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“Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”

Lunes, 11 de diciembre de 2023 00:04

Ayer iniciamos un camino que estará lleno de dificultades para el que venimos entrenándonos para enfrentarlas desde hace muchos años. La diferencia es que esta vez, los que conducirán la nave del Estado no prometieron ni un jardín de rosas, ni soluciones automáticas. Es decir sencillamente: íFuera el voluntarismo!, íFuera el facilismo! Por primera vez, asumieron el gobierno una fórmula presidencial y una fuerza política que ganaron ofreciendo ajustes y sacrificio. Y ganaron por una gran diferencia a la propuesta que garantizaba la continuidad de un status quo hacía años no sólo venía demostrado su incapacidad para resolver los problemas crónicos del país, sino también su capacidad para convivir con ellos y agravarlos.

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Ayer iniciamos un camino que estará lleno de dificultades para el que venimos entrenándonos para enfrentarlas desde hace muchos años. La diferencia es que esta vez, los que conducirán la nave del Estado no prometieron ni un jardín de rosas, ni soluciones automáticas. Es decir sencillamente: íFuera el voluntarismo!, íFuera el facilismo! Por primera vez, asumieron el gobierno una fórmula presidencial y una fuerza política que ganaron ofreciendo ajustes y sacrificio. Y ganaron por una gran diferencia a la propuesta que garantizaba la continuidad de un status quo hacía años no sólo venía demostrado su incapacidad para resolver los problemas crónicos del país, sino también su capacidad para convivir con ellos y agravarlos.

Tal es el estado de postración de la Argentina, sus niveles de estanflación, de pobreza, indigencia, desocupación y subocupación, y son tan fuertes las crisis de los sistemas previsionales, de educación, de salud y de seguridad, más el desaliento general, que se hace difícil imaginar que aquella sentencia de Raúl Alfonsín, que decía que con la Democracia se come, se cura y se educa, y se resuelve todo lo demás, no era apenas más que un disparate lleno de emoción momentánea y de un optimismo "a la violeta". No es así. Don Raúl tenía razón, pero ocurrió que los argentinos, pueblo y gobiernos (no sólo los últimos, sino los que se turnaron desde hace más de un siglo), siempre estuvimos dispuestos a cortar camino encandilados por atajos fascinantes, o a "adelantarnos en la fila" para llegar primero, sin pensar que esas pijoterías también eran un delito que hipotecaba el futuro. Hoy, llegamos al final de ese camino. Al final de esa forma de gobernar. De ese estilo de vida. Así enfrentamos el año 2024, prólogo de lo que ojalá sea un tiempo de signos diferentes.

Hace 84 años, en el peor momento de la Segunda Guerra Mundial, sir Winston Churchill se dirigió a la Cámara de los Comunes (diputados) del parlamento, en su carácter de primer ministro del Reino Unido, sorprendiéndolos con la que sería la frase más recordada de su extensa y exitosa vida política: "No tengo nada para ofrecer, sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor". Algunos historiadores y políticos asignan la autoría de la frase a Theodore Roosevelt, antes de ser presidente de EEUU; o al revolucionario y patriota italiano Giusseppe Garibaldi, a mediados del siglo XIX; o al "poeta maldito" del romanticismo inglés Lord Byron en un poema escrito en 1815. Sea cual fuese el origen, Churchill la llevó a la práctica y la inmortalizó. Lo que pocos conocen es que en aquel discurso ante los flemáticos legisladores ingleses, el hombre fuerte del Reino Unido la completó de la siguiente manera: "El objetivo de ofrecer sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor es el de la victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar del terror, victoria por largo y duro que sea el camino, porque sin victoria no hay supervivencia". Esta experiencia, esta claridad para un punto de partida, quizás sea lo que debamos observar los argentinos para lograr aquella supervivencia calificada. Espero que no aparezca algún imbécil criticando el uso de un ejemplo británico, como si las enseñanzas valiosas debieran pasar por el cedazo de un patrioterismo absurdo.

Desmenuzando la frase de Churchill. ¿Por qué sangre?: porque para pelear por la vida hay que poner sangre, hacerla hervir de sana pasión. No la sangre que prometían corriendo por las calles los jefes piqueteros Eduardo Belliboni y Juan Grabois, el ministro/interventor Aníbal Fernández, o los augures tenebrosos de la izquierda extrema. ¿Por qué esfuerzo?: porque nada valioso se logra sin él. Al esfuerzo lo corona el éxito que enaltece el valor de cada logro, contrariamente a lo que se consigue como dádiva, como prebenda, o en espuria compraventa de voluntades. ¿Por qué lágrimas?: porque brindarse sin límites no se hace sin dolor, sin renunciamientos y postergaciones. ¿Por qué sudor?: porque es la expresión del trabajo fecundo que llena de dignidad, asegura un lugar en la sociedad a quien lo realiza y lo premia al final de la jornada con el luminoso cansancio que deja el deber cumplido.

A nivel nacional, Javier Gerardo Milei y Víctoria Eugenia Villarruel, y sus equipos de trabajo, deberán honrar la fuerza que les prestaron los 15 millones de votos para catapultarlos al triunfo, y ser condescendientes con los 11 millones de argentinos que siguen pensando de otra manera (muchos de ellos, tan de otra manera, que con derecho y legitimidad permanecen totalmente en las antípodas). Y todos, aquellos y estos, deberemos bregar por asistir a los vulnerables y los desamparados, por cuidar los extremos de la vida protegiendo a los niños y los ancianos; y por garantizar a los jóvenes los anchos caminos de las oportunidades para realizarse guiados por la generosidad y la solidaridad. En Jujuy, Carlos Sadir y Alberto Bernis, y sus equipos, instalados en la vara que supieron construir con Gerardo Morales durante ocho años de trabajo, deberán esforzarse por elevarla todavía más. Y también cada intendente y comisionado municipal deberá comprender que participa de la posibilidad de refundar el país y la provincia, con un espíritu que rechace la violencia, el odio, la revancha y las exclusiones.

Hoy es tiempo de sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor, que en Argentina y Jujuy, deberá anexarse la palabra "ajuste" para comenzar a construir para cada argentino y cada jujeño un futuro que merezca ser vivido. Tal vez sea una ingenuidad, pero nadie nos puede negar el derecho a la esperanza, si "el objetivo es la victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar del terror, victoria por largo y duro que sea el camino. Porque sin victoria, no hay supervivencia".