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“Para ellos es muy traumático y cruel, ellos son los que lo viven”

A Noelia Velázquez le llevó un mes llegar al diagnóstico de leucemia linfoblástica aguda de su hija Yesenia, de 7 años
Miércoles, 29 de noviembre de 2023 00:47

Lo que parecía un simple dolor en el pie se intensificó al punto de no dejar dormir a la pequeña Yesenia Villa de cinco años; una sucesión de consultas desestimaban un problema y le llegaron a decir que era psicológico. La insistencia de su madre permitió la derivación y en el Hospital Materno Infantil una reumatóloga supo que no era normal, pidió internación y tras una punción supieron que era leucemia linfoblástica aguda; la pequeña perdió este año escolar pero ganó en una remisión que trajo alivio a sus padres.

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Lo que parecía un simple dolor en el pie se intensificó al punto de no dejar dormir a la pequeña Yesenia Villa de cinco años; una sucesión de consultas desestimaban un problema y le llegaron a decir que era psicológico. La insistencia de su madre permitió la derivación y en el Hospital Materno Infantil una reumatóloga supo que no era normal, pidió internación y tras una punción supieron que era leucemia linfoblástica aguda; la pequeña perdió este año escolar pero ganó en una remisión que trajo alivio a sus padres.

Como madre, Noelia Velázquez se preocupó cuando en agosto del año pasado su pequeña, quien caminaba por unas vías, pisó en falso y tuvo un dolor que con los días se fue agudizando de tal manera que pasó un mes entero sin un diagnóstico pese a que habían recurrido a médicos clínicos y a un traumatólogo.

Las quejas de la niña por los dolores que se acentuaban por la noche preocupó tanto a la familia de modo que inclusive se dejó llevar y apeló a un curandero. "Le comenzaban a doler los huesitos, el empeine, ya no caminaba, faltaba mucho a la escuela y ya me preocupaba más, porque yo decía, no puede ser que no tenga nada", recordó.

VOLVIENDO A LO COTIDIANO

Una noche los despertó llorando a las 3 de la mañana de un viernes y la llevaron al hospital Zabala de Perico, donde viven. "Le conté todo lo que veníamos pasando y la medica me dijo que debía ser psicológico. Tuve una mala experiencia con esa doctora porque me atendió mal y en vez de ayudarla, le apretaba las piernitas, me decía 'mira, no tiene nada llora por llorar'", relató. Pese a ello insistió y logró un turno para un especialista en San Salvador, aunque ya había consultado a un traumatólogo sin respuesta.

Ese lunes el especialista advirtió que no era normal y la derivó a una reumatóloga quien al notar que se le habían hinchando los nudillos de la mano creyó que podría ser artritis infantil. La niña fue internada y luego de varios estudios le hicieron una punción, y así fue ya que la doctora Luz Cosentini les informó el diagnóstico, leucemia linfoblástica aguda.

Velázquez explicó que para cualquier padre es difícil escuchar que su hijo será sometido a un montón de cosas y tendrá una dieta estricta. De hecho pasó de jugar a estar internada, tomó clases en el hospital y éste año no cursó el primer grado. "Para ellos es muy traumático, muy duro y cruel, ellos que son los que lo viven, todos los pinchazos, hasta el punto que los chicos ya te dicen 'mamá, ya no quiero, duele'", agregó.

YESENIA Y SU PAPÁ HORACIO

Recordó así que la internación fue muy dura y cuando todo parecía mejorar era inevitable escuchar a otros pacientes que ingresaban y lloraban. "Ver a otros papás también te duele y te da por ahí ganas de ir y decirles 'todo esto va a pasar'. Estamos en la misma lucha, es difícil porque la enfermedad lastimosamente no tiene una fecha de caducidad", explicó.

Consideró que como padres es difícil aceptar que su hijo sea sometido a tantas cosas, además de la internación su hija pasó a tomar ocho medicamentos. Ahora están en etapa de control; Yesenia terminó la quimioterapia por vía venosa en julio y después pasó a una por vía oral, que toma de noche previo ayuno. Aseguró que vivir en esa incertidumbre es agotador porque todo está sujeto al resultado de los controles y cada vez que hay buenas noticias les advierten, "esto no se termina, no se descuiden, a no bajar los brazos".

Reconoció que eso suele bajarle los ánimos pero dejó su salud en manos de Dios y decidió que debe confiar. También valoró que en tiempos difíciles es que pudo conocer quiénes la aprecian, ya que la comprensión y el aliento llegaba de donde menos pensaba.

Para Noelia Velázquez, el dolor más profundo es ver el que sentía en cada internación cuando a su niña le colocaban un catéter al tratarse de un tratamiento endovenoso, por lo que los brazos le quedaban lastimados, con hematomas de tantos pinchazos. Lo peor es que si ya no resisten los pinchazos escalan a las manos, y si las venas colapsan o no las encuentran, a las piernas o cualquier parte del cuerpo para poder pasarle la quimio.

EN FAMILIA | LA PEQUEÑA YESENIA JUNTO A SU MAMÁ Y HERMANOS QUIENES LA LLENAN DE AMOR.

La leucemia linfoblástica aguda se presenta cuando la médula ósea produce una gran cantidad de linfoblastos inmaduros, una forma cancerosa de linfocitos, un tipo de glóbulos blancos (que también reciben el nombre de "leucocitos") que combaten las infecciones.

Impactó en toda la familia

“No deseo a nadie que le pase, pero lastimosamente en la sala fucsia cada vez aparecen más casos”, dijo Velázquez. Este embate en la salud de su pequeña le cambió la vida a toda la familia Villa. Hasta el diagnóstico, Velázquez trabajaba con una despensa y verdulería, pero con la enfermedad de la pequeña comenzó a olvidar todo y finalmente tuvo que cerrarlo. Tiene el apoyo de su esposo Horacio, pero la internación también afectó a sus hijos Agustín, ahora de 17, y Bianca, de 14, quienes casi pierden el año porque ella estuvo abocada a los cuidados de la mas pequeña.

Ahora se les sumó Máximo, un bebé de dos meses, nombre que eligió la propia Yesenia ya que ella también se llama así: Máxima Yesenia. El impacto económico también fue duro. La familia debió invertir en alcohol, papel, lavandina, para la higiene del hogar y las manos. Destacó el aporte de organizaciones como Nueva Vida que en el Día del Niño hace actividades para subirles el ánimo y aportan a quienes necesitan; o la de Fundación “Fermín Morales” que cada viernes acerca a los pequeños pacientes una bolsita con dulces. Velázquez consideró que hace falta crear conciencia porque le tocó en la calle tolerar miradas hacia su pequeña que no tenia cabello por el tratamiento.