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Distintas organizaciones opositoras al gobierno sirio del presidente Bashar al Assad, coincidieron en denunciar que el miércoles fue el día más sangriento desde que comenzó el conflicto armado en marzo de 2011, con más de 300 muertos.
De acuerdo a esa información, la mayoría de las muertes se produjeron en la capital, Damasco, donde ayer proseguían los combates, al igual que en varias provincias.
Los Comités de Coordinación Local denunciaron que 343 personas perecieron por la represión de las fuerzas del Gobierno, mientras que la Comisión General de la Revolución Siria señaló que fueron 313.
Por su parte el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres, indicó que hubo “más de 300 muertos”, de los que 211 eran civiles y el resto combatientes de la oposición y 49 miembros de las fuerzas gubernamentales.
Todas las organizaciones coincidieron en que el mayor número de víctimas se registró en Damasco y su periferia, aunque también hubo víctimas en otras provincias como Deir al Zur (este), Deraa (sur), Hama (centro), Aleppo (norte), Homs (centro) e Idleb (norte).
Financiación externa
En medio de los intentos internacionales por solucionar la crisis del país árabe, la agencia de noticias checa citó al canciller de ese país, Karel Chwertsenberg, diciendo en una entrevista de la revista Foreign Policy de Estados Unidos, que dentro de la oposición siria existe una gran cantidad de grupos “con financiación de diferentes países”.
Sobre esta cuestión, el diario británico The Guardian reveló en un informe hecho desde el interior de Siria, que funcionarios estadounidenses se reunieron con líderes de los grupos armados y les dieron instrucciones sobre cómo deben hacer para obtener las armas norteamericanas.
El diario citó a dos estadounidenses que dijeron: “No les daremos armas sofisticadas a menos que se unan bajo la dirección del Consejo Militar local”, lo que implica que las armas convencionales están disponibles y permitidas y que las condiciones se formulan para las avanzadas.
El corresponsal de The Guardian, Ghaith Abdul Ahad, dijo que dos líderes del llamado Ejército Libre estaban intercambiando papeles firmados por un civil que luego emitió una serie de instrucciones a un grupo de hombres que transportaban cajas de municiones del exterior a una camioneta blanca.