La búsqueda y la necesidad de hacer algo propio llevó a Maximiliano Carrizo a dejar de lado muy buenos trabajos en Córdoba para regresar a Jujuy, donde comenzó acompañando a su madre Estela para evitar estar con su cabeza ocupada y hasta decidir qué hacer comenzó ayudándola, cortando madera, lijando y pintando.
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La búsqueda y la necesidad de hacer algo propio llevó a Maximiliano Carrizo a dejar de lado muy buenos trabajos en Córdoba para regresar a Jujuy, donde comenzó acompañando a su madre Estela para evitar estar con su cabeza ocupada y hasta decidir qué hacer comenzó ayudándola, cortando madera, lijando y pintando.
"Un día encontré que se hacían ferias de emprendedores y de artesanos en la capital, El Carmen y Palpalá y al observar que esto de crear algo propio y que a otra persona le guste y además te compre, realmente descubrí que era algo que me gustaba y es que comencé a preparar cosas. Y fui a una feria, que si mal no recuerdo, fue un domingo en El Carmen, donde me fue bastante bien y ahí es donde entendí que era lo que me gustaba", comenzó diciendo Maxi a El Tribuno de Jujuy.
Remarcó el entrevistado que "ya teniendo el local, puedo pasar aquí de lunes a lunes pintando, cortando, haciendo cositas en diseño, y siento que no es un trabajo, es algo mucho más, donde no me estreso, no me canso y eso me reconforta y me ayuda".
El principio
Comentó con alegría que "fue ahí que comencé a ir a ferias de Palpalá, a la 19 de Abril, a la exestación, fui a todas; en algunas vendía muy bien, y en otras más de una vez regresaba sin vender nada, con las manos vacías, donde me bancaba frío, calor, que se te caiga algo y se rompa. Es ahí donde aprendés a curtirte un montón", indicó.
"Cuando todo comenzaba a marchar bastante bien llegó la pandemia, y de hecho como a todos se les cortó el trabajo y de hecho las ventas. Fue cuando me hizo un clic porque se cayó todo, y lejos de ponerme a pensar que está todo mal y cómo iba a hacer, me dije: ya no quiero seguir yendo a ferias, quiero un local propio y fue que en plena pandemia me mentalicé que mi próximo objetivo era el local propio, que pude inaugurar hace solo un año y tres meses".
Maximiliano, con el entusiasmo propio de su juventud, recordó que inició una nueva etapa realizando cursos de emprendimientos, interiorizándose sobre todo lo que era necesario para tener su propio local y, fundamentalmente, elaborando numerosos artículos para lo que con el tiempo se constituiría en su local de venta.
Finalmente, Maxi señaló que "en un año clavado es que pude dar inicio a mi sueño, ya que tenía el local que tanto había soñado. Es así que pude registrar la marca 'Hecho a mano', y sigo trabajando con mi mamá en un taller en Alto Comedero", acotó.
Aclaró que lo que más se venden son las cajas de té, con las que se inició y se hizo conocido, y las mesas que se construyen a medida, con diseño a gusto del cliente, "todo de forma artesanal". Los interesados pueden ingresar a su facebook o ir a Necochea 251.
De la feria barrial a tener un local comercial
“Participar de las ferias fue una experiencia superadora, porque me brindó la posibilidad de crecer sin darme cuenta en todo sentido, desde lo profesional a lo comercial, y fue ese el sitio donde me hice conocido”, señaló Maxi en referencia a sus inicios.
“En la calle uno encuentra la calidez de la gente, especialmente aquellas que son capaces de valorar una pieza que es única y que tiene una elaboración artesanal, aunque se trate de una simple mesa, pero a la cual nosotros le podemos poner nuestra impronta, darle un toque que no va a encontrar si ese producto es industrial”, manifestó el joven emprendedor. Su pequeño salón de venta muestra una serie de productos que tienen un detalle especial, por lo cual Maximiliano Carrizo aclaró: “No hay dos piezas iguales, cada una de ellas tiene su propio diseño y estilo, aún cuando las mismas parecen ser iguales a simple vista”. En el negocio instalado en una céntrica galería también se destacan los juguetes didácticos para niños.