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27 de Abril,  Jujuy, Argentina
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Viviendo situaciones límite entendió su misión en la vida

Jorgelina Costilla es una mujer que lucha cada día y es referente de la solidaridad para niños y adultos.
Miércoles, 21 de junio de 2023 00:55

Con todo el amor, Damiana Jorgelina Costilla es la luz que con su cariño ilumina a los niños del comedor y merendero "Estrellita". Cada día su labor solidaria contribuye y ayuda a quienes más lo necesitan. Es que desde que era pequeña sintió en el alma que su misión en la vida era la de acompañar a todas las personas que se encuentran -de alguna manera- desamparadas.

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Con todo el amor, Damiana Jorgelina Costilla es la luz que con su cariño ilumina a los niños del comedor y merendero "Estrellita". Cada día su labor solidaria contribuye y ayuda a quienes más lo necesitan. Es que desde que era pequeña sintió en el alma que su misión en la vida era la de acompañar a todas las personas que se encuentran -de alguna manera- desamparadas.

Esta jujeña de 55 años no deja de luchar. Desde su infancia en Yuchán, provincia de Salta; junto a su hermano vivió un tiempo feliz a lado de sus abuelos que supieron inculcar en ella valores como la honestidad y el respeto.

Por razones de la vida llegó a El Talar, donde su abuela Fermina Serrano era su gran ejemplo a seguir. "Al fallecer mi abuelo, vendimos todo y con mi abuelita supimos salir adelante", aseguró Costilla, quien aprendió a estudiar mucho y a ayudar en casa. "Gracias a ella, pude ir a la escuela y educarme", comentó orgullosa. Guiada también por un sacerdote jesuita, llegó al Hogar de la Joven y su hermano fue a Río Blanco. Con el tiempo Jorgelina terminó sus estudios secundarios y ayudó -a la par- a las personas de su pueblo.

EQUIPO COMPLETO | LOS COLABORADORES QUE REALIZAN A DIARIO SU LABOR CON ENTUSIASMO JUNTO A LA REFERENTE.

"Me formé como agente sanitario porque sentía que tenía que colaborar con esa comunidad que estaba desprotegida, recuerdo que estaba muy contenta porque fue mi primer trabajo", aseguró la mujer que abrió sus ojos a la realidad que la rodeaba a una edad muy temprana. Y a través de su profesión, logró descubrir experiencias difíciles en núcleos familiares disfuncionales, grupos de riesgo y entender la violencia de género.

"Había situaciones en donde las madres tapaban lo que sufrían, la violencia que tenían que soportar delante de sus hijos", contó con cierta melancolía Costilla, sin olvidar un episodio que vivió a flor de piel, cuando en la época de la dictadura casi fue secuestrada. "Las personas de la calle que estaban bajando de 'El Chingo' evitaron que me llevaran", indicó agradecida.

Entonces comprendió que la vida le volvía a demostrar que tenía que ayudar a la gente. Y el camino de su vocación la llevó a estudiar enfermería. "Me salió una beca en Buenos Aires y trabajé en una clínica de rehabilitación, en los sanatorios 'Otamendi' y 'Mater Dei'". Con el oficio en sus venas, volvió a relacionarse con la sanidad. "La he tenido que pelear, pero a mis años veo que valió la pena, Buenos Aires es caro y estaba limitada pero conocí buenas personas".

Y porque la tierra pudo más, el destino la trajo a Jujuy nuevamente. Y hace quince años retornó con experiencia y ganas de seguir colaborando con el prójimo. Es que si bien, Buenos Aires significó para ella progreso y trabajo, la nostalgia por los recuerdos y la familia fue más fuerte en sus emociones.

En 2008 regresaría para establecerse con su familia y radicarse primero en El Talar y luego -definitivamente- en Remanente 2, La Rivera del barrio Alto Comedero.

"Volver fue difícil porque se me presentarían problemas con mi esposo. Empezó a cambiar, a descuidarnos como familia y a tomar los fines de semana. La violencia se acentuó tanto psicológica como físicamente pero no sólo conmigo, sino con mis hijos. Gracias al padre Luis Arregui me dio su consejo para hacer la denuncia. Me vio lastimada y se preocupó por mí", reveló.

Entonces fue un momento de verse sin trabajo ante cuestiones de salud que se complicaron y que la hicieron reaccionar gracias a personas que fueron solidarias con su situación.

"Hace seis años que estoy en Remanente 2 y hace cuatro que me detectaron cáncer de huesos grado tres, porque sufría mucho dolor, pero agradezco a la vida los buenos médicos con los que sigo tratamiento, a mi Virgen del Cerro que le pido y a mi Dios, que me da fortaleza", contó emocionada esta mujer que supo tomar con entereza su diagnóstico y hoy es referente de uno de los comedores activos de la ciudad. Claro, siempre continuando con la misión de servicio para aquellos seres que más lo necesitan.