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El Tribunal Federal escuchó ayer el testimonio de los hermanos y la expareja del oficial de la Policía de la Provincia Pedro Bonifacio Vélez, secuestrado y desaparecido entre el 21 y 26 de mayo de 1977. De acuerdo con la investigación judicial del hecho participaron sus propios camaradas de la fuerza, entre ellos el suboficial Raúl Eduardo Toledano (a) el “Gringo”, siguiendo las directivas del exjefe del Ejército Salta Carlos Alberto Mulhall y del exdirector de Seguridad Joaquín Guil. Al igual que el gremialista Eduardo Fronda, Vélez tenía un hermano en la Policía, pero eso no fue impedimento para que el aparato represivo dispusiera su eliminación. Jesús Rogelio Vélez, quien se retiró con el grado de comisario mayor, contó que durante 8 años sufrió postergaciones en su carrera y atribuyó esa situación por ser hermano de un desaparecido.
Sin embargo, el testigo reconoció que a pesar de su condición de policía nada hizo para investigar lo sucedido con Pedro, ya que decidió priorizar su familia y su carrera. Dejó entrever que estaba tan condicionado que ni siquiera se animó a preguntarle nada a Toledano, a pesar de tenerlo como subalterno cuando desempeñó funciones en la Comisaría de Orán. “Mi madre creía que los autores eran de la policía, pero yo nunca pregunté nada”, refirió. Como para graficar su proceder reveló que con el oficial Raúl Guari, otro de los sospechosos, realizó un curso durante un año y mantuvo la misma postura. Dijo que lo único que hizo por su hermano fue devolver a la fuerza el arma reglamentaria, que aquel le entregó luego de que le dieran la baja.
Rosa Muruaga, ex pareja de Vélez, declaró que ambos estaban en el hotel Napoli la noche que desapareció. “Golpearon la puerta y cuando salí a atender tres personas preguntaron por Pedro y se fue con ellos; nunca más lo volví a ver”, afirmó. Según la testigo, entre los visitantes reconoció a Toledano, quien en otras ocasiones fue a buscarlo. Alejandro Vélez, otro hermano de la víctima, también aseguró que la noche que desapareció el policía, Toledano se presentó en su domicilio y le dijo que lo buscaba porque tenían que realizar un procedimiento.
El caso Jaime
Con los testimonios de Néstor Salvador Quintana y Adolfo Salvador Sánchez se conocieron nuevos detalles del secuestro y asesinato del periodista del diario El Intransigente Luciano Jaime, ocurrido el 14 de febrero de 1975. Quintana sostuvo que las crónicas de su colega sobre el asesinato de Fronda lo dejaron expuesto ante las fuerzas de seguridad, principalmente de la Federal, cuyo jefe, Federico Livy, estaba sindicado como un miembro activo de la Triple A. “A Livy le molestó que se haya dicho que Fronda fue torturado y por eso lo llamó al jefe de redacción Rodolfo Plaza y le dio un buen reto”, dijo. Por su parte, Sánchez reveló que Jaime le contó que a la salida de un baile fue amenazado por el comisario Toranzos (a) el Sapo. “Los últimos días todos lo vimos muy preocupado”, aseguró el testigo.