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Miguel Ángel Aquino Firpo: el eterno recuerdo del “Cura Gaucho”

A 17 años de su partida, se celebrará una misa y recibirá el homenaje de su comunidad
Viernes, 11 de agosto de 2023 15:08

El calendario marcaba el día 12 del mes de agosto del 2006, cuando la noticia del fallecimiento del padre Miguel Ángel Aquino Firpo, sacudía las fibras más íntimas de la comunidad sampedreña. Dejaba esta vida, a los 79 años, el “Cura Gaucho”, uno de los sacerdotes más queridos de la región, admirado y respetado por la curia jujeña.

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El calendario marcaba el día 12 del mes de agosto del 2006, cuando la noticia del fallecimiento del padre Miguel Ángel Aquino Firpo, sacudía las fibras más íntimas de la comunidad sampedreña. Dejaba esta vida, a los 79 años, el “Cura Gaucho”, uno de los sacerdotes más queridos de la región, admirado y respetado por la curia jujeña.

Y fue el enigmático agosto, que conjuga entre sus días el homenaje ancestral a la tierra, y a la historia con sus gestas patrióticas, el que marcó el final del camino terrenal del padre Miguel, un hombre que se hizo instrumento de Dios en la tierra, ofrendando su vida desde el sacerdocio.

Precisamente, en el 2006, se cumplían 70 años de su ingreso al convento de los monjes benedictinos, 40 años de su llegada a la provincia de Jujuy y una semana después, el 19 de agosto, iba a cumplir 80 años.

Pasaron ya 17 años, y aún hoy, el recuerdo de aquel sacerdote que pasó por su vida haciendo el bien, entregando lo que tenía a manos llenas a los más necesitados, que incluso, llegó a sembrar y cosechar verduras en una huerta, para proveer a sus comedores para que no falte un plato de comida a las familias carentes de recursos, aún hoy, su recuerdo sigue latente, siempre presente, y su ejemplo moviliza no sólo a su comunidad sino a los sacerdotes que conocieron de su fecunda siembra.   

Hablar de un sacerdote, es intentar describir a un ser humano que labra sueños, que sufre, que es capaz de saborear la felicidad de los pequeños y grandes milagros de la vida y hablar del padre Miguel Ángel Aquino, significa remontarse en raudo vuelo para descubrir una historia que, afincada en los profundos sentimientos cristianos de una familia, nos mostró al niño, al adolescente y al maduro servidor de Dios.

El padre Miguel, nació en Nogoyá, provincia de Entre Ríos, el 19 de agosto de 1926, en el hogar constituido por su madre Ángela María Firpo, su padre Lino Agrispín Eduardo Aquino, y sus hermanos, Isabel del Carmen, Eduardo Jesús, Ana María, Luis Guillermo, Aideé Lina y José Carmelo, así comenzó el relato de su vida, en una entrevista concedida a la revista cultural Grito Verde, donde detalló paso a paso sus vivencias.

Sus primeros años de estudiante los cursó en la escuela Carlos María de Alvear de su pueblo natal, donde permaneció hasta los diez años. Por el deseo ferviente de sus padres, partió a Victoria, Entre Ríos, para incorporarse al Convento "Abadía del Niño Dios" de los monjes benedictinos, donde permaneció por más de 20 años. Mientras realizaba sus estudios, el Vaticano permitió a los monjes la opción del sacerdocio. El joven Miguel Ángel decidió ser sacerdote. Estando en  Chile para completar sus estudios, Monseñor José Miguel Medina, desde Jujuy, le propuso venir a la provincia donde llegó en 1966. Junto a Monseñor Medina y otros sacerdotes, fundó el Seminario en Río Blanco, construcción que ya se había empezado años antes, por iniciativa de Monseñor Mhün y que con el tiempo fue cubriendo una gran necesidad en la zona ya que muchos jóvenes debían viajar hasta Tucumán para consagrarse a la vida sacerdotal. Asistió al Padre Gotteau, párroco de la catedral, quien además influyó sabiamente en su vocación. Fue, por otra parte, asistente de Monseñor Medina en el naciente Intela.

“El 4 de abril de 1970, fui ordenado sacerdote y designado para colaborar con Monseñor Sixto Villoldo en vísperas de la novena de San Pedro. Llegué como "Teniente cura" para asistir en todo lo referente a la tarea pastoral de la zona. Por entonces, San Pedro de Jujuy contaba con el templo matriz y ya estaba en plena construcción la capilla de Fátima en B° Belgrano. Comenzaban a nacer los primeros barrios, asentamientos precarios que, rápidamente hicieron sentir la necesidad de nuevas capillas. Por ello debió dividirse la parroquia para atender tales necesidades. El 18 de junio de 1971, en oportunidad de llevarse a cabo la gran fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, tomé posesión de la nueva parroquia que comprendía una gran extensión”, dijo el padre Miguel en aquella oportunidad.

En poco tiempo logró concluir la construcción de la capilla de Fátima y comenzó así el desafío de erigir capillas para las distintas comunidades que iban surgiendo día tras día. “En 1972, comenzamos la construcción de la actual parroquia San Andrés, en barrio Providencia, luego las capillas en los barrios Ejército del Norte, San Francisco, San Cayetano, Patricio Nuevo, Las Maderas y San Miguel, entre otros. Nunca me faltó que comer, lujo nunca tuve ni lo he deseado, pero a veces, en estas circunstancias de la vida, quisiera tener más para completar las obras soñadas en beneficio de la comunidad que tanto las necesita”, expresó en todo momento de su vida.

Este humilde pastor de la Iglesia todo lo hizo sin esperar nada a cambio. Sin embargo, el cariño de su gente se ha puesto de manifiesto. El 27 de setiembre de 1996 y según Ordenanza municipal N° 124/ 96, se impuso su nombre a un barrio de La Esperanza. San Pedro de Jujuy, también se hizo eco de su labor, con la imposición de su nombre a una arteria que limita los barrios Bernacchi y Horacio Guzmán, a una plazoleta, al Centro de Salud en barrio Providencia, a un polideportivo en barrio Albornoz y a un colegio secundario.  También fue declarado Ciudadano Ilustre de San Pedro de Jujuy.

Sus restos descansan en el templo de la sede San Andrés Apóstol ubicado en barrio Providencia.