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La tensión entre Turquía y Siria volvió a subir ayer después de que Ankara obligara a tomar tierra -para su inspección- a un avión civil sirio que volaba de Moscú a Damasco con ciudadanos rusos a bordo, lo que disgustó a Rusia.
El embajador de Rusia en Turquía, Vladimir Ivanovskiy, se reunió con las autoridades turcas para exigirles explicaciones y además, el presidente ruso, Vladimir Putin, aplazó su viaje previsto a Turquía del próximo lunes hasta el 3 de diciembre.
Rusia es uno de los soportes internacionales del régimen sirio laico de Bachar al Assad, mientras que Turquía es uno de sus mayores críticos y ha bombardeado en la última semana territorio sirio en represalia a la caída de obuses de ese país.
El Ministerio de Exteriores de Turquía negó que los 37 pasajeros del Airbus 320 sirio procedente de Moscú hubiesen corrido peligro al ser interceptado por dos cazas turcos F-16, tal como sostienen Siria y Rusia.
Selcuk šnal, portavoz del Ministerio de Exteriores, explicó ayer que Turquía recibió información de inteligencia indicando que el avión transportaba equipo militar ilegal, por lo que se decidió realizar el control. Si bien no se informó el resultado, el ministro de Transportes, Binali Yildirim, dijo que el avión fue autorizado a partir tras requisarse carga “no ajustada a normas del transporte civil aéreo”.