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?Al ring no hay que subir con instinto asesino, hay que gozar?

Sabado, 30 de marzo de 2013 23:39
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En el día de su cumpleaños, Héctor Roca dialogó con El Tribuno y enfatizó en que el boxeo es mucho más que golpes. Además hizo un repaso por su vida.

Con un marco de buena música centroamericana –sobre todo cumbia colombiana- y en el inicio de un nuevo cumpleaños, el entrenador panameño del Potro Abregú, preparador de campeones y de estrellas de Holywood, dialogó sobre su vida privada. Un hombre simple que supo convertirse en maestro. Si bien reconoce que no se entregó totalmente a Dios, lo tiene presente en su vida todos los días y se considera un bendecido, es por eso que no puede evitar pensar que la violencia a Dios no le agrada. Una de las personas que más lo marcó fue su madre, una mujer indígena cristiana de las montañas panameñas que con muy poco le enseñó el arte de vivir y ser feliz.

Dios, sobre quien su madre le enseñó siempre y a quien todavía hace esperar sabiendo que el boxeo y el cristianismo se contradicen en algún punto. “Está muy cerca el momento en que me entregue totalmente, pero me falta renunciar a algunas cosas más para agradar a Dios”.

¿Viene de familia cristiana?

Son todos evangélicos, incluso tengo un tío con el don de sanidad. Yo iba a la iglesia con mi mamá, oía, oraba y hasta predicaba, pero no me entregué. Mi mamá me lo rogaba, antes de morir me pedía por favor, yo le decía que todavía no estaba listo. Yo creo en Dios, creo en usted y todos los que estamos alrededor sino no podemos vivir. Ya llegará el momento, estoy más cerca cada vez.

¿Y qué es lo que espera?

No estoy listo, tengo colgado a San Martín porque creo en él, la virgen de Guadalupe porque creo en ella como creo en ti. No estoy listo para hacer una carrera cristiana. Cuando uno se entrega tiene que seguir una conducta nueva y yo todavía no estoy preparado. He sido muy bendecido por Dios porque todo lo que hice hasta ahora me ha salido bien. Porque yo no trato de ser más vivo que nadie, jugarle sucio a nadie y siempre usted necesita pruebas porque a usted lo traicionan, la gente para creer necesita pruebas. Muchas veces Dios te pone a prueba para saber cómo reaccionas.

¿Qué pruebas ha tenido usted?

Soy un entrenador muy exigente y a veces me salgo, y una persona cuando se entrega no tiene que cometer esos errores, hay que tener cuidado al hablar y yo cuando estoy en el ring me enfoco en la pelea y el boxeador. Con Abregú en la última pelea (contra Dulorme) le hablé feo y le dije cosas feas para que se calme, por eso todavía digo que no estoy listo porque todavía cometo errores que no se deben. No se debe ofender a nadie.

En relación al boxeo, ¿qué piensa el cristianismo?

A Jesucristo no le gusta ver que los hombres se lastimen, en el boxeo hay sangre, intenciones que son muy malas. A Abregú yo siempre le digo que el instinto criminal se castiga, que trate de vencer a su contrincante en buena elite (ley) ahora si hay un accidente fue solo eso, un accidente. Pero no un instinto de querer matar a alguien porque Dios no lo acepta. Ustedes pueden ver a Abregú ahora, el está alegre arriba del ring, goza el boxeo y de eso se trata.

¿Cómo era antes?

Lo he cambiado bastante porque Abregú era un potro serrano, no confiaba en nadie, miraba sin confiar. Una vuelta le dije que me mirara de frente no de costado, porque cuando una persona no mira a otra a la cara no puede creer en ella. Un trabajo bien grande se está logrando con él.

En definitiva, el boxeo y Dios no van de la mano

En el boxeo se necesita ser fuerte, cuando se es frío el boxeador rival es como un animal, te come. No puedes ser frío, este es un deporte muy duro y peligroso y lo tienen que entender de alguna manera si hay que hablarle malo hay que hacerlo. El boxeo es un deporte que no es deporte, Dios no quiere ver a nadie golpeando a otro.

