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El retorno de Juan Manuel Urtubey a las obligaciones de gobernante luego de sus vacaciones le plantea un desafío supremo para este 2013 dentro de sus aspiraciones políticas.
Este año se renueva el espectro legislativo en toda la provincia con elecciones a diputados y senadores nacionales y provinciales y también de la totalidad de concejales que integran los municipios salteños.
Sin dudas la valoración de cada uno de estos comicios (4 en total para este año ya que habrá dos primarias y dos generales), deberá tener un componente fundamental en el análisis pre y post electoral: el humor de la gente sobre una gestión que ya lleva seis años de mandato y desgaste, y que según el propio Urtubey, aspira a llegar hasta los 12.
Cierto es que el mandatario pudo consolidar en este tiempo una suerte de herramienta estratégica para el Gobierno, basada en su imagen y discurso. Pero su carisma ya no podrá sostener por mucho tiempo más las exigencias del electorado, no sólo en materia de promesas, sino en los hechos tangibles y concretos de la gestión. El Gobierno proclama cada vez con más fuerza que no hizo obras faraónicas y que dedicó gran parte del tiempo y dinero a las pequeñas, aquellas que realmente hacen falta a la gente. Quizá por eso hasta el momento no tenga en su haber ninguna obra relevante, de características estructurales, salvo la del pequeño hospital en la zona sudeste -que aún no se terminó de construir-; algunas viviendas que sin planificación resultaron en “soluciones habitacionales” o casas de madera; una planta depuradora y el anuncio de una ruta en el chaco salteño.
No existe una obra emblemática de la gestión de Urtubey y su entorno estratégico sabe que los íconos son importantes.
El temor es que la ciudadanía comience a echar de menos el impulso que tuvo la provincia en la gestión anterior: rutas, autopistas, hospitales, escuelas, centros de convenciones, desarrollo comercial e industrial, conectividad aérea, hoteles y un plan de certero desarrollo turístico que posicionó a Salta como líder indiscutido en el norte del país.
Movimiento e inercia
El Gobierno vive obsesionado con la gestión que lo precedió, e intenta disimular el impulso heredado, pero con la misma lógica de las leyes físicas, la inercia hace efecto y el movimiento sólo se demuestra andando.
Quizás el ejemplo más claro de esto sea el turismo. Mientras que Tucumán y Jujuy empiezan a recuperar espacio turístico, acá se aplican las mismas recetas de hace 15 años, cuando la misma dinámica turística exige una fuerte política de inversión y promoción. Hoy el escenario ha cambiado; ya están los hoteles y plazas disponibles, infraestructura necesaria para ganar pasajeros, pero con las mismas estrategias de hace años y con un mercado tan cambiante, el resultado se ubica muy por debajo de la verdadera potencialidad de la provincia. Esto es irrebatible.
La actualidad del mercado mundial indica que fortalecer el turismo es mucho más que promoverlo. Ahora hay que buscar la manera de seguir en la curva ascendente, utilizando para ello lo que ya se hizo.
Operadores de amplia experiencia a nivel nacional en materia turística advierten sobre este tremendo déficit. “La inversión y promoción ya fue. Ahora la estrategia debe ser de colocación. Salta en la agenda mundial; Salta como centro distribuidor de pasajeros, con conexiones hacia Machu Pichu, San Pablo, Iguazú, Antofagasta. Hay que crear conectividad y pensar a Salta como un área estratégica y distribuidora hacia otros destinos turísticos. Para eso hay que gestionar; pelear por más rutas aéreas, jugar fuerte. Pensar incluso en conexiones con vuelos de Europa. Eso no es ciencia ficción. Eso es tener un plan” aseguran.
Es allí cuando aparece una gran herramienta estratégica, que no tiene nada que ver con la imagen ni con el discurso de Urtubey: Andes Líneas Aéreas, una empresa muy identificada con los salteños y con la región, viene teniendo serios problemas operativos. Sacarle el apoyo o agobiarla con la emisión sin control de tickets para “uso oficial”, es un error imperdonable.