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Ni Alejandro Magno, ni Sísifo...

Lunes, 16 de octubre de 2023 00:59

Alejandro Magno, uno de los más grandes estrategas de la historia, rey de Macedonia (Grecia); faraón de Egipto, gran soberano de Media y Persia, heroico conquistador, detuvo el barco insignia de su flota, surta frente a las costas de Fenicia. Ya en tierra, comprobó que los enemigos que lo esperaban, superaban en cantidad cuatro veces a los suyos. Ordenó desembarcar a todos sus hombres y mandó a quemar todas sus naves. Y dirigiéndose a ellos, les dijo: "Cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible, en los barcos de nuestros enemigos". Fue tal la arenga, el valor y el liderazgo inteligente del conquistador, que contagió a su tropa. Alejandro venció en esa batalla y regresó a su tierra en los barcos conquistados al enemigo. Corría el año 335, antes de Cristo. Hoy, 2.358 años después, en Argentina alguien intenta repetir la colosal hazaña: enfrascado en su campaña electoral, el ministro candidato y presidente a cargo, resolvió remedar la hazaña, pero las diferencias son insalvables: están quemando las naves pero con los argentinos arriba, y el general elegido para la epopeya, a pesar de sus enormes esfuerzos, no es Alejandro Magno, es Sergio Massa.

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Alejandro Magno, uno de los más grandes estrategas de la historia, rey de Macedonia (Grecia); faraón de Egipto, gran soberano de Media y Persia, heroico conquistador, detuvo el barco insignia de su flota, surta frente a las costas de Fenicia. Ya en tierra, comprobó que los enemigos que lo esperaban, superaban en cantidad cuatro veces a los suyos. Ordenó desembarcar a todos sus hombres y mandó a quemar todas sus naves. Y dirigiéndose a ellos, les dijo: "Cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible, en los barcos de nuestros enemigos". Fue tal la arenga, el valor y el liderazgo inteligente del conquistador, que contagió a su tropa. Alejandro venció en esa batalla y regresó a su tierra en los barcos conquistados al enemigo. Corría el año 335, antes de Cristo. Hoy, 2.358 años después, en Argentina alguien intenta repetir la colosal hazaña: enfrascado en su campaña electoral, el ministro candidato y presidente a cargo, resolvió remedar la hazaña, pero las diferencias son insalvables: están quemando las naves pero con los argentinos arriba, y el general elegido para la epopeya, a pesar de sus enormes esfuerzos, no es Alejandro Magno, es Sergio Massa.

El déficit fiscal, la emisión récord, el "plan súperplatita", y la deuda interna en Leliq, ascienden a cifras impronunciables. La inflación de septiembre a 12,7%, anualizada da 138%, el riesgo país en 2.800 puntos y el Banco Central elevó las tasas a 133%. Resultado: durante el gobierno de los Fernández la inflación subió el 744% (triplicó el anterior récord de Macri). El dólar pisado artificiosamente ronda los $1.000, presionado por allanamientos de la Afip y la Policía Federal que repentinamente recordaron dónde funcionan algunas antiguas cuevas de cambio en Buenos Aires, y en rápidas operaciones apresaron a dos chinos con dólares pegados a su panza. Un virtual feriado cambiario y otra vuelta de tuerca al cepo que impiden la importación de insumos y deja freezados a los inversores, serviría por esta semana.

El ministro candidato se inmola tras su deseo de llegar al sillón de Rivadavia, acosado por la ausencia de sus jefes Alberto Fernández y Cristina Fernández (el primero repartiendo ridículas denuncias penales a Milei, que sólo lo victimizan y le elevan el rating y generaron indignación en todo UxP, comenzando por Massa); y la segunda tratando de retener el bastión de Provincia de Buenos Aires, frenando la pelea intestina entre su delfín ideológico (Axel K) y su hijo Máximo. Mientras "Chocolate" Giraud el hombre de las tarjetas no se entregaba voluntariamente para que tiemble la dirigencia bonaerense frente a la posibilidad de que al abrir su celular el próximo viernes, todos queden embarrados con chocolate amargo. Y los ramalazos del Sofíagate de Martín Insaurralde recién se harán sentir intensamente. Son "mamushkas" que sorprenderán al más prevenido. Contra este panorama, Carolina Moisés, Guillermo Snopek y Leila Chaer luchan contra viento y marea para despertar las viejas voluntades de un peronismo atónito frente a esta realidad, buscando rodear el "proyecto Massa" y apuntalar sus candidaturas.