¿Cuáles son los recuerdos de su infancia?

Nací en Panamá y viví en la montaña, mi mamá era india de Colombia y mi papá ecuatoriano, era marino. Desde donde vivíamos, para ver carreteras había que caminar ocho horas, o remar por el Lago Marendan que alimenta el canal de Panamá. Los gringos acampaban debajo de la montaña y bajábamos para que nos den latas de comida y todo eso, tenía la oportunidad de hablar con otra gente. Yo siempre pensaba que del otro lado había otro mundo, nací con eso. Los gringos me daban camisas y demás, y pensaba si ellos tienen yo también puedo tenerlo. Una noche me levanté a la una de la mañana cogí una mochilita, un suéter cortado, un pantalón y comencé a andar...

¿Cuántos años tenía?

11 años y dejé la casa. Llegué a Colón casi a las 9, caminando, y allí terminé de criarme. Llegué a la esclusa que es el canal donde se juntan los océanos atlántico y pacífico. Me metí a dormir en uno de los buses donde se sentaban como militares en círculo no como los buses de gente de ahora, a las 4 hs llegó el dueño y me preguntó qué hacía ahí. Llegamos a un acuerdo me hizo limpiar el bus y me dejaba dormir me daba para la comida. Con lo que me daba compraba periódicos, los vendía y con lo que ganaba me compré una caja de zapatos, después una bici porque el que andaba en bici vendía más y así fui creciendo en la venta de periódicos (por la mañana se vendían tres La Crítica, El Panamérica y El Diario)

La bici, una buena inversión…

Más que eso. Un día hicieron el campeonato nacional de ciclismo y a uno de los equipos le faltaba un hombre, me hablaron y me hicieron competir con el nombre y ropa del competidor ausente y me dijeron que querían que yo partiera nada más. Llegué segundo muy asustado porque yo veía a tanta gente en las bicis que huía más rápido, más rápido. Me escapé con uno de otro equipo y llegué segundo. Tenía 16 años, hice cuatro carreras amateur y fui profesional. Hice el equipo nacional de Panamá, me dieron trabajo en el Instituto de Deporte, ya dormía en el cuarto que tenía el estadio y comencé a correr internacional en Colombia, la Vuelta de domingo a domingo, la Vuelta de la Cota en Colombia que la gané, obtuve medallas en los juegos bolivarianos, fui campeón centroamericano y fue un éxito.

¿Qué otros trabajos experimentó?

Desde chiquito que trabajo, siempre haciendo algo por eso no quiero retirarme y sentarme porque se muere uno. Fui chofer de dos presidentes: Marcos Roble y Tomás Altamirano Fito Duque, a éste último le maneje siendo presidente y también cuando era director del Instituto de Deporte y me había puesto como jefe de seguridad. Siendo chofer de Fito Luque salió una carrera ciclística en Puerto Rico y le dije que quería ir, me dijo que me tenía que ganar el puesto como entrenador o ciclista. Entrené un mes y medio y me gané el puesto, cuando llegamos a Miami dejé el equipo porque ese era el objetivo. Con una visa de quince días nada más y con dos pantalones, dos camisas, una bicicleta y 25 dólares en mi bolsillo.

¿Cómo siguió a partir de allí?

Tenía 36 años, tomé un bus y me fui a Nueva York, eso fue lo peor. Lloraba mucho no sabía para dónde ir. Otro mundo, en ese tiempo estaba el Parque de buses (terminal de colectivos), donde vivían los bones (gente de calle), ratones corriendo, era una porquería, hacían las necesidades todo ahí mismo. Y yo me senté con mi bici sin saber qué hacer, lloraba. Un dominicano pasó y me miró, al día siguiente pasó de nuevo y me dio un pedazo de pan. Luego pasó de nuevo y le dije ‘tu sabes yo no estoy pidiendo limosna’, y me dijo que iba a hablar en la factoría para ver si podía entrar. El forman (jefe) era un colombiano y yo tenía conocimiento de Colombia por mi madre, le dijo que me llevara para limpiar a cambio de comida. Ahí me abrieron el paso en una fábrica de ropa. Yo dormía arriba de los materiales. El dominicano se llamaba Mario. `Hay una escuela gratuita de tres meses para aprender a trabajar la tela`, me dijo. Aprendí a ser cortador y me fui superando, me pusieron de forman en otra fábrica.

