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Paul McCartney, un artista vigente que mantiene viva una leyenda

Domingo, 29 de julio de 2012 01:12
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McCartney sigue subiéndose a los escenarios y amoldándose a las nuevas tendencias, como la música electrónica.

Paul es el sobreviviente de esa gran leyenda surgida en Liverpool, que se convirtió en un fenómeno sin precedentes.

La presencia de James Paul McCartney en un escenario es siempre mágica, porque su voz casi intacta emociona y actualiza el recuerdo de una de las bandas más emblemáticas de la historia de la humanidad. El ex The Beatles conquistó el viernes el corazón de todos los que estuvieron presentes en la apertura de los Juegos Olímpicos de Londres y de los millones de televidentes que fueron testigos del acontecimiento a la distancia. Delegaciones de más de 200 países corearon las canciones de McCartney, aún cuando el inglés no fuera su lengua materna.

El alma mater, junto con John Lennon, del cuarteto de Liverpool protagonizó uno de los momentos más emotivos de la ceremonia cuando interpretó primero “The End” y a continuación la clásica “Hey Jude”, que se multiplicó en miles de gargantas con su pegadizo estribillo.

Paul no podía faltar en la ceremonia ideada por el director de cine Danny Boyle, quien se propuso hacer, con gran despliegue técnico, un retrato de la historia y la idiosincrasia británicas.

Hombre récord, McCartney es considerado por muchos como lo mejor que le sucedió al Reino Unido en el siglo XX en términos musicales. El libro Guinness lo llegó a calificar como el compositor con más éxito de todos los tiempos, con sesenta discos de oro y ventas de sencillos que ya han superado las 100 millones de unidades. También fue el compositor de los grandes éxitos de The Beatles como “Yesterday”, “Hey Jude” y “Let it Be”. Con estos antecedentes, no es de extrañar que haya sido elegido como broche de oro de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, ya que el músico es tan venerado en Inglaterra como en el resto del planeta.

Además, le ha profesado su admiración la mismísima reina Isabel II, quien le otorgó el título de caballero de la Orden del Imperio Británico. Y aunque no use corona, no es osado afirmar que es el “rey” de la música inglesa, superando incluso a sus compatriotas Mick Jagger, Elton John o Rod Stewart.

Su imagen como ícono de la cultura británica lo llevó también a ser la figura central de un concierto que se realizó frente al palacio de Buckingham, para rendir tributo a la reina de Inglaterra por sus sesenta años en el trono.

La música es su pasión y la que lo mantiene vivo. A pesar de que los años le quitaron cierta potencia a su voz, McCartney sigue subiéndose a los escenarios, realizando giras y amoldándose a las nuevas tendencias como la música electrónica.

De hecho, el exbeatle no piensa en retirarse y cree que se aburriría si dejara de trabajar. Así lo afirmó este año en el lanzamiento de “Kisses On The Bottom”, su reciente producción discográfica: “Me gusta lo que hago, ese es un gran secreto, me gusta demasiado. ¿Qué voy a hacer? ¿Sentarme delante de la televisión?”.

A pesar de la aparición de nuevas figuras y de que colegas como los Rolling Stones o Roger Waters también están activos y en carrera, McCartney sigue siendo el más rico de todos: su fortuna asciende a los mil millones de dólares, en parte, gracias a su compañía MPL Communications, propietaria de derechos de autor de miles de canciones.

Vegetariano y defensor de los derechos de los animales, reside la mayor parte del tiempo en Londres con su tercera mujer, la estadounidense Nancy Shevell, con la que se casó el 9 de octubre del año pasado.

Su primera esposa, Linda, murió de cáncer de mama en 1998 y su segundo matrimonio, con la modelo Heather Mills, terminó en un costoso divorcio en 2008.

El pasado 18 de junio, la leyenda viva de The Beatles, admirado también como solista, cumplió setenta años. Su tema, “Cuando tenga 64”, que compuso cuando apenas tenía 14 años, antes de irse a Liverpool, y que formó parte del álbum “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band” (1967), dice: “Cuando envejezca y pierda mi cabello/ dentro de muchos años./¿Aun me mandarás una tarjeta de San Valentín,/una felicitación de cumpleaños o una botella de vino?”.

Y continúa: “Arreglando el jardín, quitando las hierbas/ ¿quién podría pedir más?/ ¿Me necesitarás, me alimentarás cuando tenga 64 años?”.

Hoy, con 70 años, claramente está lejos de estar plantando ficus en el jardín de su casa de las afueras de Londres. El paso del tiempo y el pulso del almanaque no es algo que desvele demasiado a Paul McCartney. Su energía está puesta, más bien, en el modo en que vive. Y en este sentido, su filosofía es mantenerse activo.

McCartney nació en Liverpool el 18 de junio de 1942, y, aunque había crecido rodeado de instrumentos musicales, dominando principalmente el piano y la guitarra eléctrica, no consideraba el rock and roll como una profesión.

En el transporte escolar, Paul conoció a George Harrison, quien le comentó que un chico llamado John Lennon estaba formando una banda conocida como The Quarrymen, integrada además por Pete Best. El cuarteto se acopló desde el comienzo y, posteriormente, Pete fue sustituido por Ringo Starr.

Y comenzaron a componer. Paul debutó con el tema “Lost My Little Girl”, y nunca más se detuvo.

McCartney es el sobreviviente de esa gran leyenda surgida en Liverpool que se convirtió en un fenómeno juvenil sin precedentes, un torbellino que sacudió la industria del espectáculo, generando ganancias multimillonarias y dejando sentir su influencia en las posteriores agrupaciones de rock and roll.

Durante los años 60, sus letras definieron la sensibilidad de una generación libre, pacifista y revolucionaria, e hicieron historia.

Habiendo comenzado a la sombra de John Lennon, al poco tiempo, el aporte de McCartney pasó a ser definitivo para componer el rostro de The Beatles. Y, cuando el barco que los llevó a la fama estaba hundiéndose, su actuación fue determinante para el futuro de la agrupación.

Cuando la banda de Liverpool quedó atrás, Paul comenzó su carrera en solitario. Confió en su propio talento y fundó, junto con su esposa Linda Eastman, la banda Wings. Y, aunque no tuvo un éxito comparable al fenómeno musical que dejaba detrás, ya su trabajo hablaba de un compositor disciplinado, evolucionando en el aspecto conceptual de la música, sensible a las vivencias del momento y capaz de hacer rentable cada una de sus producciones.

Hoy, el exbeatle sigue siendo el emblema viviente de una época y de un grupo que marcó la historia de la música. Y entre giras y presentaciones, se da tiempo para mirar televisión. Hace poco se declaró fan del atleta jamaiquino Usain Bolt, quien va por su cuarta medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. “Soy un gran fanático del atletismo. Si lo están pasando por televisión no dejo la casa. Amo naturalmente la carrera de los 100 metros. Debo ver a Mr. Bolt, él es simplemente fenomenal. No creo que nadie lo pueda superar”, aseguró poco antes de emocionar a medio planeta con su música, en el estadio olímpico del Londres.

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