Como cada año, cuando esta noche el reloj anuncie la llegada del 25, en el pesebre comunitario Niño Jesús del barrio San Francisco de San Pedro de Jujuy, se reeditará el ancestral ritual navideño de la representación del nacimiento del Niño Jesús. Cada signo es realizado con profunda devoción y se vive con plenitud en numerosos pesebres del Norte argentino. Este ritual fue traído junto a un bagaje de cultura, por jujeños que nacieron en la Quebrada y que se afincaron en este verde solar sampedreño.
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Como cada año, cuando esta noche el reloj anuncie la llegada del 25, en el pesebre comunitario Niño Jesús del barrio San Francisco de San Pedro de Jujuy, se reeditará el ancestral ritual navideño de la representación del nacimiento del Niño Jesús. Cada signo es realizado con profunda devoción y se vive con plenitud en numerosos pesebres del Norte argentino. Este ritual fue traído junto a un bagaje de cultura, por jujeños que nacieron en la Quebrada y que se afincaron en este verde solar sampedreño.
En diálogo con El Tribuno de Jujuy, Emanuel Ortega, dueño de esta rica herencia que dejaron sus abuelos y que comparte y organiza junto a la familia y la comisión de devotos, sostuvo que a fines del mes de diciembre, cuando aumenta la esperanza en la gente y la alegría inunda las vidas, se vive el hermoso tiempo de Navidad que la Iglesia propone para recordarnos la primera venida del Salvador del mundo, tan esperado por todos los pueblos. Apuntó que el primero en representar el portal de Belén fue San Francisco de Asís, quien hace exactamente ochocientos años, hizo el primer pesebre en la ciudad de Greccio, Italia, donde se inició la costumbre de hacer los nacimientos en el mundo.
"Nuestro Norte jujeño, no es ajeno a la realidad de la Encarnación y el nacimiento de Jesucristo, lo incorpora a su cultura de una manera tan particular que lo transmite como algo propio. Esto se ve reflejado en los coloridos adornos navideños, distribuidos tanto en negocios como en los hogares, en las coronas de Adviento y en las sagradas imágenes del Niño Jesús, puestas en los pesebres familiares o comunitarios", dijo Emanuel.
Explicó que en el caso del pesebre comunitario Niño Jesús del barrio San Francisco, que ya va transitando sus 33 años de trayectoria de armado y adoración, tiene lugar una antiquísima representación del Nacimiento del Señor. "Esta práctica fue traída de nuestra Quebrada de Humahuaca, de donde era oriunda una de las fundadoras del pesebre, ya fallecida, doña Beatriz Torres. Adopta la modalidad de un ritual, con sus momentos, posturas, cantos y silencios, mientras se contempla cómo inicia el tiempo litúrgico de la Navidad. Cabe destacar que durante el rezo de la novena, se contemplan las sagradas imágenes de la Santísima Virgen de la Dulce Espera y del Niño Jesús, que no es la imagen principal del pesebre".
El día 24, luego de participar como comunidad vecinal de la misa de Nochebuena, antes conocida como Misa "de gallo", se permanece en el predio del pesebre mientras se alista todo lo necesario, como ser el carbón, el incienso, las velas, las campanas, el agua, el nuevo estandarte, y las nuevas vestiduras para la sagrada imagen titular. "Al dar las 00 horas y marcando la llegada de un nuevo día, no cualquiera, sino el día en que nació el Redentor, un silencio solemne lleva a la inevitable emoción. Se apagan todas las luces y se inicia el ritual con el toque de campanas y el emblemático canto que dice: 'A eso de la medianoche, un gallo nos despertó, con su canto tan alegre diciendo íCristo nació!'. Mientras tanto, se descubre la imagen principal y se procede a bañar y a vestir al Niño, signo que está a cargo de los nuevos promesantes y se cumple en un clima de profundo respeto y devoción. Los demás, acompañan con cánticos y una vez vestido el Niño, se encienden velas, se inciensa la imagen y el pesebre donde va a reposar", comentó.
El joven indicó que la segunda parte del ritual prosigue con la toma de gracia y la veneración expresada en un beso al Niño, primero lo realizan los nuevos pasantes y después todos los presentes de rodillas. "En estos momentos, ya se vuelve al predio, donde se comparte el saludo navideño, un brindis y el abrazo familiar, recordando a los que ya no están físicamente y celebrando la vida compartida de los que están al lado. Al concluir, en la tercera y última parte se realiza la adoración propia de este tiempo, llamada "el carnavalito", donde con giros en ronda y aplausos, se expresa la alegría del Nacimiento. Seguidamente se entona el canto, conocido como "La Pascua", que narra el nacimiento de Cristo, el arrepentimiento de los pecados ante tan grande misterio, el sacramento de la eucaristía, la angustia de San José y de la Virgen María, ante la muerte de tantos que por no arrepentirse, no van al cielo y, por último, la participación de los magos del Oriente, que fueron conducidos por una estrella al Pesebre, donde habita la luz del mundo. Al finalizar, concluye el ritual y se guarda la imagen y los instrumentos, para poder continuar los días posteriores con la adoración en parejas o en las coloridas trenzas, expresión del amor y la piedad al recién nacido", expresó Emanuel Ortega.
Apuntó que es necesario recordar que los que danzan al Niño, son niños y jóvenes, quienes voluntariamente, deciden adorar de esta manera, siempre en compañía de sus padres o algún mayor de la familia.