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El peronismo y el PO festejaron en una jornada caótica para el electorado

Lunes, 07 de octubre de 2013 03:50

El peronismo y el Partido Obrero fueron los ganadores en la jornada electoral de ayer, que estuvo signada por la muy opaca presentación en sociedad del voto electrónico.

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El peronismo y el Partido Obrero fueron los ganadores en la jornada electoral de ayer, que estuvo signada por la muy opaca presentación en sociedad del voto electrónico.

El apuro por instrumentar el sistema y la falta de preparación del electorado generaron confusión y demoras, que se tradujeron en muchas muestras de malhumor de la ciudadanía.

El peronismo, esa poderosa corriente de pensamiento que atraviesa todos los partidos, volvió a mostrar su entrenamiento para ganar elecciones; más allá de algunos retrocesos, cuando dentro de cinco semanas se vote en las legislativas definitivas, el peronismo en sus diversas versiones volverá a controlar la Legislatura provincial y la mayoría de los concejos deliberantes.

El Partido Obrero, a su vez, realizó una de las mejores elecciones en su historia de más de treinta años en el país y en la provincia. La agrupación, que expresa el proyecto más congruente de la izquierda clásica, capitaliza muchos votos descontentos y, tal vez, se vio favorecida por que fue la única opción de lista completa que simplificó la confección del voto. Pero su mérito, sin duda, hay que buscarlo en el rigor de la disciplina y en capacidad de seguir funcionando como partido, que resuelve sus internas puertas adentro y sin complicarle la vida al votante.

En Salvador Mazza, en medio del bochorno provocado por el ingreso de miles de extranjeros contratados para votar, la gente celebró la derrota del ex intendente Carlos Villalba, quien aspira a volver al cargo a pesar de que está procesado por un faltante de 16 millones de pesos en la caja y es investigado en un caso de trata de personas.

No fue la única manifestación de desorden. El voto electrónico, que fue presentado como un “avance histórico” por el gobernador Juan Manuel Urtubey, deberá levantar el aplazo.

El director nacional del Observatorio Político Electoral, Jorge Antonio Abboud, se apuró a describirlo como “rápido, accesible e inclusivo al ciudadano común” y agregó que “otorga mayor transparencia y menor riesgo de fraude”. La mayoría de los votantes de ayer piensa lo contrario y llovieron las quejas en las redes digitales. Las demoras fueron exasperantes y mucha gente dejó los lugares de votación sin emitir el sufragio.

Urtubey dijo que “el ciudadano hoy es dueño de su voto. A la boleta, la fabrica el propio ciudadano dentro del cuarto oscuro...”

No hubo cuarto oscuro, ni intimidad en el voto. Muchas personas que no sabían cómo manejar la computadora, pedían ayuda. En algunos casos se los instruía para votar, aunque quedó en duda si no se trataba de una inducción sobre la voluntad del ciudadano. Otros, directamente, recibían el asesoramiento frente a la máquina, al momento de votar.

Es decir, a pesar del despliegue tecnológico, ayer se vivió una jornada que remitió a los tiempos del voto cantado, hace ochenta años. Pocas veces se escucharon tantas denuncias de intentos de compra de votos.

Urtubey y el secretario de Planificación Guillermo López Mirau deberían dar algunas explicaciones, ya que habían garantizado un funcionamiento óptimo del voto electrónico. Este último, además, había descartado alteraciones tecnológicas, pero el sistema funcionó muy mal y la comunicación de los resultados del escrutinio demoró mucho más allá de las nueve de la noche.

Es decir, un mal comienzo para el sistema.

 

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