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28 de Abril,  Jujuy, Argentina
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Obesidad: factor de riesgo cardiovascular independiente

Sabado, 04 de marzo de 2023 01:03

El Día Mundial de la Obesidad se conmemora cada 4 de marzo desde el 2020 para concientizar acerca de esta enfermedad epidémica que va en aumento en todos los grupos etarios, reduce la expectativa de vida y altera la calidad de vida de quien la padece.

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El Día Mundial de la Obesidad se conmemora cada 4 de marzo desde el 2020 para concientizar acerca de esta enfermedad epidémica que va en aumento en todos los grupos etarios, reduce la expectativa de vida y altera la calidad de vida de quien la padece.

En Argentina, la IV encuesta nacional de factores de riesgo (2018) mostró que la prevalencia de exceso de peso es del 61,6% (36,3% sobrepeso y 25,3% obesidad); en resumen 6 de cada 10 argentinos mayor de 18 años están excedidos de peso e incluso 1 de cada 4 es obeso. Estos resultados presentan un incremento comparado con los de la encuesta previa (57,9% sobrepeso + obesidad en 2013). La tendencia se mantiene en aumento con respecto a los relevamientos previos. Lo preocupante es que la obesidad también va en aumento en la población de niños y adolescentes.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la obesidad se ha triplicado en el mundo en los últimos 20 años y es la responsable de 4 millones de muertes cada año. Mientras que nuevos datos del Atlas Mundial de Obesidad pronostican que 1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 7 hombres serán personas con obesidad para el año 2030, lo que equivaldría a más de mil millones de personas. El mismo relevamiento destaca que la mayoría de quienes viven con obesidad se encuentra en países de medianos y bajos ingresos, y que las tasas más altas de obesidad se encuentran en la región de las Américas, tanto para hombres como para mujeres.

La obesidad es un factor de riesgo independiente de otros para desarrollar enfermedad cardiovascular, insuficiencia cardiaca, fibrilación auricular (arritmia), entre muchas otras condiciones, y reducir la expectativa de vida. Incluso cualquiera de estas enfermedades asociadas puede presentarse aun teniendo un análisis de sangre totalmente normal.

La obesidad discrimina, margina, estigmatiza a quienes la padecen, excluyendo a muchas personas de sistemas laborales, sociales y hasta de pequeños detalles de la vida cotidiana, pero lo más importante es que es una enfermedad que en la mayoría de los casos acorta la vida, y que requiere de un seguimiento médico especializado y abordaje multidisciplinario.

La persona con obesidad necesita ayuda, dado que tiene una enfermedad crónica, multicausal, progresiva y recurrente (decretada como tal por la Organización Mundial de la Salud en 2008), no un problema de voluntad y por tal motivo debe tener acceso a tratamientos y herramientas serias para poder ser abordada al igual que otras enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión, etc.

La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Se puede determinar si una persona tiene sobrepeso/obesidad con el índice de masa corporal o IMC que se obtiene calculando el peso dividido por la altura elevada al cuadrado. Este índice se divide en rangos que indican el grado de sobrepeso/obesidad: un individuo tiene normopeso si el IMC se encuentra entre 18.5 y 24.9, sobrepeso cuando el índice se encuentra entre 25 y 29.9 y obesidad cuando el IMC es superior a 30 puntos.

La obesidad es la responsable del desarrollo de gran parte de las enfermedades no transmisibles (ENT); la excesiva grasa corporal o su anormal distribución produce un estado inflamatorio y se asocia con distintas complicaciones metabólicas (mayor riesgo de insulino resistencia, diabetes tipo 2, hipertensión arterial), endocrinológicas, inmunológicas, mecánicas o funcionales, que aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular, cáncer, hígado graso, apnea del sueño, depresión e infertilidad, entre muchas otras condiciones.

Desde la SAC, alineada con otras sociedades científicas nacionales e internacionales, afirmamos que la obesidad es una enfermedad donde se combinan distintos factores: genéticos, metabólicos, emocionales, estrés, un ambiente con gran disponibilidad y sobreconsumo de alimentos (entorno obesogénico) sumado al bajo nivel de actividad física.

Otra manera muy simple de evaluar el riesgo es a través de la medición del perímetro de cintura, también llamado Índice de Cintura Cadera, que se hace con un centímetro a nivel del ombligo para definir si la persona presenta una mayor localización del tejido adiposo a nivel visceral (órganos); los valores aceptables son hasta 88 centímetros en la mujer y hasta 102 en el hombre. Constituye una estrategia que nos permite conocer la concentración de la grasa a nivel central, factor determinante de un mayor riesgo cardiovascular al asociarse con más frecuencia con el síndrome metabólico, hipertensión arterial, diabetes, alteraciones metabólicas e hígado graso, entre otras.

Desde la Sociedad Argentina de Cardiología presentamos las siguientes recomendaciones para abordar la problemática de la obesidad: Alimentación saludable, con educación desde edades tempranas. El abordaje del paciente con obesidad es complejo; distintos estímulos facilitan el acceso a los alimentos, por eso es importante contar con un entorno seguro, planificar las comidas donde prevalezca la oferta de alimentos frescos, ricos en fibras, como las verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, sin olvidarnos de un adecuado aporte de proteínas como el huevo, carnes magras (de vaca, cerdo), pollo, y aumentar el consumo de pescado. Contar con los lácteos por su riqueza en calcio y vitamina D. A su vez, como fuente de grasa, preferir el aceite de oliva, canola o girasol, frutos secos, palta y aceitunas.

Actualmente, contamos con gran disponibilidad de alimentos ultraprocesados, frituras, panificados, dulces, delivery, etc., que solo deberían contemplarse para encuentros sociales y limitar el consumo de bebidas azucaradas y el alcohol.

Otro punto a tener en cuenta es trabajar sobre el concepto "hambre y saciedad". Los seres humanos percibimos el hambre de manera diferente: el hambre "fisiológico", que se presenta cuando pasan varias horas sin comer y el organismo genera señales para incorporar alimentos (dolor de cabeza, sensación en la boca del estómago). Por otra parte, el hambre "hedónico", que surge cuando estamos frente a un estímulo visual como ver un rico helado o plato preferido o bien olemos el aroma a pan fresco, nuestro cerebro desencadena señales en el centro de recompensa que incitan a su consumo. Finalmente, el hambre "emocional" surge cuando utilizamos la comida para sobrellevar alguna emoción como el aburrimiento, enojo, frustración, ansiedad, estrés, tristeza o alegría. Es importante identificar y reconocer esos gatillos para modificar conductas y poder afrontar estas situaciones.

Lucha contra el sedentarismo, promoviendo la actividad física y el ejercicio. Apoyo psicológico para trabajar sobre hábitos y comportamientos alimentarios. Gestión sobre el estrés y meditación. Descanso adecuado. Otra de las variables a contemplar es que la persona pueda dormir bien, al menos 7 horas, ya que son situaciones que podrían atentar contra su estado anímico, sus comportamientos alimentarios y en definitiva contra el pronóstico de éxito de su tratamiento.