En apenas dos años, Juan Manuel Urtubey dilapidó un caudal electoral que había alimentado sus ilusiones presidenciales; de los 327.596 votos (59,57%) que logró en su reelección de abril de 2011, cayó a los 184.661 votos (29%) que obtuvo su hermano Rodolfo el domingo 27 de octubre. La diferencia es de 142.935 votos.
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En apenas dos años, Juan Manuel Urtubey dilapidó un caudal electoral que había alimentado sus ilusiones presidenciales; de los 327.596 votos (59,57%) que logró en su reelección de abril de 2011, cayó a los 184.661 votos (29%) que obtuvo su hermano Rodolfo el domingo 27 de octubre. La diferencia es de 142.935 votos.
El escrutinio muestra el fracaso de la gestión provincial y esto se evidenció en el departamento Capital, donde los 122.458 votos de 2011 retrocedieron a 55.120 el domingo 27. El candidato real no era Rodolfo, sino Juan Manuel Urtubey. Así se presentó el gobernador durante la campaña, en la que pidió un plebiscito para su gestión. Al encolumnar al PJ y desairar a los aliados, el PRS y el Partido de la Victoria, Urtubey estuvo cerca de dejar a su hermano fuera del Senado: el PJ apenas superó los 121 mil votos y aquel hubiera resultado tercero, detrás de Alfredo Olmedo, si el Partido de la Victoria no le sumaba 48 mil votos. Los guarismos demostraron que perdió en departamentos y municipios estratégicos como el de Orán.
La presencia de familiares merodeando el poder no dio buenos resultados. Después de la elección de 2011, Juan Manuel Urtubey puso a su hermano mayor al frente del Fondo de Reparación Histórica, de 180 millones de dólares, que nunca se aplicó a obras estratégicas. Lo llevó a cada punto de la provincia para la campaña y lo hizo aparecer cortando cintas en infinidad de inauguraciones. La boleta oficial resaltaba el apellido pero omitía la foto, tanto de Rodolfo como de Cristina Fiore, una renovadora sin proyección provincial, y de la joven hija del intendente de Salta capital. Para Urtubey, la tabla de salvación estuvo en los intendentes del interior, que pudieron utilizar el “aparato” y le permitieron ganar algo de terreno, aunque muy lejos de la ventaja que anunciaban, apenas cerrado el acto electoral, el jefe de campaña Pablo Kosiner y los difusores de bocas de urna truchos.
El balance de las elecciones del 27 de octubre muestra la confrontación de cuatro fuerzas: el oficialismo recostado en un PJ debilitado; el Frente Popular Salteño, que ahora se propone pelear la gobernación en 2015; Salta Somos Todos, con un resultado mucho más pobre del que esperaba, y el Partido Obrero, que ahora debe mostrar que cuenta con algo más que una propuesta teórica expresada en una retórica negativa.