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Deseo expresar mi total desacuerdo con los abultados honorarios que se liquidan a algunos artistas por su participación en actos públicos organizados por el Estado. Mi inquietud en nada apunta a desmerecer el talento y la valía artística de quienes exigen tamaña suma de dinero para actuar en ese tipo de recitales, sino más bien se propone poner de manifiesto una situación que ofende la sensibilidad humana y el amor al prójimo, pues en el marco de tantas necesidades que sufren los “olvidados” de siempre, aquellos vastos sectores sociales que carecen de lo más elemental, cuesta entender que desde el Gobierno nacional para abajo se destinen ingentes recursos para engrosar el patrimonio de unos pocos “consagrados”, en detrimento de una gran mayoría de artistas, con idénticos méritos y trayectoria, que son relegados.
Del mismo modo, vale decir que sorprende la buena fe de muchos, ver cómo se relegan las demandas justas y legítimas de los más humildes, para quienes por lo común no hay presupuesto estatal para atender sus requerimientos, siendo la contracara de ello los “frondosos” cachés que se pagan a dichos cantantes, en una suerte de “contubernio” que roza lo inmoral, cuando en realidad sería deseable y esperable por parte de los “famosos”, una actitud más humilde y solidaria con sus congéneres que contribuirá decididamente a sellar esta suerte de “romance” con su público, a la vez de convertirlos en mejores personas.
Jorge David
Ciudad