¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

24°
26 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

¿Para qué educamos?

Martes, 12 de julio de 2022 01:00

Por LIC. JAVIER MÜLLER, Psicólogo clínico.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Por LIC. JAVIER MÜLLER, Psicólogo clínico.

La familia es el lugar donde el ser humano se realiza. Es la matriz que imprime identidad y sentido de pertenencia, dando un saber acerca de quiénes somos y qué se espera de nosotros. El rol de los padres como primeros educadores es trascendente para formar a un niño en este saber y el modo de criar afecta su desarrollo.

Así es ineludible preguntarse ¿para qué educamos a nuestros hijos? ¿Qué fin perseguimos? Si esta pregunta no está respondida satisfactoriamente todo lo que hagamos en el rol de educadores carecerá de un propósito claro. Proverbios 22:6 señala "Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él", destacando que lo sembrado en los niños en sus primeros años es fundamental para su vida adulta.

Es necesario un estilo de crianza centrado en el desarrollo del carácter, lo cual se da en los primeros años del niño. Debemos mirar al adulto que estamos formando y dirigir las acciones en el tiempo presente, al niño que está frente a nosotros.

Proponemos trabajar en tres dimensiones del carácter en los niños: vínculos, productividad y moralidad. Así cada acción en la crianza buscará el desarrollo de estas dimensiones.

La dimensión de los vínculos. Lo vincular es lo primero que aparece en el niño. Desde el vientre materno se forma el vínculo con su mamá que determinará el modo de vincularse con otros y más tarde incorpora a su mundo los demás vínculos de su familia o entorno. Las otras dimensiones del carácter se desarrollan a partir de esta dimensión. Un error frecuente es pensar que criar niños felices es llenarlos de cosas y experiencias, pero esto sin vínculos saludables, por deficiencia en cantidad o calidad, solo causará niños inseguros, insatisfechos y con serias dificultades para iniciar, sostener, reparar y gestionar sus vínculos con pares o adultos. Necesitamos proveer momentos de adecuada cantidad y calidad en la semana, para transmitir los valores que ayudan a crear vínculos saludables: empatía, respeto, amabilidad, generosidad, perdón, confianza. Debemos invertir tiempo en los niños entendiendo que estamos formando al futuro esposo/a mamá o papá, etc.

La dimensión de la productividad. El desarrollo de esta dimensión tiene que ver con el despliegue del potencial del niño que le permite aprender, hacer cosas por sí mismo creciendo en autonomía, lograr perseverancia y tolerancia a la frustración para continuar con su actividad aun encontrando obstáculos. Muchos padres se quejan de sus hijos porque "hay que andar detrás de ellos todo el día para que hagan las tareas…" y parece que "todo hay que decirles constantemente...". Quizá el trabajo de criar no se hizo adecuadamente en los primeros años. Con frecuencia esto ocurre porque solo se crían niños que reciben "lindas experiencias" y son niños preparados para vivir en un mundo donde solo existe el placer y la gratificación, sin obligaciones. Pero el mundo que los espera en la juventud y adultez es otro. La sobreprotección y desprotección impiden el desarrollo de la autonomía y genera niños con sentimientos de "indefensión" que dificulta el despliegue de su potencial. Enseñar y delegar responsabilidades en los niños es valioso para desarrollar un carácter productivo. Y desde la temprana edad debemos crear situaciones donde los niños encuentren desafíos para el desarrollo de su disciplina, constancia, creatividad y planificación.

La dimensión de la moralidad. Este aspecto del carácter tiene que ver con la internalización de valores, el norte moral en la conciencia que aparece a partir de la captación de lo permitido y lo no permitido. Los niños necesitan padres que expresen amor y esto ocurre también con límites claros. El niño de 1 año puede captar el significado del "stop" que implica la palabra "no" dicha de modo imperativo. Por eso no debemos esperar hasta la adolescencia para corregir lo que no se permite, por el contrario es en los primeros años donde debemos ser claros con los límites. Estilos de paternidad permisivos, sin reglas ni límites claros, favorecen la aparición de comportamientos adictivos, depresión y otros problemas. Aquí es crucial el acuerdo de los padres y cuidadores para establecer límites y respectivas consecuencias. Corregir también es amar.

Así que para responder la pregunta ¿para qué educamos? podemos decir que educamos para ofrecer a la sociedad una persona que sepa vincularse con otros de manera saludable, desplegando sus capacidades y viviendo de manera responsable en sociedad.

La Fundación Luz de Vida trabaja fuertemente en "educar, prevenir y restaurar" a través de escuela para padres, talleres, consejería y contención familiar. íContáctenos! Alvear 731, primer piso, oficina N°2. Comuníquese al 388-4544620, o ingrese a nuestra página de Facebook: Fundación Luz de Vida. íEstamos para ayudarles!

 

Temas de la nota