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La mañana estuvo muy gris, nada apacible en la Capital Federal, como si se hubiera puesto de acuerdo con el ánimo de los cientos que fueron al cementerio de la Chacarita y los millones de argentinos que desde el martes lamentan -y lamentarán siempre- la muerte del gran Caloi (Carlos Loiseau).
El gran historietista y humorista, más conocido por ser el padre del célebre personaje Clemente, murió a las 3.40 del martes, víctima de cáncer de colon, a los 63 años. Había nacido en noviembre de 1948 en Campamento Vespucio, localidad del norte salteño.
Sus restos fueron inhumados ayer al mediodía en el cementerio de La Chacarita.
Alrededor de las 11, el cortejo partió desde el Congreso hacia el cementerio de La Chacarita, dejando atrás un cerrado y cálido aplauso. Los restos habían sido velados desde la noche del martes en el Salón de los Pasos Perdidos, que desde las 22.30 estuvo abierto al público. Previamente, sus allegados lo habían despedido a solas durante media hora.
Dibujantes, músicos, actores, políticos y público en general se acercaron hasta el féretro, acompañado por un retrato de Clemente en blanco y negro, para darle el último adiós al historietista.
Acompañando a la mujer del dibujante, María Verónica, y a los hijos del humorista -Tute, Tomás y Aldana- estuvieron el humorista Quino y los músicos Jaime Torres y Víctor Heredia.
También llegaron hasta el Congreso el dibujante Miguel Rep, los actores Joaquín Furriel y Rodrigo de la Serna, y el integrante de Les Luthiers Daniel Rabinovich, entre otros.
Poco antes de las 12, los restos fueron trasladados al crematorio bajo la supervisión de la familia del popular dibujante, que pidió expresamente la ausencia de responso. En la misma oportunidad comunicaron que por la tarde viajarían a la localidad de Cariló -donde el conductor de “Caloi en su tinta” tenía una casa, casi en la frontera con Valeria del Mar- para esparcir allí las cenizas.