¿Qué fue de su familia de origen?

Mi familia empezó a dejar la montaña, se fue para Colón (Panamá). Mis hermanos estudiaron, tengo seis hermanos tres mujeres y tres varones, yo soy el del medio. Uno peleó dos veces por el título mundial, el resto hizo una vida normal. Mi mamá se dedicó al cristianismo y se lo pasaba en la iglesia. Les daba comida a los niños y recorría la montaña con grupos de gente, entre ellos un tío con el don de sanidad.

A pesar empezar a estabilizarse en ese tiempo, seguía sin papeles

Sí, fue una época donde conocí a la que fue mi esposa, una italiana de apellido Lucciano. Tuve que arreglar mi noviazgo con su papá, con lo poco que tenía puesto fui a verlo. ‘Qué quieres’ me dijo prepotente, tu sabes a mi me gusta tu hija y eso…’tú eres un inmigrante lo único que quieres es el papel’, respondió. Yo voltee y me fui. Ella me ayudó y con el tiempo nos casamos, vivimos 25 años y tenemos un hijo de 22, todo fue una bendición de Dios. En ese tiempo conocí el Gleason GyM (uno de los gimnasios míticos de EEUU).

¿Es difícil la vida de inmigrante?

La vida de los inmigrantes no es complicada pero hay muchos que migran y quieren mezclar lo que hacen con la vida alegre, eso es peligroso porque no tienes papeles y quieres estar en las cantinas bailando, hacer más de cuatro cosas que no debes de hacer. Ahí se complica, pero si tú vas y trabajas en los Estados Unidos nadie te molesta, sí te usan porque si no tienes papeles se aprovechan de esa situación y no te pagan lo que deberían, por ejemplo.

¿Con su esposa estuvieron 25 años y después?

Sí estuvimos juntos hasta que su papá murió, yo era el preferido para él. Hasta me regaló una casa de tres pisos y yo no la cogí, temas del rencor que tengo que corregir. Con mis hermanos tengo una represalia muy grande porque cuando yo emigré se pasaron a mi madre como una bola hasta que la metieron en un acilo con casi 95 años. Dicen que mi mamá gritaba que tenía un hijo famoso en Estados Unidos y ahí la trataron de loca.

¿Y qué pasó?

Como estaba bajo mi responsabilidad tuve que firmar y la dejaron salir, tuvo una muerte poco feliz porque una vuelta se tomó un resfrío grande y nunca pudo reponerse, le dieron un medicamento vencido y se murió. Tenía casi 100 años. Murió cuando yo estaba en Argentina, peleaba Miguilito Cali, a quien yo traje contra Maidana.

¿Con sus hermanos qué paso, siguió el rencor?

Sí porque cuando ella murió les dijeron que había 25 mil dólares y yo tenía que firmar para que les den esa plata y no lo hice. Mi mamá no valía 25 mil dólares, mí mamá era mi mamá. Querían que firmara para coger esa plata era como vender el alma de mi mamá y no firme. Me dijeron de todo, yo no iba a dejar que ellos se mataran por ese dinero.

¿En su tiempo de calle, qué no le gustaría volver a pasar?

La llegada a los Estados Unidos no se la deseo a nadie, es desesperante. Llega un momento que tu crees que se te acabó la vida porque imagina Manhattan tan grande, sin dinero, una bicicleta, dos pantalones. ¿Qué vas a hacer? no conoces a nadie. Pero la bendición de Dios, y fui allá con esa bendición, apareció ese hombre que pasaba por ahí para acortar camino.

¿Y qué le gusta recordar?

