Considerando que desde Gregorio XII (en 1415) Benedicto XVI es el primer Papa en abdicar, ¿cómo tomó esta decisión usted como ministro de la Iglesia? ¿Cómo evalúa los motivos de su renuncia?
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Considerando que desde Gregorio XII (en 1415) Benedicto XVI es el primer Papa en abdicar, ¿cómo tomó esta decisión usted como ministro de la Iglesia? ¿Cómo evalúa los motivos de su renuncia?
Como a todas las personas me tomó de sorpresa. No esperábamos una decisión de esta magnitud. No estábamos naturalmente acostumbrados a que un papa renuncie. Los hemos visto fallecer en el ejercicio de su misión. Los motivos de su renuncia son de una claridad conceptual que sorprende, en el sentido de que tiene una libertad de espíritu muy grande para manifestarse, lo que advierte cuán grande es la misión de un papa y cómo su físico va menguando para ejercer esa misión tan delicada. Sorprende la libertad de espíritu para poderse manifestar así al exterior.
¿Esta abdicación tiene una connotación especial por el momento en que se hace pública, a dos días de que se inicie la Cuaresma y en el Año de la Fe?
La oportunidad que él ha escogido para dar este paso, que es la Cuaresma misma que comenzamos este miércoles, nos da el tono de un tiempo de reflexión. Un tiempo para mirar hacia nuestro interior, un tiempo para fortalecer estas convicciones profundas que nos unen en torno de Jesucristo el Salvador, en el servicio que él nos ha pedido especialmente para con los más pobres y el lugar de la Iglesia como servidora de la humanidad. Entonces que este tiempo sea un modo de reestrenar nuestras convicciones más profundas y ayudados por este clima de expectativa alumbremos una Iglesia nueva. Es curioso que renuncie en el Año de la Fe, él que nos ha invitado a renovar nuestra fe, y ha suscitado en el mundo -como teólogo sobre todo- este deseo de una vuelta a Cristo, a la relación con Cristo.
¿Qué opina sobre la concisión del discurso en sí: “Ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino” y acerca de las especulaciones mediáticas en torno de su salud?
Nos ha mostrado una extraordinaria libertad en la expresión misma de sus motivaciones. Ha sido el Papa de la verdad. El ha sido siempre muy sencillo y directo en las cosas que ha dicho; muy claro, un hombre que podía haber sido visto en otros tiempos -cuando no era Papa- como de una gran severidad. Creo que es un hombre muy honesto en la forma de expresarse. No creo que haya nada grave, nada más que la natural decadencia de los años que el admitió como un inconveniente para una misión tan delicada.