Hoy es un día especial para nosotros, los periodistas. La gente de a pie, vivirá este 7 de junio como cualquiera. Podrá escuchar que un día como hoy, en 1810, nació La Gazeta de Buenos Aires, diario que la Primera Junta de Gobierno encargó al vocal Manuel Alberti, y que éste a su vez confió a la pluma de Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli.
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Hoy es un día especial para nosotros, los periodistas. La gente de a pie, vivirá este 7 de junio como cualquiera. Podrá escuchar que un día como hoy, en 1810, nació La Gazeta de Buenos Aires, diario que la Primera Junta de Gobierno encargó al vocal Manuel Alberti, y que éste a su vez confió a la pluma de Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli.
El decreto de fundación del semanario decía: "El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes". La Gazeta publicaba las resoluciones oficiales, decretos y documentos oficiales, ofrecía noticias de actualidad tanto del extranjero y locales, y contenía también los ideales del gobierno.
Duró hasta 1821, cuando Bernardino Rivadavia la sustituyó por el Boletín Oficial del gobierno.
Desde aquel 7 de junio hasta hoy, ha pasado tanta tinta bajos los puentes y ha cambiado tanto el periodismo, que sería imposible apretar en un artículo esa historia tan rica como controvertida. Pero queda claro, que la prensa, el periodismo, las noticias, editoriales y el acceso a las noticias y opiniones responsables, siguen y seguirán siendo uno de los tesoros más valiosos de la democracia.
Pero en este día, vale la pena situarnos un instante en las críticas y ataques que recibe el periodismo hoy.
Las principales embestidas, casi convertidas en un deporte por los referentes de los gobiernos de turno, particularmente del actual gobierno nacional, se montan en la cantinela que pretende desprestigiar lo que llaman "prensa o medios hegemónicos", que son, obviamente, las empresas y los trabajadores de prensa no sumisos a las pretensiones y necesidades del gobierno.
Lo curioso es que precisamente el gobierno, consciente de la importancia de tener empresas periodísticas, y periodistas que difundan y defiendan su ideología, sus acciones y sus obsesiones, ha venido cooptando, manteniendo, alentando, haciendo crecer, o simplemente creando, infinidad de empresas periodísticas. Fundaron medios, armaron ejércitos de comunicadores, los adornaron con facilidades, exclusividades, favores, tratos preferenciales, sobre todo, con monumentales pautas publicitarias.
Al resto, a los críticos, a los que no responden a sus intereses, (tampoco los podemos llamar "independientes", sería un absurdo), pretenden bajarles el precio colgándoles el sambenito de "medios y periodistas hegemónicos", como si fuese un insulto.
Hegemonía, según el diccionario de la RAE significa: "Superioridad o supremacía de cualquier tipo". Ergo, ser hegemónico, no es ser demoníaco. Es, en todo caso, ser mejores, aceptados y preferidos. Es responder a las expectativas masivas, populares, en el caso de la prensa.
Así, debe quedar claro que aquellos que arman artificialmente (con todo derecho), una troupe de medios y trabajadores de prensa adictos, los que fundan medios militantes, televisoras sin rating, radios sin audiencia, diarios sin lectores, que hasta se regalan en aeropuertos, estaciones de tren, y en la calle, o chillan insultos en las redes sociales, son simplemente unos "arrimados al periodismo", que destilan su fracaso a través del agravio y una perversión fácilmente detectable, con un pecado original: confundir periodismo con panfleto, subestimando la inteligencia de la gente.
Los que hoy celebramos el Día del Periodista, no somos Castellis, Belgranos o Morenos. Sólo trabajadores buscando el mérito de alcanzar honradamente la hegemonía dentro de la sociedad, en base al profesionalismo y el talento que seamos capaces de desarrollar.
Feliz Día Periodistas.