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Por ahora, todo en frágil “modo pausa”

Lunes, 22 de agosto de 2022 01:04

El protagonista de la actualidad, Sergio Massa, ministro de Economía, transita sus flamantes semanas de gestión, paradójicamente con todos los tiempos agotados. Navega entre el silencio tolerante de la vicepresidenta Cristina Elisabet Fernández de Kirchner y de La Cámpora que conduce Máximo Kirchner, y la variada y casi pintoresca actividad protocolar del presidente Alberto Fernández. Sin embargo, le llegan al ministro las quejas off the record de CEFK, el malestar creciente de la oposición interna junto los desaguisados del jefe de Estado, que no deja de pronunciar discursos encendidos que sólo conducen a aumentar su caída en las encuestas. Documentos muy serios como los que produce el gran mundo financiero, como papers que el Credit Suisse Bank, el Morgan Stanley, el UBS y JP Morgan entregan a sus clientes, siguen planteando el intríngulis argentino entre lo que denominan abiertamente la "actitud demagógica" del cristicamporismo, y una "corrida latente" en el país. Lo tienen claro: sólo el temor a caer en el abismo es lo que contiene a la vicepresidenta y la obliga a tolerar a un ministro que trata de forzar una salida de la crisis, proponiendo exactamente lo contrario del relato K. Tanto que aparece más allá de lo que el exministro Martín Guzmán no pudo, no quiso, o no se animó a poner en práctica. Todos, con los tiempos agotados, sobreviven en "modo pausa".

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El protagonista de la actualidad, Sergio Massa, ministro de Economía, transita sus flamantes semanas de gestión, paradójicamente con todos los tiempos agotados. Navega entre el silencio tolerante de la vicepresidenta Cristina Elisabet Fernández de Kirchner y de La Cámpora que conduce Máximo Kirchner, y la variada y casi pintoresca actividad protocolar del presidente Alberto Fernández. Sin embargo, le llegan al ministro las quejas off the record de CEFK, el malestar creciente de la oposición interna junto los desaguisados del jefe de Estado, que no deja de pronunciar discursos encendidos que sólo conducen a aumentar su caída en las encuestas. Documentos muy serios como los que produce el gran mundo financiero, como papers que el Credit Suisse Bank, el Morgan Stanley, el UBS y JP Morgan entregan a sus clientes, siguen planteando el intríngulis argentino entre lo que denominan abiertamente la "actitud demagógica" del cristicamporismo, y una "corrida latente" en el país. Lo tienen claro: sólo el temor a caer en el abismo es lo que contiene a la vicepresidenta y la obliga a tolerar a un ministro que trata de forzar una salida de la crisis, proponiendo exactamente lo contrario del relato K. Tanto que aparece más allá de lo que el exministro Martín Guzmán no pudo, no quiso, o no se animó a poner en práctica. Todos, con los tiempos agotados, sobreviven en "modo pausa".

El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, circunstancial aliado de Sergio Massa, tampoco está entre los preferidos de la vicepresidenta. En privado, CEFK lo acusa de tener actitudes displicentes y lo destrata permanentemente. Un único aliado tiene Massa en la trinchera de defensa de Pesce, al presidente Alberto Fernández, quien presiente, o tiene la certeza, que si vuela el titular del Bcra, su amigo, podría ser la antesala de su propio final y no está dispuesto a tolerar su remoción. Mientras tanto, el ministro de Economía, para darse un poco oxígeno y autoridad, posiblemente hoy, anuncie oficialmente la designación de Gabriel Rubinstein como su viceministro.

Un hombre tampoco querido por el mundo K, no solo por sus características conservadoras, sino por sus ácidos "tuiteos" sobre Cristina Kirchner, gestos irónicos e hirientes que el kirchnerismo no perdonará ni olvidará jamás. Tampoco lo ayudaron a Massa en su afán de superministro, las declaraciones de su propia esposa, Malena Galmarini, titular de Aysa, cuando tras el anuncio de los tarifazos de los servicios, pretendió corregirlos vistiéndolos de una eufemística "redistribución de subsidios", nueva versión, corregida y aumentada (y fallida), de los clásicos relatos oficialistas.