Compartir dos meses con Angelo Dundee –una leyenda del boxeo- en Miami, él me trató como su hijo. Luego de ese tiempo me dio una patadita en la nalga y me dijo `tu estás listo para coger el mundo` y mira hoy estamos en Salta charlando. Ustedes me hacen sentir que soy una persona importante cuando no lo soy.

¿Drogas u otros vicios tocaron su puerta?

Muchas veces pero yo ni cerveza tomo. He tenido más de una tentación, una vuelta en un combate de Wilfredo Gómez cuando peleó contra un panameño, en unas de la suite estaba toda la comida y era un lugar lleno de drogas, cocaína todo gratis. Y me fui inmediatamente. Mis vicios son dormir y las mujeres, pero lo que es licor, drogas no entran conmigo.

En su largo recorrido en el boxeo, ¿en los últimos años quién es el mejor?

Desde el 2000 para este tiempo el Maravilla –Sergio Martínez- es uno de los más clásicos boxeadores, tiene estilo como tenían boxeadores de otras épocas. Lástima la edad y todo eso, pero es un gran boxeador.

¿El Potro si pelea otra vez con Timothy Bradley, le gana?

Sí la pelea no dura más de seis asaltos. El Potro cuando peleo con Bradley no estaba domesticado, ahora sabe salirse de un problema, sabe meter una buena mano, más pensativo y mejor boxeador.

¿Contra quién más puede pelear después del 27 abril Abregú?

Tiene que pelear con todo el mundo por el record que tiene, le puede ganar a cualquiera porque tiene pegada en las dos manos.

Un mensaje a la juventud salteña

Lo que le puedo decir a los jóvenes de Salta que esta es una gran ciudad con muchas oportunidades de llegar a ser alguien si no tienen las chances de estudiar búsquense un deporte pero practíquenlo en serio, con orden porque sino en la vida van a ser unos atorrantes...

 

Familia numerosa

Además del hijo que tiene con su ex esposa, Héctor Roca tiene otros tres, que son de Panamá, hijos de la primera esposa con la que vivió quince años y se divorció porque ella no quiso emigrar. Tiene 16 nietos y cuatro bisnietos, soy feliz cuando estoy con ellos –los nietos- estoy feliz.

Rocky Marciano mejor que Mohamed Alí

Entre los boxeadores de peso pesado no comparte con muchos que dicen que Mohamed Alí fue el mejor de todos los tiempos. Nombra siempre a Rocky Marciano, un boxeador que murió invicto con un gran record de 49 peleas con 43 nocauts. “Hubo grandísimos boxeadores y elegir uno sería muy injusto con todos los demás”.

Pacquiao tiene suerte

A Manny Pacquiao lo considera un boxeador con suerte. Maravilla Martínez es un buen boxeador porque boxea, es fajador y tiene estilo. Ha demostrado, con toda la edad que tiene, que es un gran boxeador. Mayweather Jr. es un negociante, pero deportivamente es lo que tienen hoy por hoy como el mejor. ¿Quién le gana? cualquiera como Martínez porque Mayweather pelea del quinto round para arriba y él no puede pararse a cogerle un par de golpes a Martínez porque éste lo va a lastimar. Floyd le gana a la gente que viene para él, sabe elegir la gente. Lo mismo Pacquiao.

Macho Camacho lo único malo que tenía era la droga 

Entre los grandes boxeadores que tuvo Héctor Roca –manejó a 20 campeones del mundo- estuvo dos años y medio con Héctor “Macho” Camacho, el puertorriqueño que fue campeón mundial de los pesos superpluma, ligero y ligero junior. “Al Macho le llamaban loco pero un loco cuerdo que quería hacerte reír, lo único malo que tenía era la droga. El me buscó a mí porque yo no lo dejaba cometer errores, andaba conmigo no porque yo le iba a enseñar a pelear sino porque lo corregía y no lo dejaba hacer idioteces. Camacho no era peleador, tenía el shap más malo que ví en mi vida, no se fajaba con nadie pero te corría cuatro horas. Le ganamos a Mano de Piedra Durán, me decían que era un traidor, le ganamos también a Leonard cuando ya estaba viajo”, contó Roca.

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