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La paradoja de Moravec: por qué la inteligencia artificial hace fácil lo difícil (y viceversa)

El postulado nota que “la inteligencia artificial hace fácil lo difícil” y que falla en tareas que puede realizar un bebé.

Domingo, 18 de junio de 2023 20:01

Las máquinas (la inteligencia artificial y los robots, para ser más precisos) hace décadas enfrentan lo que a priori nos parece un contrasentido.

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Las máquinas (la inteligencia artificial y los robots, para ser más precisos) hace décadas enfrentan lo que a priori nos parece un contrasentido.

Son en extremo habilidosos en asuntos complejos, como pilotear un avión de guerra o vencer al ajedrez al campeón del mundo; pero fallan en tareas que un niño de tres años realiza sin problemas, como caminar con dos piernas, eludir obstáculos o agarrar un vaso sin romperlo (amén de los avances conseguidos en los últimos años). Esa contradicción tiene una formulación, conocida como la paradoja de Moravec.

Nacido en 1948, el ingeniero austríaco Hans Moravec es quien formuló la paradoja que lleva su apellido.

Lo hizo con la colaboración de otros expertos del área, como Marvin Minsky y Rodney Brooks. Dice su fórmula, célebre en el mundillo de la robótica y la inteligencia artificial: “Es relativamente fácil conseguir que los ordenadores muestren capacidades similares a las de un humano adulto en un test de inteligencia o a la hora de jugar a las damas; y muy difícil lograr que adquieran las habilidades perceptivas y motoras de un bebé de un año”.

¿Cómo se explica este desbalance? ¿Qué rol adquiere en este examen la evolución de las habilidades humanas, mucho más antigua que la de los robots?

“Creo que la explicación está en definir complejidad”. Así arranca el análisis de Gonzalo Zabala, especialista en robótica educativa y autor de Robots, o el sueño eterno de las máquinas inteligentes. “¿Qué es complejo para el ser humano?

Por ejemplo, respirar es una actividad altamente compleja pero por diversas razones evolutivas lo hacemos automáticamente, prácticamente sin esfuerzo y sin reflexión del acto.

Todo el procesamiento de las señales de entrada (sentidos) también lo hacemos en forma automática, descartando millones de cosas que sería inútil almacenar o procesar con mayor nivel.

Y así muchas tareas más que el desarrollo evolutivo fue puliendo a través de millones de años”, dice el experto.

Zabala señala que a las tareas que realizamos en forma natural las desligamos de aquello que consideramos difícil de practicar y que, en cambio, aquellas que requieren procesamiento y mucha información, como jugar ajedrez, las encasillamos en lo complejo.

“Un lindo ejemplo es el de aprender a manejar. Cuando uno lo encara lo ve como una tarea compleja, pero en realidad utilizamos un montón de herramientas de procesamiento de señales que ya tenemos incorporadas, y que combinándolas con un pequeño conjunto de habilidades nos lleva a automatizar esta habilidad que al comienzo nos parecía imposible.

Cuando llevamos esto a una computadora, solamente el proceso y filtrado de los elementos del entorno ya es de una complejidad inmensa.

Y aún hoy no hemos logrado vehículos autónomos con la habilidad de un ser humano. En ciertos contextos se comportan realmente mal, por ejemplo, cuando el clima está nublado o lluvioso”.

 

 

 

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