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La postulación de Daniel Reposo dejó al Gobierno en un callejón sin salida. Pase lo que pase en la votación, la Casa Rosada pagará un alto costo político por ese candidato, que hasta ahora solo mostró mentiras en su currículum, un bajísimo promedio académico, un alineamiento desmedido con el poder central y ningún pergamino judicial que justifique su nombramiento. Si la oposición consigue los votos para rechazar el pliego, le habrá asestado al kirchnerismo quizá su única derrota parlamentaria en el año, con todo lo que eso significa. Pero si se aprueba, el desgaste oficialista podría ser aún mayor, ya que quedará como procurador uno de sus funcionarios más desprestigiados. Cristina aún está a tiempo de proponer otro nombre que destrabe la compleja situación; sin embargo, en el diccionario “K” la palabra marcha atrás está literalmente proscripta. Otra vez el Gobierno se juega a todo o nada. Solo que ahora el todo podría ser más perjudicial que la nada.