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Ratzinger y Bergoglio: relación entre fe y política

Martes, 10 de enero de 2023 01:02

A propósito de la epifanía del Señor que celebramos el pasado viernes, San Agustín enseñaba que "aquellos magos fueron los primeros gentiles en conocer a Cristo el Señor. Sin verse sacudidos por su palabra, siguieron la estrella que se les manifestó y, cual lengua del cielo, les hablaba de manera invisible de la Palabra que aún no hablaba".

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A propósito de la epifanía del Señor que celebramos el pasado viernes, San Agustín enseñaba que "aquellos magos fueron los primeros gentiles en conocer a Cristo el Señor. Sin verse sacudidos por su palabra, siguieron la estrella que se les manifestó y, cual lengua del cielo, les hablaba de manera invisible de la Palabra que aún no hablaba".

El Papa Francisco escribió unas páginas introductorias a los textos selectos de la obra de su amigo, antecesor en el pontificado y maestro Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, titulada Liberar la libertad, Fe y política en el tercer milenio. Allí Francisco afirma que "la relación entre fe y política es uno de esos grandes temas que está desde siempre en el centro de la atención del autor…" y como inicio anticipatorio del espíritu de la obra transcribe el siguiente párrafo: "El Estado no constituye la totalidad de la existencia humana ni abarca toda la esperanza humana. El hombre y su esperanza van más allá de la realidad del Estado y más allá de la esfera de la acción política".

En el prefacio el Papa Francisco enseña cómo Joseph Ratzinger, acompañando a San Juan Pablo II, explica que el contraste entre la visión cristiana y el totalitarismo no radica en que unos hagan la defensa de los pobres y otros no. El cristianismo pone desde sus orígenes "la atención preferencial por los pobres". Jesús asienta su presencia real "en los más pequeños, en los pisoteados de este mundo, en los últimos: en todos quiere él que lo encontremos" enseñaba Ratzinger -dice Francisco- ya en los años setenta con una profundidad teológica y, a la vez, con esa inmediata accesibilidad, que son propias del auténtico pastor". (op. cit. pág. X)

El contraste entre visiones totalitarias (que hoy podríamos llamar populistas) y el cristianismo -dice Francisco -para Ratzinger no consiste en "la falta de un sentido de equidad y solidaridad en el magisterio de la Iglesia" y, por tanto "en la denuncia del escándalo de las claras desigualdades entre ricos y pobres -se trate de desigualdades entre países ricos y países pobres o de desigualdades entre círculos sociales en el ámbito del mismo territorio nacional que no es ya tolerado-".

Ratzinger aclara que las palabras "redención" y "liberación" no son sinónimos, la primera -en términos teológicos -significa liberación de nuestros pecados, liberarnos de la esclavitud radical del pecado. En cambio "liberación" es un término anfibológico. En Sudamérica la teología de la liberación lo ha entendido poniendo el acento en el sentido social, económico y político. Y ello es así desde que el Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad, y por lo tanto una fuerza de liberación. Cuando lo esencial de la liberación del pecado (redención) se tradujo en praxis política y se llegó a admitir el recurso a la violencia esto provocó largos debates hoy superados en el campo de la teología principalmente por las correcciones introducidas por la teología del pueblo.

¿Liberación del pecado o liberación del amor al prójimo?

"La redención, -pregunta Ratzinger -¿acontece por la liberación de toda dependencia, o su único camino es la plena dependencia del amor (el resaltado nos pertenece) que, entonces, sería también la verdadera libertad?".

Jorge Bergoglio en su comentario dice que "hoy, de hecho, más que nunca, se propone nuevamente la mismísima tentación del rechazo de toda dependencia del amor, salvo el amor del hombre por su propio ego, por el "yo y sus caprichos" y, por tanto, el peligro de la "colonización" de las conciencias por parte de una ideología (política) que niega las certezas de fondo.

Siguiendo el pensamiento de Ratzinger Benedicto XVI, el Papa Francisco reafirma que las modernas ideologías niegan "la certeza de fondo según la cual el ser humano existe como varón y mujer y como tal tiene asignada la tarea de la transmisión de la vida" .

Ideología que, como Benedicto advierte y desarrolla al final de la obra se manifiesta como "otra forma de poder" que amenaza al hombre. Poder que en lugar de descubrir cuáles son los derechos humanos los "inventa". Al mismo tiempo el hombre es ya capaz de hacer hombres, de producirlos..." (op. cit. pág.169). La "producción de seres humanos" y (también) la aceptación de la "eliminación" de aquellos que no se consideran ya creados, donados, concebidos y generados, sino ("algo") hecho por nosotros mismos." (op. cit. pág. XI).

Legalizado el aborto por el Estado, inventada y reconocida la igualdad de los géneros "el hombre no es ya don de la naturaleza o don de Dios creador" (fe) sino un producto (ciencia) y desde esa perspectiva se lo puede fabricar o eliminar sin miramientos.

Con el esfuerzo de una sola religión no basta. Ratzinger y Bergoglio son coincidentes al afirmar que ante las patologías ideológicas de los poderes, es necesario hoy fijar, nuevamente, la obediencia del hombre a Dios como límite de la obediencia al estado (y a los otros poderes del no estado, el agregado es nuestro). En esta "sociedad postsecularizada" afirma Ratzinger tomando una expresión del filósofo Habermas, las dos fuerzas culturales más importantes son la cultura laica rigurosamente racional (Habermas) y la cultura cristiana. Deben entablar ese diálogo debiendo sumarse asimismo el ámbito cultural islámico, los ámbitos culturales del hinduismo, el budismo y las culturas tribales africanas y latinoamericanas. "Para la construcción de una fórmula universal racional o ética o religiosa en la que todos puedan estar de acuerdo y en la que todo pueda apoyarse." Dice Ratzinger.

Claro que ese camino es necesario transitarlo sin perjuicio, sino al contrario, de la misión evangelizadora de la Iglesia (Exh. apost. Evangelii Gaudiun, Francisco), para que todos sepan que "Dios, nuestro Salvador quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" y que "uno es Dios, uno también es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de todos".