Gerónimo Soto se muestra vivaz, inquieto y predispuesto al diálogo con El Tribuno de Jujuy. Es una fecha más que especial ya que está celebrando sus cien años acompañado de su esposa, sus dos hijos, sus tres nietos y un reducido grupo de amigos que se encargaron de que la celebración tenga colorido y algarabía.
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Gerónimo Soto se muestra vivaz, inquieto y predispuesto al diálogo con El Tribuno de Jujuy. Es una fecha más que especial ya que está celebrando sus cien años acompañado de su esposa, sus dos hijos, sus tres nietos y un reducido grupo de amigos que se encargaron de que la celebración tenga colorido y algarabía.
Este hombre que con solo 23 años se constituyó en el primer meteorólogo de la ciudad de La Quiaca recordó que por aquella época era un pueblo y hoy es toda una ciudad; hijo de Concepción Leaño de Soto y Justiniano Soto, tenía nueve hermanos de los que solo queda una de 95 años que reside en la ciudad de San Miguel de Tucumán.
Don Gerónimo luce impecable, de saco y corbata, y afirmó que "por suerte puedo disfrutar del cariño de mis hijos, mis nietos y los amigos que me aprecian", recordando que se inició en la carpintería de su padre cuando no existían máquinas, "era todo a pulmón", y agregó que "yo lo ayudaba con la garlopa, con el cepillo, hasta que un buen día se produjo en el observatorio del Ministerio de Hacienda una vacante y después de rendir un examen me tomaron, Ad honorem, en el año 43, con una paga de 30 pesos que era mucha plata, mientras la otra gente ganaba $147, 20 y la mayoría eran extranjeros contratados por el Gobierno argentino para que instalaran y nos enseñaran los secretos y el manejo del servicio meteorológico. Me efectivizaron en el año 46, después de realizar cursos de meteorología, de geofísica, de hidrología, y radiación solar".
Su profesión lo llevó a instalarse en Buenos Aires donde anduvo en "troles" por espacio de tres años, antes de pasar a desempeñarse en la Antártida Argentina donde permaneció por unos 14 meses. Comentó que el 12 de julio de 1902 comenzó a trabajar en la estación meteorológica de La Quiaca que está por cumplir 120 años habiéndole un Ente Técnico Científico de Japón otorgado una medalla de oro en 1982 por la colaboración brindada en 1930.
Los recuerdos, anécdotas y vivencias están frescas en la memoria de don Gerónimo como si hubieran sido ayer.
Ser papá a los 54 años
Gerónimo Soto contrajo enlace con Teófila Gladis Llanos el 8 de junio de 1973 y hace un par de días celebraron 49 años de caminar juntos. “A mi señora, que es de El Carmen, la conocí en un baile en La Quiaca, yo ya tenía 51 años y tuvimos dos hijos, Alejandro, de 46, que es bioquímico y trabaja en el Materno Infantil de Salta, y mi hija, Vanesa, de 44, que es médica clínica infectóloga y vive en Buenos Aires”.
Entre los cientos de recuerdos y anécdotas, Gerónimo contó que realizó sus estudios primarios en la Escuela de Frontera Nº1 “General Belgrano” de La Quiaca, “en la época que había infantil y primero superior y se estudiaba hasta el sexto grado”, la secundaria comentó que la realizó en la Escuela Normal de Humahuaca ya que vivía en la casa de unos familiares de su papá. En medio de risas y mucha cordialidad, afirmó que se movilizó en todos los medios de transporte: “Desde el burro y el caballo en La Quiaca, hasta cruzar todo el país en un avión sanitario de la Fuerza Aérea trayendo los restos de mi hermano de 25 años que murió en la Antártida, desde Ushuaia a La Quiaca”. Ayer, en su casa del barrio Chijra, Gerónimo recibió a familiares y amigos para celebrar sus años de vida y las Bodas de Oro con su esposa.