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Los confines de la tierra han contemplado la salvación

Domingo, 24 de diciembre de 2023 00:02

En la puerta misma de la Navidad, se nos ofrece la oportunidad para que no dejemos que nos la roben. Si nos roban el motivo de la Navidad, que es Jesús mismo y su protagonismo en nuestra vida, nos dejamos despojar de un tesoro fecundo que ninguna campaña comercial ni ninguna costumbre social podrá sustituir.

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En la puerta misma de la Navidad, se nos ofrece la oportunidad para que no dejemos que nos la roben. Si nos roban el motivo de la Navidad, que es Jesús mismo y su protagonismo en nuestra vida, nos dejamos despojar de un tesoro fecundo que ninguna campaña comercial ni ninguna costumbre social podrá sustituir.

Esta fiesta de la vida tiene valiosos valores: la familia, los niños, la alegría, el desearnos la paz y un buen año nuevo.

Pero sin el valor central: Cristo con nosotros, todo puede quedarse en meros deseos que no alimentan ni esperanza ni cambios que ayuden verdaderamente a mejorar.

La Palabra de Dios nos recuerda que en la oscuridad de la noche brilló Cristo, la gran Luz. Así fue como Dios quiso que junto a los más humildes naciera su Hijo. La Navidad es este acontecimiento divino y humano, que nos recuerda que lo pequeño es sublime a los ojos del Padre que nos ama.

Para nosotros esta Nochebuena será distinta, como lo ha sido cada una de las anteriores pues todo parece cambiar. Un gran clamor pide y exige que la escandalosa desigualdad económica y social vaya desapareciendo, que a todos se nos aseguren las garantías para vivir dignamente.

Las expectativas de cambios políticos, económicos y sociales, e incluso con una nueva gestión de gobierno, si bien abren una ventana de esperanza, son aún una buena intención no realizada.

Son tiempos difíciles y dolorosos para muchos, por diversas circunstancias, pero la Navidad nos recuerda que no es la oscuridad la que triunfa en la noche ni mucho menos el desánimo o la bronca lo que se impone, sino la paz de un Dios que camina con nosotros.

Navidad no solo evoca un hecho del pasado, su centro es un misterio de nuestra fe, que se hace presente hoy: el Hijo de Dios nace en la fragilidad de un niño. Los más sencillos y pobres lo reconocieron como el Salvador, que comparte la vida y la historia de la humanidad entera. Porque el amor gana siempre y el Señor nunca defrauda, la Nochebuena es fiesta de justicia, de paz y de esperanza. No estamos solos. íDios se hace uno de nosotros en su Hijo Jesucristo!

Con la austeridad de una Navidad sencilla, vivamos este acontecimiento en familia. Es momento de dar gracias por lo que tenemos y de orar por todos nosotros, por nuestra Patria, su presente y su porvenir. Seamos promotores de confianza, de contención y de fraternidad. Nos merecemos lo mejor de cada uno, ídejémonos transformar por Jesús! Abramos nuestro espíritu para que pueda encontrar también él su cuna en nuestro corazón, en nuestras familias, en el país.

Dios-con-nosotros, Jesús, el Mesías prometido, que brille con su Justicia, su Paz y su Esperanza, y con fe proclamemos en la Nochebuena que nos ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor (cf. Lc 2,11). Feliz Navidad.

Con mi oración y bendición.