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Lo saludable es criar a los niños para la autonomía

Miércoles, 07 de junio de 2023 01:00

Mucho se debate en esta sociedad acerca el alcance que deberían tener las reglas o límites en el hogar. Están los que abogan por el "dejar ser", una crianza en apariencia afable y bondadosa, sin límites o en todo caso muy poco claros. Y por otro lado, los que piensan en una crianza estricta, cargada de prohibiciones, castración y castigo. Pero, ¿existe un equilibrio?, ¿dónde estaría? Esto empieza a responderse cuando pensamos en la propuesta del título, es decir, ¿qué tipo de personas estamos formando desde la niñez?

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Mucho se debate en esta sociedad acerca el alcance que deberían tener las reglas o límites en el hogar. Están los que abogan por el "dejar ser", una crianza en apariencia afable y bondadosa, sin límites o en todo caso muy poco claros. Y por otro lado, los que piensan en una crianza estricta, cargada de prohibiciones, castración y castigo. Pero, ¿existe un equilibrio?, ¿dónde estaría? Esto empieza a responderse cuando pensamos en la propuesta del título, es decir, ¿qué tipo de personas estamos formando desde la niñez?

Lo saludable es criar para la autonomía, buscando el desarrollo de la responsabilidad, gestión de las emociones, iniciativa, establecimiento de principios y valores, entre otros aspectos. En cambio, la anarquía se establece donde no hay reglas, ni límites, no hay expectativas, ni control y todo esto hasta puede confundirse con un espacio de "bondadosa libertad" ("papi es tan bueno que no me dice qué tengo que hacer...").

Proponemos algunos aspectos a considerar para una crianza de niños autónomos.

Primero la estructura, después la flexibilidad: un aspecto que genera confusión tiene que ver con decidir en qué cosas el niño puede elegir y en qué no. Sostenemos que conviene establecer primero la estructura, que estará dada por reglas, horarios, lugares, normas para dar paso después a la autonomía del niño dependiendo de la edad. Por ejemplo, un niño de 2 años necesita límites claros acerca de los lugares para jugar, comer, dormir y horarios. En esto es importante no negociar. Pero también lo conveniente es permitir que el niño decida entre 2 o 3 colores de ropa, entre 2 o 3 opciones de juguetes para llevar a algún lugar. La idea es proveer espacios en los que, según su etapa evolutiva, pueda ser respetado en sus decisiones (color de ropa, elección de juguetes, por ejemplo).

En la misma dirección, sería muy poco conveniente que a esa edad se lo presione al niño para compartir un juguete, si él no lo desea, o que salude a alguien que él no conoce. En esa etapa, el niño está construyendo su sentido de identidad y por esa razón es clave que pueda sentir que es respetado en sus decisiones (no compartir o no saludar). Y después, en privado, habrá espacio para enseñar acerca del valor de la generosidad, el valor de la cortesía, transmitir repertorio de habilidades sociales. El niño que internaliza el respeto por sus decisiones podrá desarrollar autonomía, aprendiendo el valor de la responsabilidad por aquellas decisiones.

Gestión emocional: identificar, gestionar y expresar las emociones es vital y no se debería esperar para hablar con los niños acerca de sus propios sentimientos. Tanto el enojo como la tristeza, la alegría, la sorpresa o el miedo están presentes en la cotidianeidad de un niño y debemos dedicar tiempo para enseñar a identificar sus propios sentimientos o emociones. Acá uno de los mayores logros del niño, a medida que va avanzando en su madurez evolutiva, es internalizar la idea de que él puede administrar lo que siente de forma saludable y adaptativa. Muchas veces se escucha entre gente adulta la excusa de "¿y qué querés que haga si me hizo enojar...?" o "¿viste lo que me hacés hacer...?", "me hicieron sentir mal...". Todas estas frases expresan una creencia errada: "mis sentimientos los manejan los demás...".

Cuántos conflictos en familias, parejas, amigos, trabajos se evitarían si se asume que somos responsables de lo que transcurre por nuestro mundo emocional. Enseñar a un niño a identificar y expresar de forma responsable sus sentimientos le facilitará su interacción en todas las etapas de su vida, protegiéndolo también de caer en relaciones de dependencia emocional.

Transmisión de valores: este aspecto presenta dificultad a la hora de hablar de crianza y es en parte porque los padres somos los primeros en estar seguros de cuáles son nuestros valores y mostrarlos con nuestro ejemplo. Si hablamos del valor de la amabilidad, debe verse primero en nuestra vida. Los valores o principios de vida son el "por qué" hacemos lo que hacemos, el fundamento mismo de todas las normas y reglas que se tienen en un hogar. Si solamente se establecen normas sin los valores que las sustentan, el resultado es niños que no internalizan un norte moral y dependerán siempre de lo externo. Un carácter proactivo se hace sólido a partir de la transmisión de valores y no solo reglas.

Necesitamos apartar tiempo para reflexionar junto a nuestros hijos acerca del "porqué" que está detrás de los límites o reglas. Este es otro tiempo muy bien invertido.

La Fundación Luz de Vida agradece a Javier Müller, psicólogo clínico, por este artículo. La Fundación trabaja fuertemente en "educar, prevenir y restaurar" a través de escuela para padres, talleres, contención familiar y grupos terapéuticos llamados "Grupos de luz". íContáctenos! Alvear 731, primer piso, oficina N°2. Comuníquese al 388-4479595, o ingrese a nuestra página de Facebook: Fundación Luz de Vida. íEstamos para ayudarles!

 

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