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27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Sueño cumplido: el de aprender a leer y escribir

Martes, 11 de septiembre de 2012 10:06
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Ellos sí pudieron. Veintidós vecinos de la zona norte de la ciudad recibieron ayer sus diplomas, tras haber cumplimentado las 65 clases del programa de alfabetización “Yo sí puedo”. El acto, que se realizó durante las primeras horas de la mañana en uno de los salones del Centro Cívico Municipal, contó con la presencia de autoridades municipales, los facilitadores que trabajaron en las clases y los vecinos, a quienes se les rindió homenaje por haberse animado a este especial desafío: aprender a leer y a escribir.

Como una ventana que se abre o una venda que se suelta. Las personas que asistieron a las clases, que se dictaban en el Centro de Integración Comunitaria de barrio Unión y otros puntos de la zona norte, se mostraron orgullosos de haber sido los primeros en obtener este título que, saben, es mucho más que eso. Es que haber aprendido a leer y a escribir es también haberse apoderado de una herramienta muy valiosa. El mundo cambió para ellos desde ayer.

“Hoy podemos decir gratamente que estas personas han empezado una nueva etapa. Pueden reconocer igualdad de derechos con el resto de la comunidad y eso es un gran logro”, dijo Dante Rosas, subsecretario de Servicios a la Comunidad de la Municipalidad de Salta.

“A mí me ha tocado trabajar en uno de los centros al que asistió una familia completa, integrada por cinco persona. Uno se encuentra con historias difíciles y se emociona al ver que las personas vencen miedos”, dijo Diego Ormachea, un facilitador.

“Yo sí puedo” es un método educacional que se viene llevando a cabo en varios países. En 2011 y 2012 se alfabetizaron alrededor de 4,5 millones de personas. La experiencia se ampliará a otros puntos de la provincia. La idea es que en un plazo de dos años pueda declararse a Salta libre de analfabetismo.

Ellos, los protagonistas

Algunos de los que se graduaron ayer dialogaron con El Tribuno sobre su experiencia. Rosa Pistán, de 56 años de edad, comentó que se enteró de este programa porque a diario asistía al CIC de barrio Unión. No lo dudó un instante, tenía muchas ganas de aprender. Contó que cuando era pequeña, debido a problemas familiares, tuvo que dejar la escuela. Pero tuvo revancha.

Ester Taritolay tiene 77 años. Dice que ella es de la época en la que los pobres, mayormente, no tenían la posibilidad de estudiar y que ahora se siente muy bien de poder estar aprendiendo. “­Me siento divina!”, dijo sonriente.

“No vamos a tener que andar preguntando todo lo que tenemos que hacer, qué colectivo tomar, cuál es tal calle”, aceptó Ana Guerrero, de 50 años, de barrio Unión.

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