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Un nuevo ataque a una sede diplomática de Estados Unidos puso otra vez en evidencia que las embajadas norteamericanas no son invulnerables. Con el recuerdo aún fresco del atentado contra la sede diplomática de Bengasi, en Libia, en septiembre pasado, en el que murió el embajador norteamericano tras la furia que desató en el mundo musulmán la difusión de una película sobre el profeta Mahoma, ayer se produjo un nuevo atentado a un consulado. Esta vez fue en Turquía. En Ankara, la capital, un atacante suicida detonó una bomba frente a la embajada estadounidense, lo que provocó su muerte y la de un guardia de seguridad, en un ataque que las autoridades turcas atribuyeron a grupos izquierdistas.
Estados Unidos advirtió a sus ciudadanos que no acudan a sus instalaciones diplomáticas en Turquía, mientras que las autoridades locales condenaron el ataque y el primer ministro Recep Tayyip Erdogan dijo que un grupo marxista proscrito fue el responsable.
Erdogan acusó por el ataque al Partido Revolucionario de Liberación Nacional-Frente (DHKP-C, por sus siglas en turco). El grupo ha sido catalogado como una organización “terrorista” por Estados Unidos y la Unión Europea.
Una mujer turca resultó herida de gravedad y otros dos guardias sufrieron lesiones menores en la explosión que ocurrió a las 1.15 de la tarde.
En Washington, el portavoz de la Casa Blanca Jay Carney dijo que el ataque fue “un acto de terrorismo”, pero indicó que el motivo o los autores del ataque eran desconocidos.
“Un ataque suicida en el perímetro de la embajada es por definición un acto de terrorismo”, dijo Carney. “Sin embargo, no sabemos en estos momentos quién es responsable ni los motivos”.
Un funcionario policial señaló que el atacante muy probablemente era miembro del DHKP-C. El funcionario habló a condición de preservar el anonimato porque no estaba autorizado a declarar. La agencia estatal Anatolia identificó al atacante como Ecevit S, y dijo que era miembro del DHKP-C. Agregó que tenía 40 años.
La explosión ocurrió dentro del puesto de seguridad en una entrada lateral de la embajada que es usada por los empleados, pero no causó daños en el edificio. El portón de la sede se desprendió y los escombros quedaron esparcidos en el lugar. Un cadáver quedó tendido en la calle frente a una entrada lateral de la embajada. La Policía rodeó el lugar y llegaron varias ambulancias.
Repudio internacional al ataque
Los gobiernos de varios países y organizaciones internacionales expresaron ayer su condena al atentado a la embajada de EEUU en Turquía, que dejó dos muertos.
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen lo calificó “de un acto inadmisible contra las instalaciones de los servicios diplomáticos de un país de la Alianza en el territorio de otro aliado”. Subrayó que ese ataque “representa un total desprecio por la vida humana y por la inviolabilidad” del personal de las sedes diplomáticas. “Nada justifica tales actos de violencia”, agregó el secretario general de la OTAN. Asimismo afirmó que “el terrorismo, cualquiera que sea su forma y en todas sus manifestaciones, no será tolerado nunca”.
Por su parte el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, expresó la condena de su país al ataque “con la mayor firmeza”, al tiempo que envió sus condolencias a los familiares de las víctimas. En la misma línea, el Gobierno argentino expresó también su “más enérgico repudio” por el atentado.
La Cancillería transmitió mediante un comunicado “la solidaridad” de Argentina “a los pueblos y Gobiernos de ambos países” y lamentó “las víctimas que este crimen ha provocado”.
“En nombre del pueblo, el Gobierno argentino expresa la más firme condena a las inaceptables acciones terroristas que pretenden imponer sus ideas por medios violentos”, señaló la Cancillería.
Por su parte, el Gobierno español expresó su más firme condena por el atentado y ha deseado una pronta recuperación de los heridos en el ataque.