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VIDEO El día que un imitador burló la custodia presidencial de Raúl Alfonsín

 Lo que comenzó como una simple broma del Día de los Inocentes terminó desnudando la vulnerabilidad de la seguridad presidencial y generando un debate sobre el rol de los medios, el humor, y la solemnidad en la política.
Miércoles, 08 de enero de 2025 09:04
El humorista Mario Sapag imitando al presidente Raúl Alfonsín en su programa La Mil y una de Sapag.
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En el verano de 1984, la democracia argentina vivía sus primeros pasos tras años de dictadura. Fue en este contexto que una broma ideada por la revista Libre y protagonizada por el humorista Mario Sapag sacudió la opinión pública, dejando expuesta la fragilidad de la custodia presidencial y generando un escándalo que nadie vio venir.

Mario Sapag era el humorista del momento. Su programa Las Mil y Una de Sapag era un éxito de audiencia (llegó a tener 60 puntos de rating), y sus caracterizaciones de figuras públicas, aunque burdas, conectaban con el público. Entre sus personajes más populares estaba Dante Caputo, el canciller de Raúl Alfonsín, cuyas facciones y estilo eran ideales para una caricatura: un bigote delgado, una melena prominente, una voz grave y un característico acento afrancesado que Sapag llevaba al extremo. Remataba cada sketch con la frase "a lo largo, a lo ancho y a lo alto del país".

El 28 de diciembre de 1984, día de los inocentes, Libre ideó una broma tan osada como peligrosa: llevar a Sapag disfrazado de Caputo hasta la residencia presidencial en Chapadmalal y probar si la seguridad lo dejaba pasar. Con la complicidad del humorista y un auto negro con vidrios polarizados, planificaron el golpe mediático.

Cuando el auto llegó a la entrada de Chapadmalal, los guardias se acercaron. Dentro, Sapag, con su peluca, nariz postiza y el característico traje beige arrugado, saludó con la mano en alto. Los custodios, convencidos de estar frente al verdadero canciller, levantaron la barrera sin pedir identificación. Sapag entró. "¿Por cuá?", bromeó, replicando uno de sus gags. Los periodistas de Libre capturaron el momento desde las inmediaciones.

Sin embargo, al acercarse a la residencia, el edecán presidencial, un hombre alto e imponente, identificó de inmediato el engaño. Sin perder la calma, le ordenó retirarse. "El presidente no está aquí", le dijo con firmeza. El episodio duró apenas unos minutos, pero las fotos ya estaban tomadas y el impacto mediático asegurado.

Cuando la revista salió a la calle en enero de 1985, la reacción fue inmediata. José Ignacio López, vocero presidencial, calificó el acto como "una impertinencia a la investidura presidencial". Los responsables de Libre se defendieron: "Lo que demostramos de manera fehaciente fue la permeabilidad de la custodia presidencial". Y tenían razón. Las fallas de seguridad eran evidentes, más aún en un país con un pasado reciente de violencia política.

Sapag, sin embargo, fue el más afectado. En medio del escándalo, publicó una carta de disculpas dirigida al presidente Alfonsín: "Asumo mi error, involuntario y sano, que cometí dejándome llevar por terceros. Con usted llegó la democracia que esperábamos. Simplemente, porque llegó la hora de que cada argentino asuma sus errores". Además, pidió clemencia para los guardias despedidos tras el incidente.

El episodio fue también una muestra del espíritu de la época. La revista Libre, con su estilo provocador y desenfadado, había capturado el momento como nadie. Sus portadas irreverentes y sus investigaciones, que mezclaban humor y exposición, eran un reflejo del "destape" democrático. Sin embargo, este mismo estilo fue también la causa de su caída posterior.

Para Sapag, lo peor no fue el escándalo, sino el hecho de que nunca logró la foto que había imaginado: un abrazo con Alfonsín mientras estaba disfrazado de Dante Caputo. Como cierre irónico, la imitación que burló a los guardias era, según algunos, tan burda que los custodios probablemente conocían al canciller solo a través de la versión caricaturesca del humorista.

Aquel día quedó en la memoria colectiva como un episodio que mezcló humor, irreverencia y una lección sobre la importancia de la seguridad en tiempos de democracia.

Fuente Infobae

 

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