Una tarde aciaga la del 20 de junio, en especial para quienes sufrieron los daños materiales y emocionales de los enfrentamientos entre la Policía de la Provincia y manifestantes opositores a la reforma de la Constitución de Jujuy. Caminar a eso de las 17 por las calles próximas a la exterminal de ómnibus era como transitar por una zona de guerra.
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Una tarde aciaga la del 20 de junio, en especial para quienes sufrieron los daños materiales y emocionales de los enfrentamientos entre la Policía de la Provincia y manifestantes opositores a la reforma de la Constitución de Jujuy. Caminar a eso de las 17 por las calles próximas a la exterminal de ómnibus era como transitar por una zona de guerra.
Cerca del ascensor urbano capitalino, que también sufrió daños, una empanadera retomaba su labor en el carrito de comidas luego del susto por las refriegas pero "hay que trabajar para comer", le comentó a El Tribuno de Jujuy. A metros, los choferes de servicios alternativos al interior se animaban a bromear porque sus vehículos, afortunadamente, no estuvieron en la línea de tiro; esperaban tener suerte con algunos pasajeros.
En la esquina de Dorrego y Juana Manuela Gorriti una vendedora de diarios y revistas barría los escombros y si bien la estructura tuvo abolladuras no forzaron los candados. Algo similar ocurría en negocios de calle Gorriti donde los propietarios pasaron a chequear que no se hubieran producido saqueos.
Sin dudas que la imagen de la calle Urdininea fue la que reflejó con mayor crudeza lo ocurrido. Cientos de cascotes diseminados por el asfalto y las veredas mientras algunos autos se animaban a pasar haciendo rechinar cubiertas y tren delantero.
Una vecina de 94 años sufrió la rotura de uno de los vidrios de su vivienda por una pedrada y la señora que la acompañaba, mientras limpiaba la vereda, expresó su malestar por lo padecido. "Si se pensara un poco se evitaría esto, hay que empezar un diálogo", expresó.
Los cordones cuneta, veredas y otras construcciones en calle Jorge Newbery y alrededores también fueron la cantera de piedras y chapas durante los graves incidentes.
En calle Uriondo otro vehículo quemado completamente, se sumaba a los que corrieron igual fin en cercanías de la Legislatura. Una familia asomaba desde su hogar atemorizada porque desde la noche habían visto gente reunida junto al río, presagiando lo peor.
En la esquina de República de Siria e Hipólito Yrigoyen los vidrios estallaron ante los proyectiles por dos de las caras de un negocio, que fueron tapiadas provisoriamente.
"Yo soy evangelista pero hay que rezar para que Dios nos ayude", fue el consejo de un peatón.