares. Para mí, el foco hay que apuntarlo en los adultos, ver qué está pasando con ellos que no están enseñando a esos niños modos saludables de relacionarse. A través del diálogo, de la solidaridad, de la tolerancia sobre las diferencias del otro.
¿Cuáles son las señales que deben tener en cuenta los padres?
La alarma principal es que el niño no quiere ir al colegio, porque ese es un lugar en donde ellos comparten con los compañeros, aprenden y juegan en el recreo. Es muy importante estar atentos, tanto como padres, maestros y directores de las instituciones.
Hay una relación asimétrica de poder, es decir que hay una persona que está por encima de otra, y hay un factor de riesgo clave en estos casos, que es cuando se trata de niños distintos a la masa. Sobre eso se ejerce esta violencia. O porque tiene una capacidad distinta, porque es más introvertido, más estudioso, porque tiene una diferencia física. Siempre hay que preguntarles a los niños cómo están, cómo les fue en el colegio, qué hizo en el día, cómo la pasó en el recreo, con quién jugó.
¿Qué actitudes se naturalizan y es dañino hacia otra persona?
Creo que se naturaliza la falta de tolerancia, agarrar de punto a un niño que se destaca por múltiples razones. Eso como maestros me parece muy importante que estén alertas, porque ocurre más de lo que pensamos. Enseñarles formas de resolver los problemas, pero no desde el punto de vista pasivo, sino activo. Pueden aplicar técnicas. Se me ocurre como idea, pequeños mediadores en las aulas, que enseñemos a esos niños a que se pongan en el lugar del otro que sufre bullying. Eso se educa principalmente.