Se cumplieron tres años de la misteriosa desaparición de María Angélica Rodríguez, la abuela que residía en barrio Las Maderas de esta ciudad y a la que cariñosamente la gente la llamaba “Centavito”, por la costumbre que tenía de pararse en la puerta de su casa a pedir una monedita o algún dulce a quienes pasaban por la vereda. Pese a la intensa búsqueda, la policía no pudo dar con su paradero y hasta la fecha, todo un misterio gira en torno a su desaparición.
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Se cumplieron tres años de la misteriosa desaparición de María Angélica Rodríguez, la abuela que residía en barrio Las Maderas de esta ciudad y a la que cariñosamente la gente la llamaba “Centavito”, por la costumbre que tenía de pararse en la puerta de su casa a pedir una monedita o algún dulce a quienes pasaban por la vereda. Pese a la intensa búsqueda, la policía no pudo dar con su paradero y hasta la fecha, todo un misterio gira en torno a su desaparición.
Transcurría la mañana del lunes 12 de abril de 2021, cuando familiares de María Angélica Rodríguez, al observar que la reja ubicada en la puerta de ingreso a la vivienda estaba abierta, advirtieron que la abuela, conocida por la comunidad vecinal con el apodo de “Centavito”, no estaba en el interior, por lo que de inmediato salieron a buscarla, radicando la denuncia en la Seccional 48 de barrio Patricios donde de inmediato se activó el protocolo de búsqueda de persona. Efectivos de las distintas comisarías y de las unidades especiales de esta ciudad y otras de la capital provincial, participaron del intenso rastrillaje.
La abuela “centavito”, tenía retraso madurativo y solía salir a pedir por las calles. Para no tenerla encerrada y sin que pudiese ver a la gente, algo que a ella le gustaba mucho, familiares hicieron colocar una puerta reja y por allí, solía asomarse a saludar a los que pasaban y pedir moneditas, hojitas de coca, un caramelo o cualquier otra cosa. Todos al pasar, le regalaban algo. Pero ese día, alguien olvidó la puerta abierta, la abuela salió y hasta la fecha continúa desaparecida. Había salido de su casa vistiendo un buzo de lana color rojo sin dibujos, pantalón largo de tela floreado, color celeste y fucsia, chinelas de color rosado.