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Perdiendo el tiempo con la Hebe Bonafini

Domingo, 13 de enero de 2013 03:29
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Uno se pone a pensar, ¿qué significado tiene cobrarle orsai a una persona que vive fuera de juego? ¿No es, acaso, una pérdida de tiempo? ­Por supuesto que lo es!

Y en eso estamos hoy: perdiendo el tiempo con Hebe de Bonafini, una señora que, pese a ella misma, es un ícono de la lucha de las madres de hijos desaparecidos durante la última (confiemos en que así sea) dictadura militar.

La presidenta de Madres de Plaza de Mayo, doña Hebe María Pastor de Bonafini, empezó hace años a singularizarse con su lengua feroz, y se perfeccionó a partir de 2003, con la llegada del kirchnerismo. Es la protegida y mimada de Cristina.

Algunos de sus exabruptos, o expresiones de su pensamiento vivo, son clásicos. Por ejemplo dijo: “Nosotras estamos con los compañeros de las FARC” (la guerrilla colombiana). Cuando falleció el papa Juan Pablo II se descolgó con esta lápida: “Nosotras deseamos que se queme vivo en el infierno. Es un cerdo. Aunque un sacerdote me dijo que el cerdo se come, este Papa es incomible.”

Cuando el 11 de septiembre de 2001 se produjo el atentado contra las torres gemelas de Nueva York, ella, desde La Habana, celebró el terrible y cruento acto terrorista.

Soez, guaranga, prepotente, descalifica impiadosa tanto a un opositor a su jefa, que indudablemente la aplaude, como a un magistrado que osa no satisfacer los caprichos de aquella. Exactamente, aunque sus ataques contra la Justicia no son novedosos, ahora que la señora Cristina tiene tantísima necesidad de tener razón en todo, han recrudecido.

Todo el mundo sabe que el kirchnerismo, mejor dicho, el cristinismo, ejerce obscena presión contra la Corte Suprema de Justicia para que sus miembros fallen en contra de la libertad de expresión, lo que equivale a decir para que fallen a favor de la Presidenta viuda sobre la ley de medios.

Hebe, una especie de Luis D'Elía con faldas, pero mucho más tenebrosa que el piquetero, esa circunstancia fue una suerte de ­papita pal loro! O ­a mi juego me llamaron!

Y se dio Hebe a la tarea de presionar a los jueces con toda su artillería de patotera apañada por el poder. Apañada y enviada, según se comenta por ahí.

Un fiscal general, Diego Nicholson, la denunció por amenazas coactivas. ¿Qué hizo la Bonafini? Pues aceptó que trata de presionar a la Corte Suprema de Justicia para que falle a favor de la Casa Rosada en ese asunto de la ley de medios. Si eso no sucediera, la simpática señora del pañuelo blanco sobre su cabeza aseguró que tomará el edificio donde funciona la Corte.

La semana pasada doña Hebe había prometido que a partir del jueves 10 de este mes comenzaría a revelar datos desconocidos de los jueces de la Corte Suprema, como una manera de presionarlos. El jueves no hubo ninguna revelación de datos pues la Bonafini decidió dejar pasar unas semanas. ­Qué considerada!

Bien, ya nos cansamos de perder el tiempo. ¿Cobramos el orsai? No, de ninguna manera. A tan descollante dama de tan finos modales antidemocráticos corresponde que se le advierta que está en offside.

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