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La escasamente satisfactoria implementación del voto electrónico en las PASO provinciales el domingo 6 de este mes, confirmó que cuando la improvisación es la que propone, es el desbarajuste el que dispone.
La más que mediocre experiencia electoral dejó el tendal de votantes frustrados, y el convencimiento de que sin capacitación ninguna tarea, aun la más simple, puede cumplirse en plenitud. No es posible, aunque el ejemplo suene a exagerado y traído de los pelos, enviar a la luna una nave comandada y tripulada por personas sin instrucción en esos vuelos.
Y es que el uso de un sistema de voto electrónico manejado por novatos, como sucedió en los comicios mencionados, solamente puede ofrecer resultados negativos.
A ello hay que añadir dos detalles: 1) una gran parte de los electores no estaba suficientemente enterada de su funcionamiento, y 2) el sistema hacía agua, como se dice de algo fallido. Estimamos que no es necesario entrar en detalles.
Hubo apuro, hasta ahora sin justificativo, para poner en práctica dicho sistema, que iba a ser presentado en sociedad sólo en las elecciones de 2015.
Sin duda el gobernador Juan Manuel Urtubey se olvidó del refrán, o no lo conocía, que expresa “vísteme despacio que tengo prisa”. La autoría de este refrán es atribuida a varios personajes históricos, como Fernando VII, Napoleón y Carlos III. Su significado es obvio.
Todo se hizo a las apuradas, y resultó un papelón. No omitamos recordar que se gastó un dineral en su puesta en marcha, y no se aportó soluciones.
No se ganó en rapidez ni en claridad de procedimiento. Y suscitó sospechas.
Vale decir que no estuvieron ausentes sus defensores. Por ejemplo, Guillermo López Mirau, secretario de Planificación del Ministerio de Gobierno, sostuvo el mismo día de la votación, que ésta "transcurre sin ningún problema ni incidente. A medida que pasa la hora la gente se va acostumbrando, las autoridades (de mesa) van entrando en confianza (¿recién a esa hora?) y eso hace (el verbo hacer no hace nada a nadie, señor secretario) que el sistema vaya funcionando con absoluta normalidad”. Eso afirmó López Mirau desoyendo a las redes sociales que, durante todo el proceso comicial, rebasaron de quejas y denuncias.
Y hasta el gobernador reconoció, muy a destiempo, que “hay cosas que se pueden ir corrigiendo”.
Como lo señaló Teresa Ovejero, secretaria del Tribunal Electoral de la Provincia, pudo haber influido en la anómala situación la supuesta falta de interés de los votantes para capacitarse en el manejo de las máquinas (se había dicho que fueron capacitadas 600 mil personas), y la impericia de los técnicos designados para atender en esa jornada. Las máquinas tildadas, las fallas técnicas, y las papeletas sin imprimir, deberán buscarse otros responsables. Sin duda los encontrarán en el Grand Bourg.
El 10 de noviembre les espera a los salteños otra dura prueba electrónica. Pero no hay que ser pesimistas. A lo mejor todo anda bien. A lo mejor. Entre tanta cara larga, rabietas y desencantos, no se perdió el humor. Apareció cuando un señor, que no pudo votar por alguno de esos inconvenientes que abundaron, co mentó: --Lo que pasa es que el gau chito Urtubey le falló el software.