Se produjo el fin de semana un episodio que el oficialismo intenta disimular y al mismo tiempo, suturar para evitar "efectos cascadas". Echado como director del Banco Nación por la nueva titular y exfugaz ministra Silvina Batakis, Claudio Lozano y su Frente de Unidad Popular anunciaron que se alejan del Gobierno, aunque no rompen el espacio, sino que piden que se habiliten las Paso para competir internamente. Los cambios de estos días significaron "el desplazamiento de la centralidad del Presidente, el control del gabinete nacional de Sergio Massa y el Frente Renovador, y el acompañamiento silencioso de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner", denunciaron.

Las marchas de la CGT y CTA ganaron las calles tratando de asegurar que se movilizaban a favor del Gobierno, pero le dijeron con claridad que Alberto Fernández "poné lo que tengas que poner" para evitar que la gelatinosa realidad se lo lleve puesto. Hebe de Bonafini, fuera de sí, pidió que se organice una pueblada, porque "es lo único que puede salvar a CEFK" hablando de la inminencia de una posible condena en el juicio por la obra pública en Santa Cruz. Precisamente hoy, se conocerán los pedidos de penas, tras los larguísimos alegatos de los fiscales en esa causa. Como se ve, todo es incierto, condicional, suspendido entre alfileres. El Estado en "modo pausa", armando un relato y una realidad que no es la original ni la deseada por el Frente de Todos y el país, la gente, tratando de no ser arrastrada por la pendiente que la inflación galopante le asegura.

Los gobernadores peronistas, previendo los alcances de la crisis, se reunieron invitados por Axel Kicillof, para exigir una política tarifaria de servicios públicos que garantice ingresos y consumo y medidas urgentes en contra de la inflación. Estuvieron Sergio Uñac, Sergio Ziliotto, Gustavo Melella, Gildo Insfrán, Alberto Rodríguez Saá, Osvaldo Jaldo, Ricardo Quintela, Jorge Capitanich, Gerardo Zamora y Gustavo Bordet. Quizás los escuchen. Los gobernadores radicales están más dejados de la mano de Dios. A ellos, Gerardo Morales, Rodolfo Suárez y Gustavo Valdez, se les comienzan a atrasar las obras públicas, peligran los desembolsos del tesoro para compromisos contraídos, y se anuncian recortes de la Coparticipación. Todo será más difícil, y muchos reclamos encontrarán cerradas las puertas de Balcarce 50. Sobre todo, si como hasta ahora, todos los despachos oficiales importantes siguen en "modo pausa".

En Jujuy resuenan todavía los ecos de las recientes noticias sobre el "caso Milagro Sala", las manifestaciones del gobernador Morales y los retruques de la dirigente social en prisión domiciliaria. Detrás de la primera arrepentida, Mirta "Shakira" Guerrero, apareció otro, un chofer de la Tupac, y luego dos personas más. De todas las denuncias las fiscalías deberán trabajar ahora para comprobar si realmente hubo los manejos de fondos que se denunciaron, si existen tantas propiedades en poder la señora Sala, y si fueron producto de dineros malhabidos. En tanto se reavivan los avisperos de las causas Pibes Chorros, del caso Luca Arias, y también, ahora en curso, el juicio por la presunta sustracción y destrucción de expedientes judiciales (que se intentó sin éxito llevar a la nulidad), también se volvió a hablar en todos los medios nacionales de la llamada "Megacausa", gigantesco volumen de denuncias y contradenuncias que se mantenían en un cono de silencios. El GM sigue al minuto el desarrollo de estos trámites judiciales, y no descuida la fluidez de fondos que deben venir a Jujuy, mientras prepara la Provincia para un 23 de Agosto con brillantes celebraciones y para ser anfitriona de visitas ilustres. Y también para agotar en los diez días que le quedan al mes, la presentación de importantes proyectos que involucran a todos los jujeños. Los que no admiten entrar en "modo pausa".