Tampoco la oposición se distingue por sus propuestas: Javier Milei sopló la hoguera: "el peso es caca" pontificó, con razón pero en el peor momento, y alentó la corrida cambiaria. Los banqueros lo cruzaron, llamándolo a la reflexión, como si fuese el único culpable de lo que pasa. El candidato que nunca visitó Jujuy, aunque se alzó con el 40% de los votos en las Paso, estuvo representado el sábado por su vice Victoria Villarruel. Entre militantes y curiosos, una verdadera muchedumbre acompañó a la candidata, que sólo custodiada por sus admiradores rindió un homenaje a la Iglesia rezándole a la Virgen de Rio Blanco y Paypaya en su camarín de la Catedral y recorrió el centro repartiendo sonrisas y selfies. Un empujón poderoso para Ezequiel Atauche, Manuel Quintar y José Nallar, extraño triunvirato de flamantes libertarios que crecen a la sombra del libertario.

Patricia Bullrich el as de espadas de JxC, hoy mejor aspectada en los sondeos, se afirma en su personalidad, más que en los "coacheos" que la tuvieron contenida. Ahora sumó a Horacio Rodríguez Larreta, su as de bastos, quien sería su Jefe de Gabinete en su eventual presidencia, y, el economista estrella, su as de oros Carlos Melconián, se vio envuelto en un affaire desagradable de supuesta mala utilización del Estado y de intimidades, que nunca se sabrá si fue armado por los servicios o es una "broma" de los manipuladores de la inteligencia artificial. La candidata del JxC tiene en Jujuy el intenso trabajo de sus alfiles Mario Fiad, Jorge Rizzotti y María Inés Zigarán. Detrás de ellos, o delante, la figura omnipresente del gobernador y titular de la UCR, Gerardo Morales, intensifica su actividad para dejar atrás el mal trago y la sorpresa de las PASO en Jujuy, que nadie vio venir.

Los protagonistas de la izquierda jujeña, Alejandro Vilca, Natalia Morales y Gastón Remy, van a la zaga. Agotado el esplendor de un buen momento y sin poder conciliar la posición proHamás de la fórmula Bregman-Del Caño, con el sentimiento mayoritario del pueblo argentino.

Desde el regreso de la Democracia, no se veía una campaña tan sucia, tan difícil para los candidatos, en la que menudean las denuncias cruzadas, la aparente intromisión de los servicios a cada paso de los candidatos, el desgaste enorme de los partidos y los frentes políticos. La caída estrepitosa de las estrategias clásicas y la desorientación de los votantes, hace que ninguna encuesta haya logrado sacarlas del lodazal en el que se encuentra sumergidas para mostrar por dónde estaría la salida elegida. Sólo hay tibias referencias en los medios. Y contradictorias pistas en las redes sociales, mitad reflejo de las nuevas conductas, mitad cloaca donde se ahoga el sistema.

Gane quien gane, y pierda quien pierda (aunque parezca de Perogrullo, pero es para analizarlo), los argentinos y los jujeños, enfrentamos un final de ciclo, del que tendremos que salir con sacrificios, tolerancia, paciencia y si fuera posible con inteligencia. Si así no fuese, estaremos condenados a repetir como la historia de Sísifo, fundador de Corinto y figura relevante de la mitología griega. De él se dice que fue uno de los hombres más astutos. Su inteligencia lo llevó a obtener beneficios, incluso más allá de la ética y fue sometido a una dura condena por burlar a la Muerte y enojar a los dioses. El castigo de Sísifo consistía en subir una enorme roca a una alta cima, pero cuando estaba cerca de alcanzarla, el peñasco volvía a caerse y debía subirlo de nuevo sin descanso, y así, eternamente.