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Relato de un trabajador del ferrocarril en los años ‘80

Martes, 06 de septiembre de 2022 01:04

Al viajar por la ruta nacional N°9 a la ciudad de San Salvador, se puede ver en estos días a obreros trabajando en la reconstrucción de las vías del ferrocarril Manuel Belgrano en el tramo San Salvador-La Quiaca. Ahora, ¿cómo era trabajar en 1980? entrevistamos al señor Hugo Martínez quien hoy reside en la localidad de Tilcara.

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Al viajar por la ruta nacional N°9 a la ciudad de San Salvador, se puede ver en estos días a obreros trabajando en la reconstrucción de las vías del ferrocarril Manuel Belgrano en el tramo San Salvador-La Quiaca. Ahora, ¿cómo era trabajar en 1980? entrevistamos al señor Hugo Martínez quien hoy reside en la localidad de Tilcara.

En un principio, cuenta don Hugo que para ser peón del ferrocarril se debía cumplir con determinados requisitos, que él recuerda. Por ejemplo, debía ser mayor de 18 años y tener disponibilidad de tiempo completo. También hizo referencia a que existían dos tipos de contrataciones: los eventuales que eran aquellos que trabajaban por un tiempo determinado que duraba tres meses y los contratados que tenían la posibilidad de trabajar a tiempo completo hasta que se jubilen o en ciertos casos hasta que decidan renunciar.

En un día de trabajo normal, los trabajadores entraban a las 7 hasta las 12, en caso de no llegar a horario el capataz no los dejaba entrar a trabajar hasta el día siguiente. Al mediodía, existía un descanso para comer que duraba entre 30 minutos y una hora. En ese momento se alejaban de la zona de trabajo usando la zorra para encontrar un lugar con agua y comer variedad de comidas que preparaban entre ellos. Luego, volvían a trabajar aproximadamente a las 13. Con respecto a la asignación de trabajo, Hugo cuenta que la labor que le tocaba a cada uno variaba puesto que muchos de los peones reclamaban el hecho de que algunos trabajaban menos que otros.

Por eso, se creó el sistema de rotación, por lo que las actividades variaban entre reemplazar durmientes, cambiar los rieles, instalar los tirafondos o descargar las herramientas que venían en los vagones. Al consultarle si le gustaba trabar en el ferrocarril, don Hugo contestó que sí, porque en primer lugar, dice que el sueldo era muy bueno, es decir, que para esos tiempos le alcanzaba para cubrir todas las necesidades que tuviera su familia.

Además, le daban “casillas” que eran una especie de viviendas para que residieran allí, también ropa, leña para cocinar y un carnet especial para poder viajar en el ferrocarril con un descuento incluido. Aún así, interrogamos si el trabajo era sacrificado por lo que Hugo afirmó que sí, ya que podían sufrir accidentes graves o sin importar las bajas o altas temperaturas ellos debían seguir trabajando en la intemperie. También mencionó que en los tiempos que trabajó en el Ramal, le tocaba despejar la zona de víboras que abundaban en el lugar, agregando que el origen del nombre de la estación “víboras” proviene de allí.

Pese a todo eso, don Hugo no duda que fue una linda experiencia. Más allá de sus altibajos es algo que nunca olvidará, compartir momentos únicos con sus compañeros, contando experiencias, anécdotas y haciendo bromas, pero sobre todo lo lindo era ver el trabajo bien hecho con personas felices, ponerse a un costado de la vía y ver pasar el tren pasajero con personas saludando alegremente a través de las ventanillas, era el aliento necesario para seguir trabajando, por eso al ver que el ferrocarril va a volver a funcionar lo transporta a todos esos lindos recuerdos. Agradezco a don Hugo Martínez por su hermoso relato y también por acceder a responder a tantas preguntas con disponibilidad y amabilidad, para conocer mas acerca de cómo era trabajar en el ferrocarril en décadas pasadas.